Los partidos y el poder
Por JESÚS SOSA CASTRO
Mi pertenencia al taller que estudia los
problemas de México ha sido un hallazgo afortunado. Rumbo Proletario está
sacando la casta intelectual y sus militantes, por fin, estamos encontrándole
sentido a nuestro trabajo ideológico y político. No solo es motivante abrazarse
con camaradas que han dado su tiempo y su trabajo a las luchas sociales, es esa
intensa fuerza que da el conocimiento materializado en aquello que antes se manejaba
por inercia y que hoy, es ya resultado de una mezcla de reflexión teórica y
práctica política. Este importante comienzo, ha descubierto en mí la raíz de
aquellos elementos que le están dando sentido a mi vida política
Durante cinco décadas he dispuesto mi
tiempo y mis esfuerzos para contribuir al cambio de mi país. Al lado de muchos
compañeros de lucha, hicimos cuanto estuvo a nuestro alcance para dotarnos de
un medio que tuviera la fuerza y la capacidad intelectual y organizativa para encabezar
esos cambios. Ese fue el interés que me llevó a participar en el Partido
Comunista Mexicano, hasta mi actual militancia en Morena. En el
PCM estudiábamos en CÉLULAS, en Morena quisimos hacerlo en los Comités de base,
pero la burocracia decretó su muerte antes que éstos encontraran la razón de su
existencia. Hoy los militantes están huérfanos, fueron materialmente
abandonados y aplastados por estructuras que sólo sirven para formar la
tradicional clientela electoral
Muchos confundimos nuestro trabajo. Creímos
que fortalecer al partido era sólo andar
de arriba para abajo entregando volantes o periódicos. No hubo y no hay en los
dirigentes, ningún interés para que las personas expresen sus ideas. No tuvieron
la oportunidad de hacer propuestas y menos uso de su derecho de
autodeterminación para defenderlas al través del partido. Los activistas sólo
hacíamos el papel de correos, de llevadores de papel de lo que supuestamente era
el trabajo de los líderes. Esto hizo de la militancia una fuerza pasiva,
indiferente, en espera de que todo llegara desde arriba
Nadie explicó a los activistas que la
fuerza de un partido no está en sus dirigentes. El partido es un medio y solo
sus bases y esa porción creciente de gente que está despertando, son la fuerza
que le da ese poder. El activismo a ultranza así como las viejas formas de hacer
política, ya entraron en una crisis terminal. La presencia de los visitadores
de domicilios se ha convertido en algo tan común y molesto, que los
destinatarios de esas visitas han terminado por cerrarles las puertas. Los
montones de papeles que llevan a las casas, han hecho que los vecinos rechacen automáticamente a todos los impulsores del
comercio y a los repartidores de volantes partidistas. Todo lo ven como una
mercancía, incluyendo la política
Los partidos perdieron su capacidad de
autonomía. Acabaron fortaleciendo al sistema porque no percibieron la
importancia de construir sus relaciones sociales y políticas, su propio poder,
con criterios de autodeterminación. Creyeron que llegar al gobierno era lo
mismo que llegar al poder. No estudiaron las experiencias del once de
septiembre de 1973 en Chile con Salvador Allende, ni lo que ha sucedido
recientemente con Cristina Kirchner y Dilma Rousseff en Argentina y Brasil. La
clientela electoral no salió a defender a esos gobiernos porque sus proyectos
no eran los proyectos de los trabajadores ni de sus pueblos, por más que
hablaron en su nombre. Lo que se impuso fueron los intereses y la política del
gran capital nacional e internacional
Ojalá en México Morena corrija su rumbo. El
trabajo que hace AMLO es muy importante, pero éste no se convierte necesariamente
en organización, en una participación popular organizada. Hasta ahora, Morena
no cuenta con esto ni con una Dirección que esté a la altura de los
requerimientos que exige el país. En su loable trabajo, López Obrador ha
captado las dolencias sociales y ha desarrollado un lenguaje político al través
del cual proyecta su pensamiento y sus propuestas programáticas. Sin embargo, hace
falta que el pueblo sea el dueño de sus ideas, de sus propuestas y de su
proyecto. No es la clientela electoral
ni las imposiciones de personeros sin cultura política y llenos de soberbia y
autoritarismo los que salvarán la situación. Hace falta que este partido vuelva
su mirada hacia el pueblo, lo organice y trabaje a su lado
Dice
Andreas Schedler (*) que cuando un jefe de Estado es al mismo tiempo integrante
de la mafia, “se establece como ladrón superior que monopoliza la fuerza y el crimen….Para
aplacar la inconformidad que esto provoca, establece instituciones formales que
restrinjan su poder como son los partidos y las legislaturas” Parece que Morena
ya ha pasado a formarse en estas filas. Su participación al lado de las luchas del
pueblo deja mucho que desear. En la cámara de diputados y en la Asamblea
legislativa, la mayoría de los Diputados “ni huele ni hiede.”
Es preocupante lo que le está pasando a
este partido. Ese poder que le dieron sus relaciones políticas que tejió con amplios
sectores de la opinión pública cuando presentó su Proyecto de Nación, se ha
desfigurado. Su poder estaba en ese conjunto de propuestas, en el dicho de que
el partido iba a ser un partido democrático, con ojos y oídos para recoger las
opiniones de sus bases. ¡Todo esto falló! Hoy predomina la simulación, el autoritarismo,
y un regreso paulatino a las viejas practicas de una política clientelar. ¡Lástima Margarito!
Twitter@rasocas
(*) La política de la incertidumbre en los
regímenes electorales autoritarios. Andreas Schedler , Fondo de Cultura
Económica
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