El pueblo, el gobierno, la patria.
Somos otro país
Por JESÚS SOSA CASTRO (*)
A eso de las seis de la
mañana íbamos mi esposa, mi hijo y yo por Reforma rumbo a la glorieta de las
Cibeles para dejarlo en el lugar que, con un grupo de compañeros de trabajo,
salían a León Guanajuato. Desde esa hora cientos de autobuses ya estaban
varados por esta avenida y calles aledañas. Habían traído de varios Estados de
la República a compañeros de lucha para encontrarse, más tarde, con nuestro presidente
en el zócalo de nuestra ciudad capital. Faltaban muchas horas para reuniros en
el zócalo. Por mi mente aparecían las palabras que en el movimiento estudiantil
parisino de 1968 coreaban los estudiantes: “No somos los que impulsamos la
revolución, somos
la revolución”
Para medio día, el
rostro del centro histórico ya estaba fuera del ajetreo cotidiano. Mujeres y
hombres de todas las edades, paseaban su cansancio lleno de un contento por algo
que sólo se adivinaba. Para las cinco de la tarde más de doscientas cincuenta
mil almas abarrotaban la plaza de la constitución y las calles aledañas.
Artistas del pueblo llenaban el espacio de felicidad. Niños y jóvenes de Oaxaca
estremecían el momento con esa música que brotaba desde lo más profundo de su
alma. Danzas y poemas hechos canciones llenaban de encanto a la multitud que,
estoicamente, seguían de pie en una plaza llena de frio, pero rebosante de
pasión y entusiasmo defendiendo un proyecto de nación que desde el 2018 estaban
haciendo suyo con todas las de la ley
La muchedumbre quería ver y oír a su
presidente, volver a tener su cercanía y aprender a valorar el contacto que
AMLO ha tenido por décadas con la gente de todos los municipios, rancherías, plazas
púbicas del país y pueblos originarios. El actor principal que concurría a esta
plaza histórica era el pueblo. Asistía en apoyo de las políticas de su gobierno
para seguir haciendo grande a la patria. El objetivo era y es cambiar para bien
el rostro y la estructura del país. Son las cinco de la tarde y la gente
empieza a gritar Presidente, presidente. Doscientas cincuenta mil gargantas corean
su nombre cuando acompañado de su esposa aparece en el lugar donde se encuentra
el presídium y su gabinete
El momento es
indescriptible. Muchos adultos mayores y mujeres están a punto de las lágrimas.
La emoción y el ánimo se vuelven pasión por lo que sienten que empieza a ser
suyo. Tienen un país que saquearon los que hoy no aparecen en el escenario y
que la gente del pueblo ha recuperado para sí. Los ladrones y fifís se quedaron
en sus guaridas tejiendo nuevas mentiras para alivianar la derrota política que
“los hambreados” les han infringido. Hoy, con la frente en alto y con toda la
fuerza, ha salido a la plaza principal del país para defender sus derechos, sus
causas y su dignidad
El informe del
presidente fue vasto en datos y números respecto de los logros alcanzados en
tres años de gobierno. Paralelamente se habló sobre los muchos proyectos y
obras en marcha que la mayoría de la gente desconocía. Lo novedoso fue la ausencia
de los mangantes que hasta hace tres años dominaban la escena pública. Esos que
miraban con desprecio a la pelusa, al pobrerío, se han convertido en un
mazacote lleno de dinero, pero vacío del alma y del cerebro. ¡Nada les sale
bien y nada tienen que decirle a un pueblo que está caminando por la ruta que lo
llevará a una vida auténticamente humana! Las cadenas de televisión, la prensa
y los chayoteros, no tuvieron la bonhomía de presentarse ante un auditorio
crecientemente politizado y alejado de los que hicieron de la política un modus
vivendi carroñero
El mensaje que retumbó en los oídos de la audiencia presente y ausente en la plaza de la Constitución, tiene una razón de ser para impedir las indefiniciones políticas, el zigzagueo, el deslizamiento al centro de la política pensando que así se tiene libre el espacio para impedir las críticas de los extremos. El presidente fue claro al señalar que se han sembrado las ideas que sustentan la transformación social, económica y cultural del país. Podrán eventualmente cambiar las cosas materiales si la derecha reaccionaria volviera al poder, pero la conciencia del pueblo, crecientemente fortalecida por decisión propia y como ejemplo de vida, será un muro infranqueable para que no vuelva la codicia, la impunidad y la corrupción. Tenemos un pueblo admirable, Basta mirarlo a los ojos para entender su heroísmo y la defensa de sus ideales. ¡Ya tenemos otro país!
(*) Adelanto mi artículo. Me voy unos días de vacaciones. Nos vemos en enero del 22
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