A Morena
hay que devolverle el cuerpo, el alma y el corazón
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Muchos militantes de Morena, entre ellos yo, hemos dicho que este
partido ha crecido de manera exponencial. ¡Esta versión vale solo porque el 80%
de los ciudadanos ha expresado su aprobación a las políticas del presidente. Pero
si hablamos de nuestra organización y de cómo se expresan su fuerza, su acción
y el debate en los momentos complejos que estamos viviendo, entonces hay
bastantes cosas por decir. El apoyo que hay hacia AMLO no es necesariamente por
el trabajo del partido, pues a éste se le ha quebrado su estructura
organizativa, el impulso a la participación y ha pasado por alto su tarea de
atender al creciente movimiento popular
El inicial proceso de su construcción contemplaba una
estructura interna por centro de trabajo, por manzana, por colonia, por barrio,
por región, por Estado y a nivel nacional. Cuando esto se dio, el apoyo y el
entusiasmo de la militancia fueron la base de su crecimiento, había
participación real en el debate político y en el cumplimiento de las tareas
partidistas. Fueron estas asambleas las instancias en las que se eligieron
democráticamente a los consejeros, había vida orgánica y acciones políticas que
defendían un proyecto distinto de partido y de nación
Cuando esto fue desmantelado por los órganos de dirección
para imponer a delegados y estructuras paralelas, la vida partidista empezó a
desaparecer y fueron los grupos, las tribus, los chipocludos, ligados al poder
central del partido, los que tomaron en sus manos las decisiones políticas y
organizativas de Morena, lo cual, quiérase o no reconocer, fue lo que acabó con
el entusiasmo, el encanto y la decisión de construir una organización que
sirviera a los intereses de los trabajadores y del país. A partir de entonces se
abrió paso a la simulación. Una casta de vivales recibió la orden de construir
los comités por sección electoral, los cuales tenían la encomienda de promover
el voto y cuidarlo en las casillas. Se había perdido el sentido original de una
estructura organizativa y política con principios, alejada de políticas
coyunturales que al final lo llevó a hacer del trabajo electoral el único modus
operandi
Hoy el partido está medio lleno de vivales y medio vacío de auténticos
militantes. ¿Realmente estamos creciendo como partido o lo que han crecido son
las políticas públicas del presidente? Yo sostengo que algo de esto es lo que está
ocurriendo. Basta observar lo que pasa en el cuerpo, el alma y el corazón del
partido para darse cuenta de que éste aún no está a la altura de los
requerimientos políticos que estamos viviendo. Hoy las aguas se están
enturbiando. La derecha nacional e internacional está haciendo todo para echar
abajo la reforma al poder judicial y el partido sigue mirándose el ombligo. Necesitamos
recuperar la participación organizada de la militancia, volver a las
estructuras democráticas, impulsar el debate interno sobre los problemas del
país, y convertirnos, seriamente, en el partido que necesita el pueblo de
México
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