miércoles, 16 de noviembre de 2016

No se puede ser un revolucionario si antes no se llena de  conocimiento

Por JESÚS SOSA CASTRO

En Guanajuato Capital está prendiéndose una luz que va a ser difícil que alguien la apague. Decenas de líderes sociales y militantes de partido están construyendo una experiencia que da sustentabilidad política e ideológica a su trabajo. Se cansaron de ser obedientes seguidores de consignas y decisiones impuestas. Su fuerza y su trabajo está combatiendo estos liderazgos porque son autoritarios y ajenos a la militancia. Había que empezar a rebasar esas deformaciones y los compañeros de Guanajuato han sumado su decisión a la de miles de compatriotas que en el país andan  buscando aquellos elementos que los armen de ideas y de políticas para elevar el nivel de su quehacer revolucionario. La discusión colectiva apoyada en la ciencia marxista los está sacando de esa corrosión que mina el entusiasmo y la esperanza por un cambio profundo en la vida del país

En las filas de las  resistencias sociales ha empezado  a darse una rebelión contra las viejas formas de hacer política. Las decisiones cupulares están siendo cuestionadas por los actores principales de las luchas y de los cambios. Poco a poco la gente que está en la pelea, se está dando cuenta que no es suficiente repartir volantes o andar haciendo acciones que no dejan organización, ni  contenidos, ni políticas que den fuerza y conducción a esos sectores combatientes. Los que dirigen esas resistencias no han entendido o no quieren entender que los sentimientos y las frustraciones de la gente vienen de muchos años atrás. Que las revoluciones y los cambios que le prometieron al pueblo en distintos momentos de la historia nacional, terminaron llevando al poder a una bola de corruptos y de gandules, mientras los que aportaron sangre y sacrificio, siguieron y siguen en la exclusión y en el abandono
 
La justificada desconfianza de los combatientes que expresan su inconformidad contra las promesas demagógicas, el engaño y la antidemocracia, es apenas la respiración anhelosa de un sistema social, podrido por dentro  y por fuera, cuya solución no está en apalancar ni a los viejos partidos ni al Estado, para que sigan dañando a la nación, sino en la creación de las condiciones para derrocarlo y enterrarlo para abrirle paso a una vida auténticamente humana. ¡Esto es lo que está en el fondo de las protestas e inconformidades de la gente! Ya no quiere ser el sostén de esté régimen corrupto y en descomposición. Su lucha la quiere poner en consonancia con la nobleza y la certidumbre de que su trabajo político y sus acciones, van a servir para cambiar el actual estado de cosas y no para hacer convalecer a un régimen autoritario, corrupto y moribundo

Esta determinación de los luchadores de Guanajuato, de Baja California, de la Ciudad de México, de Michoacán, de Oaxaca o de cualquier otro Estado del país, no responde a la busca de puestos o de recursos materiales para hacer su trabajo. Buscan la transformación nacional que por muchos años ha estado presente en los sueños de la gente. Lo que se quiere y lo que se necesita, es poner en juego las decisiones colectivas, la discusión y el trabajo de los verdaderos constructores del cambio por venir. La miopía con la que se conducen los dirigentes de papel, lo único que han logrado es desalentar los proyectos políticos democráticos y llenar de agravios a los luchadores sociales que de manera esforzada y sin recursos, han trabajado poniendo por delante los intereses de la población

Pero todo lo que se hace al margen y en contra de la militancia o de los pueblos, termina por convertirse en una estatua de sal. En el encuentro de los activistas y líderes de pueblos y municipios, la pregunta de si no sería mejor salirse de las resistencias político-electorales, se topó con una sólida argumentación en contra, desarrollada por el Dr. Armando Martínez Verdugo, dirigente del Centro de Reflexión en la Acción, Rumbo Proletario. ¡El hizo varias preguntas! ¿Se gana algo abandonando las trincheras de lucha porque nos excluyen de manera permanente? ¿Acaso no se ha reflexionado que la exclusión y el mal trato es porque ustedes no son parte del coro que forman aquellos que carecen de liderazgo real? ¿No se han dado cuenta que ustedes representan el proyecto de una transformación revolucionaria que quiere el cambio del sistema y no solo revitalizarlo dejando intactas sus estructuras de poder? Ustedes y todos los que trabajan por la transformación de la sociedad tienen de su lado a la gente, motor de las luchas revolucionarias y de las grandes transformaciones ¿Es poco lo que está enfrente de ustedes?

El orgullo y la convicción de todos aquellos que no tienen nada que esconder, que trabajan con el pueblo y que en cualquier circunstancia se aprontan para darle la cara, es una cualidad que solo tienen los revolucionarios. Este atributo es la esencia y lo mejor de los sentimientos de todos los que sirven al país y no a los eternos suspirantes por el poder. En cambio, hay otros que como el mito de Sísifo, para lograr lo que quieren están condenados a empujar la misma piedra y llevarla a la cima de la montaña, sólo para volver a caer y volverla a empujar de manera perpetua. Nosotros, no queremos padecer las mismas penas de ese infierno. ¡Ya superamos esas bufaladas!






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