Convertir la palabra en una
revolución
Por JESÚS SOSA CASTRO
En los últimos días del
año 2021, fui testigo de una serie de hechos por demás importantes. Oí y participé en discusiones sobre lo que
pasa en el mundo de la política de nuestro país. Hubo valiosos argumentos y también
trivialidades. Se habló sobre el QUÉ HACER de nuestra lucha y de cómo profundizar
las transformaciones sociales y políticas que la mayoría del pueblo estamos
haciendo nuestras desde el 1º de julio del 2018. ¡La discusión fue y es apasionante!
Fueron evidentes los esfuerzos por salir de lo común y convertir la política en
un instrumento con miras a hacer de la palabra, de la acción, el mecanismo al
través del cual, se asegure una transición a la vida democrática en nuestra
patria con justicia y libertad.
Profundizar los efectos de una revolución que acabe con desigualdades
económicas, se rescate la dignidad de la mayoría de nuestra gente y se
convierta al país en auténtico motor de la esperanza
Por momentos, la
disputa entre la vehemencia y la teoría en las filas de Morena y fuera de ella,
parecía dinamitar las estructuras de la organización. Las expresiones, las
conductas y las caras de muchos compañeros del movimiento, reflejaban y reflejan
en sus rostros y en sus ojos, el enojo o la aceptación de contenidos en
discursos polarizantes en los que la visión chata de los dirigentes de Morena
está violentando todas las normas y ordenamientos democráticos que se contienen
en el Estatuto y en la declaración de principios. A veces se daba la impresión que
desde dentro de nuestra conciencia, se están rompiendo los anclajes de una
práctica política que ya no aguanta el peso de los hechos y de la crítica. Se
requiere una revolución de nuestras viejas experiencias para estar en
condiciones de dar paso abierto a los nuevos desafíos que exige la situación
Es conveniente destacar
que a propósito de estas cuestiones se ha construido una edificación teórica
que enriquece con creces el pensamiento de la militancia. Mientras unos hablan
de los sentimientos más profundos de quienes han entregado su vida a la lucha,
otros plantean la urgencia de construir una resistencia nacional que se ocupe
con urgencia de construir una conducción revolucionaria, que impida que la
lucha de nuestro pueblo, se quede varada en las demandas tradicionales y se
pierda el objetivo de transformar el país en una vida auténticamente humana.
Cuando estas luces y estas ideas revolucionaban las conciencias de miles de
miembros del partido, en mi fuero interno se daba otra lucha en la cual el
viejo topo del que hablaba Marx, carcomía mi vida y mis tiempos
Sin embargo, me alegra
que la voz del pueblo comience a reivindicarse. Otea el horizonte gris que le
ha impuesto la derecha golpista y ha reconocido que ese tono no se compagina
con la historia que está construyendo. Los muertos, desaparecidos,
desempleados, excluidos y empobrecidos por el otrora poder burgués, no merecen
el silencio y el olvido que manifiestamente se da en los órganos de dirección
de Morena. La resistencia para articularse y convertir su fuerza en un torrente
de miles de mujeres y hombres da muestras sobradas de su permanente incapacidad
para romper con las viejas prácticas del oportunismo priista cada vez más
fortalecido al interior de Morena. Ha vivido el entreguismo de los partidos
sistémicos y traza para sí una ruta en la cual sus decisiones empiezan a
convertirse en el objeto de sus luchas
¡La suerte que vive el
país no acepta regateos ni lamentos! Ha llegado la hora de acompañar las
palabras con los hechos, de articular y conducir a los trabajadores y al pueblo
más allá de las demandas sectoriales. Es hora de correr a los corruptos del INE
convertir la pasividad en acción, en una fuerza que derrote a la derecha
rabiosa contra la 4T. Está visto que, si el pueblo no se organiza, no unifica
su fuerza, no participa en la defensa del cambio verdadero; si no elige a la
mejor candidatura para suceder al presidente López Obrador en el 2024, si no participa
en la construcción de una nueva sociedad, sobre la revocación o ratificación
del mandato; entonces la oportunidad para transformar el país se verá truncada
y la derecha echará abajo todos los avances sociales, que el pueblo y el
gobierno venimos impulsando en todo el territorio nacional. La apuesta está echada.
Sólo falta pasar de los dichos a los hechos
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