Los críticos y los difamadores de
Morena
Por JESÚS SOSA CASTRO
Algunos miembros de
Morena andan muy desencantados y resentidos. Trabajaron con algunos candidatos
a Diputados y Jefes Delegacionales y al final de cuentas los excluyeron. Los
puestos fueron para los amigos, para los leales. Sus quejas y sus dolencias
políticas suben y bajan en las redes sociales. De pronto se volvieron
adversarios duros contra AMLO. Su resentimiento y enojo se les desborda por
todas partes. Basta leer sus comentarios para darse cuenta que su participación
en el partido, no obedeció nunca a poner en juego las convicciones para
construir, colectivamente, un proyecto democrático. ¡Lo que buscaban era una
rebanada de pastel!
Los adversarios
políticos también están muy inquietos. Si gana Andrés Manuel, muchos de sus
privilegios y de sus latrocinios se van acabar. Por lo menos eso es lo que
espera la mayoría de los ciudadanos. No le perdonarían a AMLO que se hiciera de
la vista gorda y pasara por alto los agravios que esos representantes de la
clase burguesa, corrupta y criminal, sigan del brazo y por la calle con el
nuevo gobierno de “Regeneración Nacional” El pueblo va exigir que se le haga
justicia en todos los aspectos. Sólo así tendría sentido y razón de ser un
esfuerzo popular que se vino construyendo con la idea de acabar con los
privilegios, con la impunidad, con la corrupción y con los corruptores
Es verdad que lo que
pasa en las filas de Morena es muy preocupante. La construcción de un partido
distinto a todos los que existen, creó en amplios sectores del pueblo una
especie de orgullosa pertenencia. Se podía presumir que uno hacía un trabajo
dando tiempo y esfuerzo, porque en el corazón de este proceder iba la
convicción de que podíamos gritar que éramos diferentes. Que estábamos
construyendo un partido democrático, con profundas raíces populares y sobre
todo, ajeno a las mañas y a la cultura clientelar. A los tres años y medio de
que nació este partido, la gente percibe que las cosas no son como se las
cantaron
Todo esto fue señalado
por varios de nosotros, los críticos, los excluidos. Hechos y actitudes los
vimos venir. Marcaban un sello distinto al que quisimos desde que nació el
partido. Hoy mismo, hay un desdibujamiento de nuestra organización porque en
aras de un triunfo electoral en el 2018, se está permitiendo la llegada de
personas y grupos que no suman prestigio ni trabajo a la Organización. Son entes
que llegan en vuelos rasantes, con mochila al hombro, para meter en ella las
ventajas del reparto que viene
Hay sin embargo otra
cara. La que no se percibe con claridad pero que conviene ir comentando para no
caer en ligerezas. Aun cuando es explicable la irritación de algunos compañeros
que dieron todo su tiempo, sus recursos y su trabajo en la construcción del partido,
el enfoque actual de su crítica no es el adecuado. Otros, los que sí somos
distintos, no renunciamos a nuestros principios y a nuestra independencia política.
Desde el inicio, ejercimos nuestro derecho a la crítica en tanto percibíamos
errores y conductas de dirigentes grandes y chiquitos. No asumimos jamás una
conducta oportunista que pusiera por delante el interés de ocupar puestos
dentro o fuera de los círculos del partido. Cultivamos una autoridad que hasta
hoy nadie puede cuestionar porque no anduvimos ni andamos limosneando partes
del poder. Estamos en Morena porque a pesar de todas las críticas y las
desviaciones, no es lo mismo un gobierno encabezado por este partido que uno
por el PRI o por el PAN
Muchos tenemos claro
que Morena no será el partido que cambie todo cuanto se ha podrido en el país.
Quien piense eso se va a frustrar otra vez. Morena, cuando mucho, le lavará el
rostro al sistema de corrupción imperante. Enderezará un poco la política económica,
combatirá la impunidad, luchará contra la corrupción y seguramente abrirá un poco
la participación popular para recomponer el régimen político. Forjar un
movimiento popular con sustento programático revolucionario, tener una idea
clara acerca del objetivo final de la lucha, una noción precisa del camino o de
la vía que conduzca al objetivo final y contar con un manejo de la situación
que se vive en el momento histórico en que se lucha, sólo lo puede tener un
partido con una dirección revolucionaria. ¡Nada de esto se percibe en Morena!
En un debate que se dio
en la GAM el sábado 11 de febrero por la noche, me quedé patidifuso con la posición
que en nombre de este partido hizo su “enlace” El partido, sostuvo, está formando
un Frente Nacional en el que la existencia pluri clasista de su militancia, le
abrirá la puerta a todos los que estén dispuestos a luchar contra Trump. Se
insistió en que ahora, es un error exigir la renuncia de Peña Nieto y todo su
mal gobierno. Se dijo que lo que hoy conviene es buscar aliados para ganar la
presidencia en el 2018. ¿Es esta la
respuesta de Morena, cuando crece en el país y en el mundo el grito de ¡fuera
Peña Nieto?
Este planteamiento es
muy lamentable. Deja de lado las exigencias nacionales de que Peña se vaya, se
pasa por alto el que sea el responsable directo de todas las políticas públicas
que han hundido al país. Se renuncia a la lucha contra el adversario político
que ha agraviado al pueblo en todos los aspectos, el que ha entregado los
recursos naturales y bienes de la nación a las empresas transnacionales. Por
eso lo que hoy hay que hacer es poner en el centro del debate los argumentos
que le den sentido y seriedad a la crítica, a las posiciones de Morena. ¡No se vale
reaccionar con el hígado! Lo que procede es darle un cauce distinto al
desencanto, desarrollando una propuesta revolucionaria que cambie las políticas
de quienes hoy se andan culipandeando
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