Perdió el PRIAN, Ganó AMLO
Por JESÚS SOSA CASTRO
El martes 4 de junio fui
invitado a participar en un debate convocado por un colectivo de la Alcaldía GAM.
Los temas fueron: las elecciones del 2 de junio, los problemas que vive Morena
y lo que puede suceder en el Congreso de Morena el 20 de noviembre. Al margen
de las opiniones de cada quién, lo que unificó a toda la audiencia, fue la crítica
a las formas utilizadas por la dirección para imponer candidaturas a diestra y
siniestra al margen de la opinión de la militancia. Como nunca, hay mucho encabronamiento
en ella. Pues al margen del triunfo de dos gobernadores, entre nefastos y
siniestros, se ve venir un congreso para el cambio de dirección en el mes de
noviembre en el que no es nada remoto que éste se convierta en una reunión más
de esas que ni huelen ni hieden
Como militante de la
izquierda por muchos años -dije en esa reunión- he apostado a la construcción
de un partido de clase, un partido que en su hacer y decir, estuvieran la participación,
la independencia y las demandas de los trabajadores. En ese y en todos los
demás en los que he estado, se dijo que esa Organización daría sentido y
dirección a las luchas del pueblo. ¡Esto no sucedió! Después de los fracasos y
frustraciones sufridos, miles y miles de ciudadanos fundamos Morena. Pensamos que,
por fin, tendríamos la oportunidad de sembrar otras ideas, otras formas de
hacer política, otras formas de atender a la gente, de resolver los viejos
problemas del país
Pero ¿qué vemos hoy en
este partido? Lo primero que hay que señalar es que los treinta millones de electores
que obtuvo la alianza electoral que llevó a la presidencia a López Obrador, nunca
fueron atendidos orgánica y políticamente por los directivos. Los actores más activos que se incorporaron a
la lucha por el cambio fueron desoídos en sus demandas y hoy transitan por las
veredas del desencanto. Los dirigentes no construyeron organización ni formaron
ideológicamente a sus cuadros. Impusieron decisiones cupulares, cerraron la
puerta a críticos y fundadores y se la abrieron a aquellos que garantizaban
lealtad a los jefecillos, a los integrantes de la nomenclatura nacional. Se
prostituyó el sentido partidista, todo se movió hacia un espacio electoral y convirtieron
las luchas sociales en una disputa por el botín. Ganaron las relaciones con los
jefes y se sobre puso a los ideales, las relaciones, el poder y el dinero
A seis meses de que se
convoque al congreso no hay indicios de que las cosas vayan a cambiar. Los que
ahora se auto proponen para la presidencia del partido, no son representativos
de los intereses de las bases, de los millones de votantes que siguen apoyando
al gobierno federal, no se les conocen posicionamientos personales sobre los
graves problemas del país, son en todo caso, representantes de los grupos de
poder que se metieron a Morena por la ventana. Si esto se da otra vez en el
próximo Congreso, sería una raya más que se adhiere al lomo de un tigre maniatado
por el poder. En las elecciones ocurridas en seis Estados lo que asomó fue el
rostro truculento de la antidemocracia y de la imposición. ¡El pudor político
se convirtió en pena ajena!
Esperamos que la
militancia reaccione y haga valer su opinión, su trabajo y su deseo de contar
con un partido que esté permanentemente conectado con las luchas sociales y con
sus electores. Sería un desatino por parte de quienes están en condiciones de
impedir que las cosas se repitan, que pasaran por alto lo que, en corrillos,
colectivos, en la calle y en lo que queda de los organismos de base, que se volviera
a imponer a los mismos de siempre cuando éstos son los responsables del
desencanto y la frustración orgánica que vive Morena. Quien le esté apostando
al prestigio y a la autoridad política del presidente para continuar como
dirigentes del partido o como funcionarios públicos, se equivocan. El horno ya
no está para bollos
Ojalá que la democracia
y la consulta a las bases se abran paso en los preparativos y realización del
próximo Congreso. Sólo esto garantizará la continuidad de los más importantes actos
de gobierno, será, también, la fuerza que impida que la oposición con todos sus
alfiles, sigan generando las condiciones para acabar con un proyecto
democrático que, hasta ahora, apoyan el 82% de los ciudadanos de nuestro país.
Es momento de cambiar las cosas. El tiempo de los ineptos, de los oportunistas,
de los electoreros, de los ajenos a las luchas del pueblo, ha llegado a su fin.
Ahora corresponde a la militancia, a los constructores, a los impulsores de una
forma nueva de hacer política, de los que queremos democracia adentro y afuera
del partido, tomar en nuestras manos los cambios que se requieren. ¡Ya basta de
imposiciones y de locuras que llevan a la nada!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario