El sentido histórico del alzamiento
magisterial
Por JESÚS SOSA CASTRO
Entre viernes 15 y
sábado 16 de julio, participé en dos debates. En el del viernes el tema fue “Las
luchas sociales en México, el papel de Morena y la democratización de sus
procesos internos” El sábado, discutimos sobre “las tareas políticas del
momento” Temas, a mi parecer, sumamente relevantes para entender lo que hoy
vive el país En Radio AMLO aparecieron dos posiciones: Una que ve a Morena y a su líder como los
únicos que pueden transformar a México mientras a las demás resistencias se les
asigna solo el papel de fuerzas adherentes. En este debate también se dijo que
la solidaridad expresada a los sectores magisteriales y populares, es
suficiente para lograr la solución a sus demandas reiteradamente levantadas. Los
resultados del encuentro de ayer martes entre la CNTE y la SEGOB, demuestran lo
contrario. ¿Qué pasa entonces? ¿Es solidaridad solo lo que requiere un alzamiento
como el que están llevando a cabo los maestros y un amplio sector de fuerzas
populares con muchas de sus autoridades legítimas a la cabeza?
Yo creo que no. Por
principio sostuve y sostengo que hoy, el problema político, organizativo y el
desarrollo de la teoría, deben ocupar el centro de nuestra atención y de
nuestro trabajo. El ímpetu creciente que sostiene el alzamiento magisterial
debe conducir, no solo a resolver los problemas secundarios sino, desde
posiciones de combate, conformar la
fuerza indispensable para disputarle al régimen su hegemonía y en su momento,
derrotarlo. El sentido histórico de esta gran lucha no se limita a sacar de la
cárcel a sus líderes, reinstalar a los despedidos o cobrar las quincenas no
pagadas por la SEP -cuestiones que el régimen quiere hacer pasar como parte de
la solución al conflicto, cuando en realizad son formas de mediatización- sino
pasar de la resistencia a las políticas del Estado a un estado de lucha
revolucionaria que rompa con la hegemonía del régimen político y ponga en el
centro, por lo menos, la abrogación de las reformas estructurales
Esta lucha representa
un almácigo de enseñanzas y de interrogantes que hay que dilucidar. En la
inmensa mayoría de quienes hablan sobre la experiencia de este alzamiento,
limitan sus planteamientos a que “se hace lo que se puede, porque la gente no está
en condiciones de hacer más” Pero de acuerdo a Lenin, “siempre hay que apoyarse
en lo más desarrollado del movimiento para darle perspectivas mayores que lo
ubiquen en etapas superiores de lucha” ¡Y este es el caso!
Es en este sentido que
considero que la decisión histórica que debió -y debe-impulsar la Dirección
política de la CNTE, aún no ha sido entendida o es muy limitada. Pero justo hoy
que la fuerza del alzamiento magisterial se multiplica, hay que llamar a todas
las resistencias que la están apoyando, para tomar juntos una decisión de cómo
enfrentar y ante quién resolver las demandas fundamentales. Falta, según mi
opinión, dar los pasos que lleven a cuestionar y a romper con la cultura y la
fe que hay sobre el Estado benefactor que, se afirma, fija los límites de lo
que se concede y de lo que se niega a las luchas sociales
La gestoría y las
ayudas asistenciales que promueven políticos y partidos, ya no son lo
fundamental. Quienes hablamos de transformar el país, no podemos quedarnos en
el papel de gestores o de organizadores de derrotas. De esto está llena la
historia de las fuerzas de izquierda. Ahora, el problema está en entender que las
demandas fundamentales, de cualquier resistencia, sólo podrán ser resueltas de
raíz, de manera irreversible, si se engarzan en una plataforma común, con una
dirección revolucionaria como únicos instrumentos que pueden cuajar el verdadero
torrente de transformación social
Quienes plantean que la
solución está en unirse en torno a AMLO y a Morena es, por decir lo menos, un
desacierto político limitado. No se trata de que alguien nos guíe y nos
conduzca al paraíso. Se trata de empezar a cuestionar las hegemonías de las personas
y partidos para abrirle paso a la autodeterminación y al impulso de las
colectividades que están irrumpiendo en la vida política y social de nuestro
país. Hay que eliminar la aceptación mediatizante que hay en las esferas
político-partidistas, las cuales trabajan sobre la idea de que no hay nada qué
hacer ante una cultura que ha permitido una larga dominancia de la burguesía. Porque
si no derrotamos esta concepción, el círculo vicioso de las gestorías, las
acciones de lucha constantes y la acumulación de derrotas van a seguir
frustrando las luchas populares
Lo que el momento
arroja como prioritario, es la construcción de una fuerza unitaria que forje un
solo torrente debidamente articulado. Que
abra la puerta a una sólida fuerza popular y que dé continuidad y fortaleza al
movimiento para estar en condiciones de confrontarse exitosamente con el
régimen político. Es necesario garantizar que el alzamiento magisterial popular
siga siendo el sujeto activo que, articulado con las demás resistencias
político electorales, logren cambiar este país. Se trata, en fin, de proveerle las
herramientas políticas, ideológicas y organizativas para que al lado de todo un
frente revolucionario derrotemos a la clase gobernante. Sin la dación de estos
pasos, difícilmente estaremos en condiciones de romper con la cultura idiotizante
y dadivosa de la burguesía en el poder
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