El México que está naciendo
Por
JESÚS SOSA CASTRO
Por fin, después de
décadas de lucha, estamos siendo testigos del nacimiento de un nuevo país. Por
siglos, muchas generaciones de mexicanos conocimos de guerras y revoluciones
que dejaron en los campos de batalla miles y miles de muertos. Los que cayeron
traían en su alma el imperioso deseo de ver a su patria rodeada de solidaridad
humana, de orgullo y de honor como bien corresponde a la idiosincrasia de nuestra raza.
Aportaron su esfuerzo, su sangre, su vida y nada de lo querían cambió. Ellos
aportaron los muertos y los dueños del dinero y de los privilegios, se quedaron
con el fruto de un esfuerzo multitudinario aportado por el pueblo. Las guerras
y la revolución no cambiaron su mundo, sus intenciones quedaron sepultadas bajo
el manto del poder del dinero mientras la pobreza y la muerte se convirtieron
en el sello de su fracaso
El pueblo siguió
subyugado por los vencedores y sometido a leyes y políticas en las que estaban
ausentes sus intereses de clase. La gente aguantó más de cien años después de
la revolución de 1910-17 para que sus anhelos frustrados y sus sueños
pisoteados, volvieran a ponerse de pie para hacer otra revolución el 1º de
julio del 2018. En la conciencia de los millones de actores que participamos en
ella, jugaron un papel decisivo la organización y el liderazgo de ese
movimiento. La campaña por la transformación del país contenía la semilla de un
cambio verdadero en el sistema que por décadas había impuesto sus leyes y sus
políticas a la mayoría de los mexicanos. Con esa convicción se levantó del
sombrío panorama en que lo había colocado el régimen capitalista y se incorporó
al ejército de ciudadanos que hoy se esfuerza por sacar adelante la cuarta transformación
Los derrotados el 1º de
julio del 2018 están seriamente lastimados. Su soberbia, su poder y su orgullo,
fueron vencidos por una victoriosa decisión de más de treinta millones de
votantes. Ahora quieren volver al escenario de la política poniendo en juego
acciones golpistas, provocadoras y llenas de odio contra sus vencedores. No les
va a resultar sencillo volver al gobierno. El silente comportamiento del pueblo
que se mantuvo en asedio durante las tres anteriores “transformaciones” se ha
convertido hoy en un manantial del que brotan las aguas del cambio y millones de gritos repudiando a los
políticos del sistema que hundieron el país en la miseria, en un cementerio y
en un espacio en el que se está promoviendo otra vez la violencia por un ato de
cavernícolas
Los que hoy se
desgañitan calumniando al gobierno de López Obrador no llegarán lejos en sus intentos de volver
al gobierno. Sus truculentas aspiraciones contienen la marca de la corrupción,
de su incondicionalidad a las políticas rapaces de los gobiernos del PRIAN. Su
prestigio artificial nació adherido a la sombra del poder. Su hueco discurso expresado
en actos y desplegados por “intelectuales y científicos” es, por decir lo
menos, morralla política. Los hechos demuestran que existe libertad de
expresión y práctica democrática para todos los sectores y personas, de lo
contrario, los Frena y demás compinches no podrían hablar de las estupideces
que vomitan todos los días. Entiendo su dolor, perdieron los recursos que de
los impuestos del pueblo les daban los gobiernos prianistas para mantener sus
pasquines inmundos y sus bolsillos llenos de dinero. Me dan mucha pena, pero
tendrán que trabajar para seguir manteniendo su ego y alimentando la ignorancia
de aquellos que llenan su cerebro con la basura que sus “líderes” producen
Hoy, la mayoría del
pueblo tenemos el honor de ver el nacimiento de un nuevo país. Sus mujeres y
sus hombres, libres como el viento, han dado muestras de su madurez política,
del despertar de su conciencia y de la defensa de sus derechos. Contra lo que piensa
el puño de “intelectuales y científicos” más de tres millones de mexicanos
dimos nuestra firma para consultar al pueblo sobre la conveniencia o no de
juzgar a los ex presidentes, por ratas y represores. Esto si es importante,
digno de un pueblo que ha despertado de la pesadilla en que lo tuvieron por
siglos gobernantes, intelectuales y científicos de caricatura. En doce días se
cumplió con un objetivo que pintaba difícil de alcanzar. Sin embargo, la gente puso
en juego su decisión y su trabajo. Hizo uso de su libertad y decidió seguir
impulsando el cambio social que merece. Mientras los odiadores se mueren de
frustración y de hambre por los moches, nunca antes tanto pueblo había asistido
al feliz alumbramiento de un nuevo México
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