lunes, 28 de octubre de 2024

 

El recordado ato de mis muertos

Por JESÚS SOSA CASTRO

Cuando algunas veces me escapaba a mi guarida de descanso en un lugar de Morelos, allí, por las tardes, solía disfrutar de los espacios verdes caminando con mi padre. Cuando él muere mi acompañante pasa a ser Yari. Durante el recorrido que hacía con él, venían a mi mente las conversaciones que formaron parte de nuestro quehacer. Él me hablaba de mi madre con mucha devoción, de la pobreza que vivieron, del mal trato que recibía de sus “jefes” y de su conducta solidaria con otros agraviados por el autoritarismo de los tatas mandones. Se quejaba del ominoso patriarcado que cercó sus derechos y sus acciones

En las caminatas que hacía con Yari, mi perro, volvían recuerdos que tenían que ver con la familia, con amigos y camaradas. Recordaba que en esos tiempos compartíamos debates y esperanzas libertarias. Hablábamos de nuestro mundo, de planes políticos y de todo lo que requerían nuestras vidas y el país. Era un placer hablar y discutir sobre proyectos sociales asistidos por la luz del sol canicular y de los cielos llenos de estrellas. Nuestras narrativas expresaban los sólidos esfuerzos que mis padres, mis hermanos, mis amigos y yo traíamos prendidos en el alma

Cuando caminaba solo con mi perro y ya de regreso a mi casa, bajo el encino o la araucaria de mi jardín, meditaba sobre lo que ha sido mi vida. Por las tardes y en el mayor silencio, disfrutaba del gorjeo y del aletear de los mirlos y las urracas que llegaban a mis árboles en busca de pausar el cansancio de sus alas. En ese ambiente aparecían hechos que antes mi padre guardaba para sí. Cuando vivía y trabajaba en el campo -me dijo una vez- estuvo conmigo un indígena que apodaban “El Cuándo” Este Señor tenía un hijo que no hablaba el español y quería estudiar para aprehenderlo. Yo lo ayudé con lo que pude

Mi padre me comentó que a ese niño le gustaba juguetear con su soledad, con sus recuerdos y disfrutar de las sombras de un tamarindo que, cuando regresaba de la escuela, le daba cobijo a su cansancio. Me decía que le cautivaban sus sombras y las flores donde bebían la miel los colibríes. Que el niño veía cómo este pajarillo buscaba el dulzor que se escondía en el lugar donde a las flores les nacen los pistilos

Papá, yo quiero ser un colibrí le decía a su padre. Y el niño, empezaba a zurcir una serie de ideas creyendo que un día podría volar como el picaflor. Un día su padre le espetó: Busca en tus libros la manera de convertirte en lo que quieres. Y el niño buscó en los textos que cargaba en su mochila. Con los días, fueron tomando forma sus querencias, sintió que le salían alas, que su pensamiento volaba y que los libros le insuflaban el aliento necesario para levitar. Pasados los años mi padre ya no supo más de Don Cuando ni de su hijo. Y hoy, apretujado por todo lo que encierran estos sentimientos, recuerdo a mis padres, a mis familiares idos, a Don Cuando, al tamarindo y al colibrí, porque en estos largos tiempos ya son solo parte del recordado ato de mis muertos

domingo, 20 de octubre de 2024

 

A pesar de todo

(Texto dedicado a los escépticos)

Por JESÚS SOSA CASTRO

Yo soy un escéptico, no me interesa la política, nunca asistí a manifestaciones públicas para defender o impulsar un proyecto o algunas demandas. Fui un obrero que se hizo como resultado de las necesidades de la vida. No fui a escuelas superiores de ningún tipo y siempre pesó en mí la idea de que las cosas se podían resolver si se daba una correspondencia entre el cumplimiento en el trabajo y el apego a las leyes.  Después de muchos años reconozco que algo estaba mal en mi pensamiento y en mi quehacer cotidiano” Esto me decía el obrero Juan con el que nuestras conversaciones siempre derivaban en profundas diferencias políticas

Cuando hace días nos volvimos a reunir le oí decir que su vida y los hechos que concitaron la pasión y el deseo de hacer posible el crecimiento de los seres humanos, lo llevaron a descubrir la escuela de la dignidad y hacer grandes las esperanzas para avanzar hacia el logro de un cambio social cuyo rostro ya asoma en el México nuevo.  Todo esto alimentó las venas de mi corazón, asintió. Los trabajadores ya apresuran las muestras de su contento y de una esperanzadora mística que atrapa su satisfacción. Después de muchos años de incomprensión, siento que, como pueblo, estamos recuperando el entendimiento que traíamos perdido en las entrañas. Yo me quedé patidifuso con estas respuestas

Cuando ahora escucho estas palabras de mi amigo obrero, he estado a punto de abrazarlo porque al fin, él y yo coincidimos en un esfuerzo común que al lado de millones de mujeres y hombres estamos combatiendo al viejo y degradado sistema con plena conciencia de lo que esto significa. A este y a mis demás amigos les escribo estas líneas por sus nuevos sentimientos. Mis palabras tienen como destinatarios a los millones de obreros, trabajadores y gente del pueblo que han puesto en movimiento sus ideas, sus acciones y su esfuerzo para darle sentido humanista a un proyecto que se ocupa de la gente. Quiero decirte, amigo mío, que por mucho tiempo no supe estar cerca de ti para aprender juntos las muchas cosas que, en nuestros largos debates, siempre dejaron en mí la idea de que tus posiciones políticas eran parte de un aprendizaje que venía abriéndose paso sin que tú lo supieras

Hoy las cosas entre nosotros han cambiado. Caminamos por la misma ruta que está trazando el rebelde pueblo de México. Antes no me explicaba los fríos comportamientos entre nosotros. Llegué a creer que nuestras posiciones políticas representaban algo parecido a lo escrito en la “Isla de los Hombres Solos” Pero lo nuestro no era la soledad. Eran otras causas. Por eso hoy ya no me siento triste, tengo la fuerza que dan las ideas para enfrentar los retos del alma. Nos faltaba el vigor que solo cuaja cuando el insomnio y la amargura los convertimos en la acción para lograr la felicidad que ya nos merecemos 

miércoles, 16 de octubre de 2024

 

El viejo Tomás

Por JESÚS SOSA CASTRO

Lo conocí cuando recién lo llevaron a su casa. Desde hace 14 años lo vi correr por la calle, desafiante y pendenciero. Era un vecino que iba y venía haciendo provocaciones a sus pares. Tras las puertas, encerrados y mascullando su soledad, le reclamaban a Tomás el ejercicio de su independencia. ¡Le rechazaban su provocación! Cuando pasaba frente a las rejas donde otros lloraban su encierro, Tomás movía su cola y se iba fanfarroneando. Después de hacer este ejercicio y de gozar el enojo de sus vecinos, caminaba horondo por la calle para seguir disfrutando de su autodeterminación

Cuando salía de mi casa rumbo al trabajo, Tomás se iba conmigo varias calles más allá de su domicilio. Había entre ambos una empatía inexplicable que se acrecentaba con el tiempo. En su comportamiento había algo que quería mostrarme o decirme, como que deseaba acabar con la creencia de que los animales no pueden hablar. Sin hacer mayores esfuerzos por entendernos, éramos felices de nuestra vecindad y de nuestra cercanía

Pero hace cerca de cinco años murió su ama. Desde entonces, Tomás empezó a vivir su soledad. La calle siguió siendo su espacio, pero ya no era querido ni buscado por quienes lo arroparon años atrás. Ya no le daban de comer, dormía en la calle, comenzó hacerse un vagabundo. El tiempo y el abandono lo hicieron fuerte, su suciedad iba con él a todas partes como si fuera una cosa que quisiera presumir. Fue haciendo nuevos amigos y éstos, por no dejar, le ponían un poco de agua y de comida en sus puertas para que Tomás mitigara un poco su sed y su hambre

Pero el tiempo es cruel. Tomás se hizo viejo. Su cuerpo se convirtió en un ato de huesos, ya camina poco por las calles. Sólo su necesidad de comer lo obliga a pararse y a recorrer algunos metros para encontrarse con algo para alimentarse. Si no haya nada se pone a hurgar en la basura. Su instinto no lo ha perdido. Pasa por la ventana de mi casa y provoca a Yari. Lo hace con tal fuerza que quienes lo oyen piensan que se quiere cobrarse un agravio. Ambos se ladran como si fueran enemigos jurados. El espacio cerrado de Yari, no permite el acercamiento del anciano animal que, de lograrlo, mi perro terminaría con la escuálida humanidad de su vecino

Hoy domingo me salí a caminar con Yari. La mañana estaba fría y húmeda. De regreso pasamos frente a la casa de Tomás. Estaba tirado en la puerta de la que fue su casa. Ya le costaba trabajo moverse. Dejé a Yari en la banqueta de enfrente atado a un poste y me acerqué a Tomás. Muchas veces lo vi en esas condiciones pero no encontré motivos para tocar su cuerpo y verle sus ojos. Hoy lo hice y me conmovió. Por los pelos hirsutos y mugrosos de sus ojos, escurrían delgados hilillos de agua. Supongo que eran sus lágrimas. Llegué a mi casa y le conté a mi esposa lo que vi en el rostro de Tomás. Casi nos peleamos. En ti no hay coherencia, me dijo. “Te dueles de un perro pero no eres capaz de dolerte de lo que yo hago” Me sentí mal. Di por concluida la discusión y me fui a mi espacio de trabajo

Al poco tiempo regresé a mi computadora y decidí escribir estas líneas sobre lo que parecen ser los últimos días de Tomás. Al hacerlo, quise recordar a mis perros cuando vivía en el campo con mis progenitores ahora fallecidos. A las cinco de la mañana se iban con mi padre o conmigo a buscar los bueyes que, a la salida del sol, ya tenían que estar roturando la tierra. Ignoro qué hacían estos canes durante todo el día de trabajo. Pero a la hora del regreso, estaban con nosotros y juntos volvíamos a la casa. Mi madre hacía unas memelas de maíz martajado y como a perros, se las tiraba. ¡Esa era su comida y el trato que recibían!

En todo ese tiempo no me pregunté ni aprecié lo que representaban estos animales. Sólo oíamos que por las noches, en esa eterna quietud que proporcionan las montañas, los perros ladraban con fuerza anunciando que algo ajeno a la casa se acercaba. Nos cuidaban y yo no lo entendí jamás. Cuando mi padre nos lo trajimos a esta ciudad capital, se trajo su último perro. Entre mi padre y él, había una mutua querencia que persistió hasta la muerte de ambos. Hoy me explico muchas cosas. Reconozco que mi ignorancia no entendió el papel de los animales y en especial el de esos perros heroicos

Si hubiera comprendido lo que son estos fieles amigos, llenos de nobleza y de cariño, no los hubiera tratado con el desapego y la falta de respeto con que los traté en mis tiempos de campesino. Hoy, cuando mi edad se acerca mucho a la de Tomás, escribo estas líneas para reivindicar a esos y a los demás animales. Trato de mostrar lo que es la vejez y el abandono. Seguramente muchos no lo van a entender porque no han llegado a esa edad. Ojalá que la vida de Tomás, ese perro abandonado que va a morir viejo y en la calle, no le ocurra a ninguno de los seres que amamos. Espero que el hombre, en un rasgo de justicia y de humanidad, no permita que la calle, el hambre y el frío, se conviertan en los sepultureros de niños, viejos y pobres que están viviendo la misma suerte que Tomás, un perro que aún vive pero que ya llora su soledad y su hambre 

 

 

 

miércoles, 9 de octubre de 2024

 

¿Pueblo y partido pueden convertirse en clase dirigente?

Por JESÚS SOSA CASTRO

Siempre ha habido “dos clases de prensa, la vendida y la que está en venta” Hoy, ciento siete años después del porfiriato, casi todos los medios convencionales siguen estando controlados, vendidos o en venta. El poder económico ha comprado a partidos completos y a los llamados “intelectuales orgánicos”

Antonio Gramsci los describía como “la disciplina y la fidelidad” al sistema.  El PRIANMC en sus años de existencia, han abonado mucho en esta dirección. Son un ejército de borregos que sólo levantan la cola para aprobar cuanto les ordenan sus patrones de la derecha. Creo que parte de lo que son estos mecanismos de control político y social se debe a que la izquierda no ha conmovido aún a la mayoría de los grupos urbanos, a los obreros y a los campesinos. No ha entendido que juntos podríamos ser un torrente imparable para cambiar la vida nacional

La cultura de la sumisión al viejo poder todavía existe, aunque la mayoría ya le hacemos honor a la dignidad democrática. El resto, castrado ideológica y políticamente, ha hecho de sus posiciones el mejor punto de apoyo a la procreación de un ato de rumiantes domesticados, no saben, ni quieren, ni pueden, organizar a los obreros, a los campesinos y a los movimientos sociales. Siguen homologados a la lógica y al interés del poder burgués

Por estas razones, la Inteligencia que milita en Morena está obligada a profundizar su trabajo. No se trata sólo de forzar a los medios para que ya no sigan mintiéndole a la gente. Se trata, a mi juicio, de abrirle expectativas de participación a la militancia. De que ésta esté organizada, debata, se ligue al movimiento de masas y le introduzca en su conciencia la necesidad de cambiar la vida del país. Desterrar los dobles lenguajes y las desconfianzas mutuas. Morena debe ser fiel a sus principios y a sus ideales. Debe cumplir con sus dichos de que no repetirá los vicios de otros, que impedirá que personas o grupos, desfiguren su rostro

Sostengo que aún enfrentamos un Goliat lleno de mañas y de recursos. Y si hemos de participar en estas condiciones, disputando los espacios a los que el pueblo tiene derecho de acuerdo con el Artículo 39 de la Constitución, tenemos que usar todos los medios que ésta garantiza, no sólo es un derecho sino una obligación. Hay que hacer que esos espacios de poder sirvan a los intereses del pueblo. Utilizar el parlamento debe significar un paso adelante en la intención de cambiar y poner al desnudo el carácter mistificador de las instituciones representativas

Si Morena profundiza su cercanía con los obreros, campesinos, jóvenes, trabajadores y clase media; si sus ideólogos e intelectuales concretan el proyecto político y económico que proponen; si además convierte la democracia, sus acciones y dichos en una práctica común que determine su función de partido al servicio de la gente, Morena se convertirá, sin duda alguna, en la fuerza principal que, junto al pueblo, logre profundizar el cambio que México necesita. Puede convertirse en el ejemplo y en la diferencia respecto de los otros partidos. Porque el problema de toda organización política, según Gramsci, no está en sus diferencias internas sino en comprender cómo puede el pueblo y su partido volverse clase dirigente

viernes, 4 de octubre de 2024

 

Otra mujer en la historia

Por JESÚS SOSA CASTRO

Mucho se ha venido hablando del papel que en las luchas han desempeñado las mujeres de México. Con bastante razón, no pocos escritores nos han dado cuenta de las causas que defendieron en la Independencia, la Reforma y la Revolución. Sin embargo, los nombres y las acciones de estas heroínas no han sido registrados ni reconocidos debidamente por la historia. Hasta antes del 2018, era el olvido y la mirada esquiva, lo que se contenía en los pasajes de la vida social y cultural que los hombres les asignaban a estas luchadoras. La cultura machista que nos impuso el sistema capitalista se fue degradando poco a poco porque sus cimientos estaban carcomidos por la falsa creencia de que el hombre era superior en todos los sentidos

Durante la Independencia, la Reforma y la Revolución, miles y miles de mujeres formaron filas a lado de todos los que luchaban por liberarnos de los colonizadores, los esclavistas y los explotadores. En esas causas anduvieron mujeres como Josefa Ortiz de Domínguez, Sor Juana Inés de la Cruz, Frida Kahlo, Leona Vicario, Elvia Carrillo Puerto, Carmen Serdán, las hermanas Narváez, Rosario Ibarra de Piedra y muchas más que en su tiempo, iban y venían repartiendo alimentos, curando heridos, enterrando muertos, repartiendo armas, buscando desaparecidos y haciendo de su quehacer el instrumento lleno de abnegación por alcanzar la independencia, la justicia y la libertad

No es exagerado decir que la lucha de estas grandes mujeres, abrieron la brecha para que con pasión, razones y causas, miles y miles de mujeres jóvenes le dieran sentido a las grandes luchas estudiantiles del 2 de octubre del 68, del 10 de junio del 71, del 2005, del 2006, del 2018 y del 2 de junio del 2024.En estos años el espíritu de justicia, democracia y libertad, fueron el canto que llenó de convicciones, de organización y lucha a una nueva generación de luchadores por la paz y la justicia. En ese torrente de jóvenes venía Claudia Sheinbaum Pardo quien hoy es orgullosamente la presidenta de México

En la cumbre de esos movimientos sociales, los jóvenes, mujeres y hombres, pusieron los cimientos de lo que con el tiempo se convirtió en una montaña de sueños y de realidades. Andrés Manuel López Obrador fue el visionario, el político y el estadista que construyó el nuevo pensamiento, las formas de organización y una revolución social que con orgullo elevó a la tribuna más alta de la patria, a una mujer que hoy conduce a buen puerto los sentimientos, la energía, y las luchas de un pueblo irredento, osado y orgullo de conducir sus propios destinos

La fuerza de nuestra presidenta no solo radica en sus conocimientos científicos, en la experiencia que le han dado sus luchas y sus experiencias de gobierno. Su fuerza está en el pueblo y en una emergente juventud que ha tomado el timón para conducir a México a un nuevo futuro y al lugar donde quedarán enterrados los vestigios de los fachos