miércoles, 14 de septiembre de 2016

La atomización del sistema de partidos. Su crisis de representación

Por JESÚS SOSA CASTRO

Confieso que poco había leído del Doctor en Ciencia política Octavio Rodríguez Araujo. Maestro emérito de la UNAM y uno de los científicos sociales que han estudiado con esmerada dedicación a los partidos y a los políticos. Esta falta me apena, pues su obra mucho me hubiera servido para comprender mejor lo que yo he hecho desde hace más o menos cinco décadas. En este largo período, la vida me ha enseñado mucho, pero también, la terca realidad me ha ido obligando a repensar, a estudiar  y a cambiar mi visión de las cosas
Tarde comprendí que todo este tiempo trabajé poco para cuestionar al sistema. Me quedé en la orilla, arrastrado por una práctica política que fortalecía a las instancias del régimen. Mi trabajo político marchó, poco, en la ruta de confrontar al sistema y contribuir a su derrocamiento. Me la pasé construyendo los andamios para tener un gobierno para el pueblo, pero no un gobierno del pueblo. Apoyé a políticos que públicamente ofrecían cambios que, obvio, no llegaron jamás. El resultado lo tenemos a la vista. ¡Nada ha cambiado!. Los ofertantes se volvieron una “clase política especial” una mafia que se enriqueció, se corrompió y se alejó de quienes los llevamos al poder. Todos ellos fortalecieron al sistema. Ninguno hizo ni hace nada para acabar con él 
Desde luego que no reniego de haber militado en casi todos los llamados partidos de izquierda. En ellos se forjó una parte importante de lo que soy. Pero…. como dice Octavio Rodríguez Araujo: “cuando los partidos y los políticos se van convirtiendo en comparsas del sistema, en esa misma proporción van perdiendo la cercanía con sus bases” “La crisis de representación de éstos, se refleja en un proceso creciente de atomización y de pérdida de credibilidad.” (*)
Este desencanto me ha llevado a cuestionar mi propio trabajo. ¿A quién le estoy sirviendo? ¿Hay voluntad real de cambiar las cosas en este país? Lo que abracé con profunda convicción comienza a perderse en un mundo de contradicciones. El proyecto político y programático por los que sumé mi esfuerzo y mi trabajo, están chocando con un comportamiento pragmático y resbaladizo que no comparto. Quisimos, muchos, que la dirigencia oyera nuestras opiniones para corregir las cosas que veíamos se estaban haciendo mal. ¡Nunca se nos oyó! En mi caso sólo hubo amenazas y exclusión 
No me voy a salir de este partido. En su alma, he dejado una parte muy importante de mi trabajo y no lo voy abandonar. Es mi partido, hasta ahora. Rechazo sí, lo que me parece son sus errores principales: No tiene una dirección que le interesen las opiniones de la base, se ha alejado de ella de manera irresponsable. Ha impuesto a personas y estructuras que no responden al interés del partido y de la militancia, sino de su burocracia. La mayoría de estos “personajes” hacen mal uso de su autoridad y de su trabajo. Son ignorantes y autoritarios. En cambio, arropan y promueven a los incondicionales. Lo más grave son los deslices hacia la derecha. Se está diluyendo el proyecto político que ponía en el centro la transformación verdadera del país. Anticipadamente se ofrece una amnistía a los que han agraviado por décadas al pueblo trabajador. Cuando las mafias están entregando o se han adueñado de nuestras riquezas naturales, cuando han violentado los derechos laborales de los trabajadores y cuando han construido una franja de sesenta millones de pobres. Los crímenes y desapariciones de lesa humanidad se han convertido en lo absurdamente cotidiano. ¿Cómo plantear, entonces, que se va amnistiar a estos gandayas, corruptos y traidores a México?
No es casual que millones de mexicanos estemos gritando que se vaya Peña Nieto y todo su mal gobierno. Ya no  queremos que nos utilicen para fortalecer su poder. Millones vamos por  un cambio de verdad. El pueblo tiene derecho y la obligación de auto determinarse y poner en juego su propia fuerza para cambiar lo que ahora lo está llevando al caos y a la pobreza
Por eso miles de mexicanos y yo no compartimos el planteamiento de impedir que caiga Peña Nieto. ¿ No es esta la demanda principal que se grita en todas las plazas públicas, en reuniones privadas y en la calle?  ¿Acaso no están a la vista los fracasos de todas las reformas estructurales que prometieron felicidad, bienestar y paz a los mexicanos? ¿Qué elementos pueden arguírse para cambiar la consigna de que se vaya el señor más corrupto e inepto que padece el país?  ¿Cuál es la alternativa que se propone , más allá de la electoral, para lograr el poder y retenerlo?
No son poca cosa estos hechos que llevan a una enorme frustración. Los militantes de Rumbo Proletario estamos buscando los instrumentos teóricos, organizacionales y políticos que nos permitan construir una vida cien por ciento humana. Lo que aprendí en la calle defendiendo causas y demandas populares no me llevaron a ningún cambio. La mayoría de los mexicanos seguimos viviendo peor a pesar de todo cuanto se ha dicho que iba a suceder. Hay que volver al estudio de los clásicos, de la lucha revolucionaria. Todos los que se empeñan en ir desbrozando el camino que conduzca a la liberación de nuestro pueblo, encontrarán en los rumberos el trabajo, el apoyo y la decisión de derrocar al sistema capitalista y abrir paso a una vida auténticamente humana. ¡Este es nuestro compromiso!

(*) Democracia, participación y partidos, de Octavio Rodríguez Araujo. Editorial Orfila, 2016


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