El eterno encuentro entre la luz y
las tinieblas
Por JESUS SOSA CASTRO
Durante dos domingos seguidos hemos estado afiliando en
Morena a ciudadanos que están convencidos de que hoy, México no es el país que
nos merecemos. Nos instalamos en la acera que está frente a la Iglesia de la
Pasión, en la calle Basilio Romo Anguiano esquina con Roberto Gayol, Col
Guadalupe Insurgentes, Delegación GAM. Mientras llegaban las personas que vamos
afiliar al Partido Nuevo que seguramente llevará el nombre de Morena, me ocupé
de leer el libro de Ignacio Solares, “El Jefe Máximo” que me prestó mi amigo
Álvaro Ochoa, electricista combativo, demócrata irreductible y viejo militante
del ex Partido Comunista Mexicano
Pues bien, procedo a comentar algunas partes del libro. Lo
hago porque coincidentemente Ignacio Solares pone en blanco y negro una
conversación que en sus elucubraciones espiritistas, Plutarco Elías Calles sostenía
con el Padre Agustín Pro. Personaje de la iglesia que El Jefe Máximo mandó
fusilar el 23 de noviembre de 1927. Don Plutarco era un político inteligente
pero también un hombre de mano pesada, un asesino sin moral. A sus enemigos
políticos los mandaba matar sin mayores miramientos. Fue el caso del Ing
Vilchis que había atentado contra Obregón, a León Toral, al padre Agustín Pro y
al manco de Celaya, para ese entonces presidente electo de México
Una vez, en una de esas noches de ficción ocultista, en la que según Solares participaban Gutierre
Tibón, Miguel Alemán, Ramón Beteta, Ezequiel Padilla, Félix Palavicini, Carlos María Heredia, José Juan
Tablada y Jaime Torres Bodet; Calles discutía con el padre Agustín Pro sobre
temas religiosos. Hablaban sobre el conflicto entre la iglesia y el Estado. Le
sostenía al padrecito que ese problema
viene desde la época de la Edad Media y se da en todos los países que han
intentado progresar “No sólo es la disputa entre el poder secular y el
espiritual, entre la razón y la sinrazón. Es, a fin de cuentas, afirmaba el
Gral, una manifestación más del encuentro eterno entre la luz y las tinieblas”
Toda esta digresión tiene que ver con el hecho de que en
pleno siglo XXI vivimos las reminiscencias de esa vieja cultura clerical.
Algunas señoras y señores de la tercera edad, que los domingos van a misa a la
Iglesia de la Pasión, se paraban a ver nuestras mantas y el módulo de
afiliación, como si en ellos estuviera plasmado el espíritu de “satanás” Cuando
leían los textos en los que se invitaba a afiliarse a Morena y nosotros les
explicábamos lo que eso significa, para la recuperación del país de manos de
los mafiosos, varias señoras hacían la señal de la cruz y una de ellas, como
doña Eme, aquel personaje de “La Vela Perpetua” nos dijo: “Ni lo mande el
Señor, que yo ingrese a Morena, allí están los enemigos de Dios”
Oídas estas expresiones en las que evidentemente estaban
presentes la ignorancia y el fanatismo clerical, que no religioso, me llevó de inmediato
a las palabras que yo había leído minutos antes de producido el encuentro con
esta santa señora. Ignacio Solares puso al descubierto el pensamiento de este
sector social aún existente, y escribió para la historia contemporánea las
palabras que dan nombre a mi artículo
Este fenómeno sociocultural ha estado presente en todas las
épocas. De esto se han valido los gobiernos autoritarios y los dictadores para adormecer
y mantener sometida a la sociedad. En estos regímenes, mezclar la política con
las cuestiones religiosas siempre ha sido una forma de acrecentar el control y
el poder de estas instituciones. Ambas se auto protegen y se autorregulan para
hacer de la política y de la fe, dos instrumentos que siempre juegan al lado
del poder
Morena tendrá que remontar estas cuestiones. Está obligada a
sembrar una cultura donde prevalezcan los valores éticos, morales y
espirituales. Si El Jefe Máximo, creador del PRI de antes y de hoy, demeritó la
política afirmando que ésta ha sido siempre una “cloaca” nosotros, el partido
Morena, tenemos que demostrar que esta actividad es un ejercicio ciudadano
lleno de dignidad cuando se pone al servicio de la gente. El proyecto partidista
para el que trabajamos, será un instrumento ciudadanizado. Prohijará la cultura
popular, desarrollará una forma distinta de relaciones sociales y acabará con
la inequidad, la corrupción y la injusticia. Los mafiosos, los autoritarios y
todos los instrumentos a su servicio, no serán lo suficientemente fuertes ni
poderosos para impedir la recuperación del país. ¡Para
decirlo con claridad! Millones de personas lucharemos por hacer de Morena, La Esperanza
de México