En el santuario de la pintora Meche
Quevedo
Por JESÚS SOSA CASTRO
Ya en otras ocasiones
he descrito algunas experiencias sobre mi militancia en el partido de los
comunistas mexicanos. También he hablado, con cierto detalle, sobre las tareas
más importantes que desempeñé por encomienda de su Comité Central. Dije que con
otros camaradas organizamos las células del partido en la zona industrial de Vallejo,
en Sosa Texcoco y en el Movimiento Revolucionario del Magisterio. Que, al lado
de Valentín Campa y de otros destacados camaradas nos encargaron la tarea de
construir un movimiento sindical con influencia o dirección de este partido. Que
después me hicieron responsable de la Comisión encargada de atender las
relaciones políticas con los revolucionarios de América latina. Que la tarea
más difícil que se me encargó por parte de la Dirección del Comité Central fue la
de proveerlo de las finanzas para que pudiera hacer su trabajo
La represión,
persecución, encarcelamiento y asesinato de varios de sus dirigentes, satanizados
por la burguesía y por sus instrumentos de comunicación, colocó nuestra
actividad en el lindero de la ilegalidad, de la privación total de recursos
para trabajar y nos limitó las condiciones para apoyar a los cuadros profesionales
del partido. Dirigentes como Gerardo Unzueta Lorenzana, Eduardo Montes Manzano,
Rafael Jacobo, Valentín Campa, y otros camaradas, o estaban en la cárcel o en
la clandestinidad. Las posibilidades para hacer su trabajo y atender en lo
básico a sus familias, influían negativamente para atender las tareas
encomendadas. Los hijos y esposas de los dirigentes eran echadas de las casas o
departamentos por dificultades para pagar a tiempo las rentas. Muchas de estas
relaciones familiares terminaron en la desintegración
En estas condiciones difíciles
me dieron la encomienda de buscar recursos para que los dirigentes pudieran trabajar,
subsistir y no perder a sus familias. Empecé por hablar con los militantes del
partido, con amigos, con simpatizantes, intelectuales, artistas y pintores para
que ayudaran a nuestra organización. Muchos de estos hombres y mujeres con los
que hablé en nombre del PC nos ayudaron económicamente o donándonos parte de
sus obras para venderlas y contar con los recursos más elementales. Otros nos
compraban lo que se hacía en algunas pequeñas empresas del partido y en los
festivales que hacíamos con el apoyo de otros partidos hermanos, adquirían los
productos que se exhibían en dichos eventos
El anonimato que muchos
nos pidieron mantener, lo seguimos respetando porque así se empeñó la palabra
de los comunistas. A muchos años de distancia, les reconocemos su apoyo incondicional
porque con éste, se hicieron muchas actividades que contribuyeron al logreo de
las libertades atropelladas por los gobiernos de la burguesía. Sin embargo,
muchos años después reconozco el apoyo económico frecuente que los pintores y
grabadores José Chávez Morado, Mario Orozco Rivera y Mercedes Quevedo le dieron
al partido para que éste pudiera atender las necesidades que enfrentaban los
cuadros profesionales del Comité Central. Valoro la actitud de estos tres
camaradas ya fallecidos. Siempre sentí respeto y orgullo por este tipo de
militantes comunistas
Casi treinta y cinco
años después, el 25 de mayo tuve la oportunidad de volver al santuario de Meche
Quevedo ubicado en las faldas del Tepozteco, en el viejo lomerío de Magdalena
Contreras. Volveré invitado por otro colectivo el 1º de junio. En ambas
reuniones se habló y se hablará de los problemas del país, del Partido Morena y
de lo que pasa en su dirección. De cuando iba a ver a Meche Quevedo para
asuntos de finanzas a la fecha, todo ha cambiado. La casa taller donde vivió y
trabajó esta pintora comunista, ya no queda ni rastro. De su hospitalidad y de
la encomienda que tenía para cuidar un lote que se había comprado para construir
en él la escuela del partido, no queda nada, todo ha sido ilegalmente apropiado
por los cárteles inmobiliarios. Este terreno y los demás bienes del PCM fueron
transferidos al Partido de la Revolución Democrática. Los chuchos, personajes
siniestros que firmaron el pacto “por México” y se hicieron dueños del PRD, andan
con la idea de venderlos para pagar sus deudas adquiridas en los últimos años
de su entreguismo político
Meche murió en Irapuato,
Gto. a la edad de 87 años, pero los que aún seguimos soñando con los mismos
ideales por los que ella trabajó, nos queda el orgullo y la decisión de seguir
levantado su bandera. La misma bandera que en los peores momentos que vivió el
país, estuvo, siempre, en manos de los comunistas mexicanos
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