El gorjeo de los pájaros
Por JESÚS SOSA CASTRO
Ya en otras ocasiones
me he referido a esta región donde la vida pende de un hilo. Los caciques, casi
todos ellos priistas, han sido
tradicionalmente los dueños de la región, de las tierras, de las aguas, de las
iglesias, de los santos y de las personas. Desde que yo tuve uso de razón fui
testigo inesperado de lo que en nombre de Dios todo le ocurría a la gente. La
pobreza, la falta de lluvia, de trabajo y la muerte, siempre, se argumentaba, pasa
por los designios de Dios. Que era el castigo que enviaba a quienes no se
plegaban a sus juicios y a sus oraciones. Con esa incultura sobre nuestro ser,
hombres, mujeres, niños y jóvenes que vivíamos de lo que provee nuestra tierra,
teníamos la obligación de que lo primero producido mas la décima parte del
producto total logrado, desde gallinas hasta maíz y ganado, tenía que ser
entregado a las arcas de la iglesia, en calidad de primicias y de diezmos
Estoy hablando de la
década de los cincuenta, cuando yo era un chamaco sin ninguna perspectiva de
vida y sin ningún sentimiento de felicidad en mi alma. Tal vez el mundo que me
ataba a mi padre empezaba caminando por el monte, arreando bueyes para
huncirlos al arado, ese hermoso vejestorio que asido a mis manos callosas a tan
temprana edad, roturaban las vírginales entrañas de la tierra que nos daba de
comer. Bajar por el lomerío pardeando la tarde cuando el gorjeo de los pájaros
se convertía en un fuerte murmullo, era apenas una distracción que con el tiempo
también dejó de ser mía. Los nidos antes
llenos de huidizas golondrinas, también fueron quedando vacíos porque a su
alrededor sólo el sol quemante estaba presente. Las otras manifestaciones de la
vida se fueron yendo por caminos hasta ahora explicables. Sólo quedó la pobreza
y cientos o miles de casas abandonadas
por sus habitantes
Por cerca de quince
años mis espaldas se cansaron de dormir en la tierra en camas de petate.
Recuerdo aún que después de media noche cuando el frío arreciaba, mi padre se
levantaba y nos tapaba con los costales que horas antes habían servido para el
traslado de los productos de la siembra. El tiempo pasó sobre mis huesos como
si siempre hubiera sido época de invierno. Siempre tenía frío como si un
castigo persiguiera los pasos de mi debilitado ser. Unos días antes de la
última asamblea controlada y viciada por las mañas de los mapaches de la GAM,
leyendo lo que sobre estos hechos se comentaba en las Redes sociales, me
encontré con un contemporáneo de la misma Escuela Rural donde aprendimos juntos
las primeras letras y donde la vida infantil nos hizo grandes amigos
Tenía más de cincuenta años que no sabíamos
nada de nosotros. Simplemente al terminar el cuarto año de primaria, nuestros padres nos
sacaron de la escuela para ponernos a trabajar y desde entonces, nos perdimos.
Me llenó de contento encontrarlo en las redes protestando como yo contra los
mismos vicios de Morena. El convertido en un líder en la región mixteca y yo
combatiendo a los paladines de las prácticas truculentas que contra la voluntad
de muchos militantes, la nomenclatura nos sembró en la Gustavo A Madero
Al término de dos asambleas
que el sábado diecisiete tuve en las Colonia Industrial y Tepeyac Insurgentes recibí
una llamada telefónica de mi viejo amigo de la mixteca poblana. Me gustaría que nos
acompañaras a los que nos quedamos en la región, a una asamblea de Morena. Las
cosas se nos han descompuesto, me dijo con cierto dejo de preoucupación y de
encabronamiento. Quedé de estar con él y con la gente, mi gente, que aún queda
y está luchando en esta región. Nos reunimos el domingo y lunes 18 y 19 de
febrero, en el Municipio de Tehuitzingo. Asistieron representantes de varios
pueblos entre ellos de mi tierra
La reunión duró casi
todo el día domingo. Todo lo que hemos vivido en la GAM se ha reproducido en
esta región. Mapaches haciendo de las suyas y otros, transgrediendo normas en
el más puro afán por hacerse de una posición de poder. ¡Mal andan las cosas por
estas tierras olvidadas por la naturaleza y por la mano del Señor, se dolió!
Los caciques siguen controlando aunque ya viven una crisis severa de
credibilidad. El pueblo se está organizando al lado de Morena para derrotarlos
el 1º de julio. Mi gran amigo , el que me pidió no dar su nombre para no ser
víctima de los señores de horca y cuchillo, estará en primera fila. Esa es la
convicción que me traigo después de un reencuentro ocurrido cincuenta años después. ¡Así es la
vida!
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