miércoles, 20 de junio de 2018


El sentido de nuestros ánimos y de nuestras utopías

Por JESÚS SOSA CASTRO

El debate sobre los problemas del país ha caído en la banalidad y en la esquizofrenia por tres de los cuatro candidatos a la Presidencia de la Republica. En el afán de ensuciar las propuestas y el apoyo creciente que está logrando López Obrador en la actual puja electoral, no son capaces de percibir la voluntad de cambio que están expresando millones de mexicanos. No entienden que el hartazgo y la irritación de la gente llevan necesariamente a derrocar a las mafias del poder. El ruido que ciernen sobre el representante de la Coalición “Juntos Haremos Historia” no ha sido y no será factor determinante en el intento de acercarse a los números que indican el triunfo inevitable de AMLO el 1º de julio. El pueblo está viendo en su candidatura no el instrumento capaz de darle cohesión y sentido de clase a su lucha, sino al líder que ha sido capaz de darle contenido a los sentimientos libertarios de la gente y un impulso sistemático para acabar con la pesadilla que el régimen le ha impuesto a la mayoría de la sociedad

Habemos muchos que advertimos estar al comienzo de una batalla y la vamos a ganar. En este influjo multitudinario que se expresa en las acciones electorales en cada estado y región del país, están expresándose posiciones políticas y propuestas programáticas que van más allá de los sectores empobrecidos que sus oponentes dicen es la clientela de Morena. Quien no vea estos hechos y sólo mire superficialmente lo que se está expresando al través de la propaganda, es porque nunca han vivido una coyuntura político electoral como la que ocurre en estos momentos. Los sectores de pueblo que están apoyando la candidatura de López Obrador no sentirán vergüenza de sí mismos cuando vean que su esfuerzo y su voto serán puestos al servicio de la transformación nacional

Los millones de mexicanos que hemos decidido cambiar estas relaciones sociales queremos diseñar un espacio en el que la equidad y la justicia se pongan al servicio del pueblo. Donde la civilidad, la cultura, el trabajo, el descanso y la dignidad sean el logro de los derechos que hasta ahora nos han sido arrebatados. Somos una fuerza que tiene necesidades y aspiraciones legítimas y por eso en este proceso político electoral estamos uniendo nuestros sentimientos y nuestras decisiones para poner todo nuestro empeño al lado del pensamiento de Michael Oakeshott que entre otras cosas sostenía: “el hombre para gobernar tiene que ir al lugar donde están los problemas, donde se aprende, donde se pierden los miedos, donde se juntan y se soldan las voluntades de la gente. Donde la unión sirve para cambiar las cosas, donde se fortalece el espíritu de las mujeres y los hombres”

Es cierto que existen fenómenos y circunstancias que limitan la actividad política y social de importantes sectores del pueblo. El aparato del Estado y con él los políticos sistémicos están echando mano de todos los sin sentidos para obstaculizar el avance en las preferencias electorales a favor de Andrés Manuel López Obrador. La repetición de las viejas diatribas para predisponer a los electores en contra del candidato de la Coalición “Juntos Haremos Historia” no han servido para ocultar la decisión de la gente que va hacia adelante con el propósito de hacer presidente de la República al más respetado líder que ha habido desde la época del General Lázaro Cárdenas del Río

La campaña de lodo de la que se están ocupando sus adversarios políticos, introduce cierta confusión e incertidumbre en algunas capas de la sociedad en las que aún no les llegan los elementos en los que se apoya la candidatura de López Obrador. La información, la cultura política y la marginación social, son elementos que cuentan y contribuyen a que algunos sectores de la población no les importen votar por el candidato del pueblo. Muchos de ellos se abstendrán o apoyarán a los que representan más de lo mismo. Otros, por desgracia, andan enseñando el cobre y su incultura por Europa porque no entienden nada de lo que significa este ejercicio democrático que tiene por objeto la transformación del país

Luchar por el mejoramiento de nuestra existencia significa para millones de compatriotas dejar en el camino pedazos de esfuerzos y de imaginación. En el mundo hay ejemplos luminosos que vale la pena escudriñar para que se ventilen nuestros ánimos y nuestras utopías. A Domitila Chungara, indígena, viuda de un minero boliviano, cuando su patria se convulsionaba por las injusticias y la discriminación, le preguntaron cuáles eran sus temores que más asomaban a su alma, ahora que Evo Morales, planteaba la transformación de Bolivia. Ella respondió: es el “miedo” “Un miedo a recordar, a vivir, a morir, y, sobre todo, al miedo de ser, de reconocernos en toda nuestra espléndida y poderosa plenitud.”

Y es que este sistema que padecemos aquí, en América Latina y en otras partes del mundo, nos ha entrenado para andar en sillas de ruedas, a movernos a ras del suelo, a conducirnos sin chistar, obedientes siempre, aceptando hechos que coagulan nuestros intereses y marchitan la florescencia de nuestro porvenir. Pero en este proceso, en el que se ha abierto una esperanza real por vivir nuevas formas de relacionarnos, nuestros pasos y deseos por ser otros se están acelerando. Estamos recuperando nuestra energía para andar con nuestras propias piernas, a pensar con nuestras propias cabezas y a sentir con nuestros propios corazones. ¡Por favor, no le fallemos a la historia!
 

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