Los principales
adversarios de Morena están en Morena
Por JESÚS
SOSA CASTRO
A casi seis años de haberse fundado el partido Movimiento
Regeneración Nacional, es saludable hacer una primera evaluación de su trabajo.
En este período ha caminado una ruta que va de la insurgencia ciudadana a la
desmovilización. Desde su inicio y hasta el 1º de julio del 18, tuvo la
capacidad de atraer a sus filas a lo mejor del pueblo y de la inteligencia
nacional. Miles y miles de mujeres y hombres dimos trabajo, tiempo y muchos, la
vida, para construir un partido que recogiera las experiencias, el programa y
las luchas del pueblo. La sensibilidad y la visión de quienes impulsamos su surgimiento,
fueron determinantes para lograr que en cinco años treinta millones de
ciudadanos lo ungieran como la organización política con más ascendencia en la
opinión pública nacional. En este tramo de su vida ganó la mayoría del Congreso
y la presidencia de la república. La honra, el respeto y el orgullo que aportó nuestro
pueblo se convirtieron en un ejemplo digno de ser recordado
Muchos organismos de base que fueron construidos en centros
de trabajo, colonias, barrios, ejidos, municipios, Estados y a nivel nacional,
dieron vida política al nuevo partido. Fueron la expresión democrática de una
militancia que cautivó a millones de ciudadanos para que apoyaran su organización
e impulsaran el cambio de régimen en el que estamos participando. Sin embargo, después
del 1º de julio del 18 el poder de convocatoria y el entusiasmo empezaron a caerse
por falta de capacidad política y nula organización. Un partido defensor de las
luchas sociales devino en un instrumento básicamente electoral, se olvidó de
darle estructura a sus bases, cedió espacio a los oportunistas y convirtió a
Morena en un partido mediatizado, sin dirección y sin rumbo político
La mayoría de los militantes no estamos de acuerdo con lo que
está pasando en nuestras filas. Estamos en contra de que nuestra actividad se
convierta en disputa de candidatos sin historia y sin principios. El
oportunismo de algunos está rompiendo el ánimo y pervirtiendo el sentido de la
política. Los que ya andan en campaña ponen por delante sus intereses en lugar
de volver la mirada hacia la urgencia de atender la crisis orgánica y política
que vive el partido. Si la militancia no hace sentir su capacidad decisoria
para hacer de Morena un instrumento de lucha, si no lleva a sus cuadros a los
puestos de dirección y los convierte en fuerza que apoye la 4T, cualquier otra cosa
que se haga será mera simulación
Los que estamos preocupados por la pasividad, la
desorganización y el alejamiento del partido respecto de las luchas sociales,
estamos haciendo lo posible por cambiar esta situación. La indolencia y la falta
de talento de los dirigentes no pueden ser lo que persista en el futuro de Morena.
La discusión plural, crítica y en interés de la gente no se ha hecho y ya es
necesario que se empiece a hacer. Basta ya de que el partido lo estemos
perdiendo porque sus dirigentes no han entendido el significado de la rebelión
social que está viviendo el país
La evaluación positiva que hace la mayoría del pueblo
respecto de las políticas del presidente no se empata con la de Morena. Por
doquier hay la opinión de que en los entresijos de éste, hay un cáncer que está
afectando el funcionamiento normal de sus órganos. No hay una dirección
sensible y atenta a lo que pasa en el país, ha abandonado sus funciones, la formación
de sus cuadros, no hay organización de la militancia y no se apoya al
presidente en su confrontación con el conservadurismo reaccionario y antinacional.
¿En qué se ocupa, entonces, la dirección?
Los adversarios del presidente los tenemos a la vista. No van
a rectificar en sus posiciones porque su naturaleza de clase no se los permite.
Pero lo que se explica en la oposición, no se justifica en la actitud de algunos
militantes y dirigentes de Morena. En este caso no sólo hay omisiones y
ausencias en la defensa de un proyecto político. La rebatinga y las
confrontaciones en busca del poder y control del partido son una señal ominosa
de que los que quieren dirigirlo no les importa ni la unidad ni la democracia
interna, el fortalecimiento partidista que ayude a sacar adelante el Nuevo
Proyecto de Nación. Lo que les importa es seguir viviendo del trabajo de otros
y apropiándose de los recursos públicos. Winston Churchill decía que en todo
cambio social profundo siempre aparecen tres tipos de enemigos: Los enemigos
políticos, los enemigos a muerte y los compañeros de partido. Muchos sabemos
quiénes son los nuestros