México requiere un partido con cuerpo
y alma de clase
Por JESÚS SOSA CASTRO
De norte a sur y de
este a oeste el crecimiento de la candidatura de AMLO a la Presidencia de la
República por la Coalición Juntos Haremos Historia, avanza de manera incontenible.
Franjas enormes de pueblo, de campesinos, artistas, soldados, marinos,
estudiantes, maestros, comerciantes, empresarios, cristianos, católicos e
intelectuales, están acompañando este hecho como una expresión de hartazgo en
contra de las políticas octogenarias del PRI y de dos sexenios del PAN. Explicar
este fenómeno no resulta sencillo. Más aún cuando todos los días el candidato,
personas y grupos de distintas formaciones y prácticas políticas nos están
sorprendiendo con sus propuestas y decisiones
Quedarnos en la
autocomplacencia y dar rienda suelta a las celebraciones anticipadas pensando
que ya tenemos el triunfo en nuestras manos sería un error garrafal. El
adversario de clase mueve todos los días sus truculentas campañas de lodo en contra del único candidato opositor porque ve
que sus intereses y negocios mal habidos, se encuentran en peligro. ¿Qué hacemos
la dirección y la militancia de Morena para que el empeño de millones de
personas no sufra un descalabro más que dificulte o impida el pregón que se
propaga afirmando que ahora sí el cambio vendrá para nuestro país? ¿Estamos
listos para derrotar las políticas obsoletas, autoritarias y rapaces de una
burguesía que nunca ha representado a la mayoría de los mexicanos, pero que, en
cambio, trabaja para el capitalismo transnacional, ajeno a los intereses del
pueblo y de la nación?
Para evitar sorpresas
sería conveniente entender que el objetivo de cambiar el país solo se puede
lograr con la “articulación de todas las resistencias populares más desarrolladas,
con la construcción de la fuerza popular que sea nuestra fortaleza ideológica,
política y organizativa para hacer uso de ella como contraparte a los viejos
cimientos de la fuerza de la burguesía dominante” Contar con esta fuerza
popular, dirigida por un equipo de revolucionarios competentes, podría
llevarnos a ubicar el blanco principal de nuestra lucha, lograr que todas las
resistencias unificadas impulsen una consigna única, trabaje sincrónicamente en
tiempo y lugar y, sobre todo, que esté dispuesta a poner en juego prácticas de
autodeterminación que propicien el asambleísmo, la colectivización de las ideas
y la potencialización de las acciones movilizadoras. La alegría que se
producirá cuando se luche en común, se convertirá sin duda, en la fortaleza del
partido que andamos construyendo
Hacer este ejercicio de
entrenamiento expresa una postura colectiva, masiva, en la que la decisión que
nace de la conversación fraternal es algo que atrapa a todos los participantes
para empujar un proyecto común. Sin embargo, en la adhesión del pueblo a la
candidatura de Andrés Manuel, todos estos elementos apenas muestran su rostro o
de plano se encuentran ausentes. El entusiasmo que se manifiesta en los actos
de masas que se realizan a cualquier hora del día, en cualquier lugar y en
cualquier circunstancia, no se expresa con la misma pasión cuando se trata de
acciones que tienen que ver con el trabajo de organización, con el llamado a
cuidar las casillas, con la promoción del voto o cuando se llama a crear la
organización que les amarre las manos a los mapaches cibernéticos. Construir un
partido con cuerpo y alma de clase que no lo destruya una derrota ni la
embestida bestial de nuestros enemigos de clase, implica no volver a las
prácticas antidemocráticas ni a la creación de clientelas electorales alrededor
de los operadores políticos y de sus jefes. Lo que siempre se ha requerido y a
lo que hay que volver, es abrir los espacios de discusión en las bases del
partido y respetar de manera absoluta la opinión y decisiones de quienes, desde
abajo, vienen forjando la unidad, el convencimiento y la lealtad a las
convicciones de cambiar las reglas políticas en este partido y en este país
Hay que atajar la
recurrencia de una construcción de grupos de poder que han enfermado a las
bases de Morena. Confiar la construcción de una fuerza popular a personas
ambiciosas, sin experiencia y sin cultura política, ha hecho imposible la
conexión de una identidad programática y/o partidista entre los ciudadanos y
los “dirigentes” ¡El resultado ha sido fatal! Tenemos una militancia y una
ciudadanía desencantadas, porque se han dado cuenta que ese partido no es al
que ellas habían entregado su tiempo, sus recursos y su trabajo
Tenemos tiempo aún para
acabar con este desencanto. Si queremos evitar el fraude que maquinan nuestros
adversarios con todos los recursos del Estado y con el poder del dinero, demos
cuanto antes el viraje necesario y hagamos del apoyo masivo a la candidatura de
AMLO a la Presidencia de la República, el pivote que detone la construcción de
esa fuerza proletario popular que sin duda, parará los intentos de banalizar la
esperanza, defraudar otra vez al pueblo y echar por la borda el trabajo de
millones de mexicanos
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