Espero que
la traición y las mañas jamás sean unidas a mi nombre
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Casi un mes me la pasé sin escribir. Mis ojos se empeñaban en
justificar cierto alejamiento de las letras, de la lectura. Mis libros me
esperaban en mi estudio y la política dejó de ser temporalmente mi ocupación
principal. Pero como dice el dicho, las cabras siempre tiran al monte y hoy,
después de que aún no me operan de los ojos y violando las indicaciones del
oftalmólogo, heme aquí pergeñando dos que tres opiniones al través de las
cuales quiero dejar sentadas algunas ideas y propuestas para el 2020. En este
lapso en el que estuve fuera de circulación, muchas cosas cimbraron el piso de
la política. Lo que pinta para el año que empieza, es algo que requiere
trabajo, debate, organización y una aguda inteligencia para hacer posible que
el partido Morena se convierta en el instrumento impulsor del cambio y de las
luchas sociales
Empiezo por hacer mías algunas ideas de Eduardo Galeano que
dejó plasmadas en El Libro de los Abrazos. Como él, siempre me pregunté si los
que escribimos para desplegar nuestros pensamientos, estamos en condiciones de
llevar un registro de los impactos que estos puedan tener en los lectores. Pensamos
que las ideas que desarrollamos al través de nuestros escritos, algún resultado
puede tener. Galeano dijo que él escribía “para quienes puedan leerlo, para los
de abajo, para los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia”
En México y en pleno siglo XXI mucha gente no lee, no se
interesa por nada, vive alejada de la vida real, ha sido devorada por la
indiferencia, el desencanto y la incultura. Pero igual que Galeano, sostengo
que una importante capa social está empeñada en convertirse en sujeto para
construir su propia revolución. Se empeña en darle contenido a sus ideales, despertar
su conciencia social y prepararse para dar los pasos necesarios que la lleven a
recuperar su dignidad hasta hace poco pisoteada por la vieja y anquilosada
clase en el poder. Cuenta uno de los escritores que más leo que, en un teatro
de Asís, en Italia, asistió con su esposa Elena a ver un espectáculo de
pantomima en el que solo él y ella estaban de espectadores. Al apagarse la luz
se le sumaron el acomodador y la boletera
Cuando el espectáculo terminó Eduardo y Elena fueron testigos
del profesionalismo de los actores, pues trabajaron como si la sala estuviera a
reventar. “Vivieron la gloria de un evento lleno de fantástico realismo, se entregaron
con el alma y el corazón. Sabían lo que hacían y su trabajo cumplimentó un espectáculo
genial. Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos” A partir de este
hecho quiero decir que los que luchamos por una causa justa, el número puede
ser mucho o poco relevante, lo que importa es la calidad de los actores, su liderazgo
profesional, ver si aplican su sabiduría, su inteligencia, su trabajo y su
honestidad. Cuando esto ocurre, los impulsores de cualquier proyecto, terminan
adhiriéndose a la causa y los intereses de la gente se convierten en la
expresión de todos los esfuerzos
La mayoría del pueblo en nuestro país está haciendo su
trabajo, está jugando su papel en la defensa de su propia revolución. El 1º de
julio del 2018 decidió organizarse y participar en la construcción de una historia
nueva y lo está logrando a pesar de una ausencia total de liderazgo partidista y
de la ofensiva grotesca de una derecha enferma de odio y frustración. Uno de
los pendientes por resolver a partir de enero tiene que ver con el urgente y
necesario cambio de dirección en Morena. Este partido no puede seguir en la
inactividad política, sin organización, sin capacidad para el debate, ajeno a
las luchas sociales y omisa ante el proyecto de la 4T
Yeidckol y su pandilla prianista, ya no le sirven al partido,
ni al pueblo, ni al Nuevo Proyecto de Nación. Si entendemos bien lo que
significa el momento político que vive el país, si se toma nota de los intentos
desestabilizadores de los derechangos, -término que ha acuñado mi amigo Alberto
Pérez Schoelly- no podemos seguir con una dirección que no tiene ni pies ni
cabeza. Hay que abrirle las puertas a la democracia, llamar a la militancia a
que participe en el Congreso del 26 de enero y allí, en ese encuentro
democrático, la militancia elija democráticamente a sus dirigentes. Necesitamos
recuperar el partido, el honor y el orgullo de ser militantes de Morena. Las
viejas prácticas de los actuales dirigentes se han convertido en un lastre
político. Al lado de todos, yo haré lo que me corresponde para que la traición
y las mañas de los mafiosos , no sean jamás unidas a mi nombre
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