El
próximo entierro o la posible resurrección
Por JESÚS
SOSA CASTRO
En el foro nacional de militantes morenistas convocado por un
grupo de enlaces de alto nivel, puso sobre la mesa los temas más relevantes que
hoy preocupan a la mayor parte de las bases. Lo que destacó fue la crítica por
el mal desempeño que ha tenido la actual dirección. Hablamos del enojo en las
filas del partido, del extravío de los demás órganos de dirección y de las
malas decisiones tomadas hasta ahora. La reunión del Consejo Nacional y la
participación de la CNHJ del domingo 29 de septiembre parece destrabar las
cosas y enderezar el barco que empezaba a perderse en ese mar de versiones y
acuerdos contrapuestos. Esperamos que todas las instancias se pongan de acuerdo
y le eviten al partido vivir estas contradicciones vergonzosas. Personalmente
deseo que los intentos fallidos de salirse de los Estatutos no haya sido una estrategia
para imponer decisiones y que sólo haya sido resultado de la pobreza intelectual
de quienes mantienen al partido en permanente estado catatónico
El nacimiento de Morena fue la esperanza de que al fin
tendríamos una organización representativa de los intereses del pueblo. El
hartazgo que vivíamos los ciudadanos a resultas del todavía actual sistema político
tuvo como meta insertarse en una rebelión social que venía disponiendo sus
fuerzas para tirar de la escena pública al neoliberalismo que pone en el centro
los intereses del mercado y no las necesidades económicas y sociales de la
gente. Esa acumulación de circunstancias y hechos, no condujeron a la pasividad
o al desencanto del pueblo, ayudó en cambio, a dar los pasos necesarios para
organizarse y hacer posible desde su esfuerzo, una transformación que, por
desgracia, la mayoría de la izquierda no ha podido o no ha querido entender
Un partido, según Gramsci, es aquel que rescata los valores
culturales del pasado. El que sabe que nada se puede construir para el futuro
si no se tienen en cuenta los materiales ideológicos, políticos y culturales
del presente. En sus cuadernos de la cárcel siempre mantuvo un elemento de confrontación
con la cultura de su tiempo, un debate con enemigos reales. Sostenía que “la
política partidista es la síntesis de los contrarios, de los diferentes” Examinaba
problemas más que conceptos. Luchó por un “marxismo vivo y adulto, en diálogo
con los demás pensadores” Sostuvo que el partido debe verse en su situación “concreta
no como mero instrumento de la revolución o como fruto mecánico de las
contradicciones de clase. Es un todo social en donde el Partido debe ser un activo
operante, elaborador de una nueva cultura que conlleve a la creación de una nueva
sociedad” (*)
¿La dirección de Morena y sus intelectuales están entendiendo
lo que estas definiciones significan? ¡Sostengo que no! Los órganos de
dirección no comprenden el papel que debe jugar el partido, la ideología y la
política. La expresión de sus debilidades tiene que ver con una concepción limitada.
Todo se reduce a la cuestión electoral. No sabe lo que significa la
recuperación de los valores culturales, sociales y políticos de los que habla recurrentemente
el presidente de la República. La dirección se mueve en la orfandad política e
ideológica. Por eso la omisión de sus funciones. Los dirigentes de Morena no
interpelan a sus opositores, no los critica ni los valora, no saben con qué
hacerlo. Cuando hablan, es para expresar las diferencias entre los órganos de
dirección o para defender los intereses de los grupos de poder. ¡Hacer política
para la gente no se les da!
Contrariamente a la función que debiera tener el partido lo
que hoy está en la boca de la mayoría de su militancia, es la crítica y las
exigencias para democratizar el partido. Aceptar la diversidad del pensamiento
es hoy una cuestión fundamental. Debido a que esto no es entendible, la
presidenta en funciones se empeña en torcer los Estatutos para imponer
dirigentes a imagen y semejanza. El partido está más cerca del pensamiento
gramsciano que los dirigentes. Estos y a pesar de nuestra opinión, sólo son instrumentos
electorales y cultivadores de procesos burocráticos. La falta de entendimiento
sobre el papel de la dirección, la auto marginación de los fenómenos sociales y
culturales, hacen pensar en el próximo entierro del partido. Su resurrección
posible estará ligada a la capacidad política e ideológica que muestren los
nuevos dirigentes y a la aplicación estricta de lo que señala el 2º informe de
la Comisión de coadyuvancia para el proceso interno. Es de esperarse que la
política se vea como una ciencia, aquella que Gramsci llamaba el tránsito del “sentir-comprender-saber,saber-comprender-sentir”
¡Espero que esto se entienda y se aplique!
(*) Gramsci. - El partido político como problema. Francisco
Piñón. Editorial Viento Sur
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