Tlatelolco, dos de octubre (2)
Por JESÚS SOSA CASTRO
El movimiento
estudiantil del 2 de octubre del sesenta y ocho vislumbró los efectos y
defectos del capitalismo salvaje del último tercio del siglo pasado. La
historia de este hecho es más profunda de lo que han dicho y escrito los
apoyadores y críticos del sistema. En estos años, la explotación de los
trabajadores y la pérdida de sus derechos se acentuaron, la lucha sindical tomaba
impulso y la burguesía les daban aire a los sindicatos blancos, al charrismo y al
corporativismo. Estas políticas se convirtieron en el referente principal de la
actividad obrero patronal y de las luchas estudiantiles
El dos de octubre la
juventud vio el futuro de un país que caminaba hacia una crisis política de
grandes proporciones. Los antecedentes más cercanos que habían conquistado
espacio en la conciencia juvenil habían sido las acciones de los
ferrocarrileros, de los maestros, campesinos y médicos. Estos sectores estaban valientemente
enfrentando esta crisis haciendo de la calle y del movimiento de masas una
confrontación con el régimen político. Por primera vez la potencialidad de la
lucha estudiantil no sólo vivía la crisis, sino que la enfrentaba con una
centralidad en su discurso, en sus acciones y en su dirección, que lograron
poner en jaque a la dirección política estatal
El movimiento del sesenta
y ocho anunció lo que hoy queremos cambiar. Nació con el grito de los muchachos
que buscaban poner los intereses de los trabajadores y de la patria en el campo
del derecho a reconocer la realización de una vida auténticamente humana vivida
en autodeterminación. La suma de todos esos gritos y de todas las acciones populares,
pequeñas y multitudinarias, rompió la estructura del poder el 1º de julio de
dos mil dieciocho con otra fuerza potencialmente más fuerte y radical que lo
que se proponían los movimientos anteriores. El llamado a revelarse contra las
políticas rapaces de una minoría privilegiada y unos gobernantes ineptos y
corruptos, hicieron posible el alumbramiento de lo que hoy se llama Movimiento
Regeneración Nacional, Morena
El dos de octubre, el
Consejo Nacional de Huelga, imprimió al movimiento una dirección centralizada a
la cual estaban sujetas las decisiones, el rumbo y los miles de brigadistas que
recorrían el país explicando la razón de su movimiento. Morena en esta etapa de
inicial construcción, ha centralizado las decisiones políticas ensayado y puesto
en práctica miles de brigadas que se han desplazado por toda la República
explicando y llamando al pueblo a organizarse y luchar por el cambio del
régimen político
A muchos no nos gusta
el centralismo político de Morena porque limita y excluye la participación
democrática de la militancia. Pero reconocemos que a la suma de todas las
luchas que han venido dándose a lo largo y ancho del país reivindicando
derechos y libertades, debe acreditarse el hecho de que Morena y AMLO son la manifestación
de los mismos gritos de rebeldía que los estudiantes de ayer y los jóvenes y el
pueblo de hoy están expresando en todos los rincones del país. La cultura de
envilecimiento y degradación política que aún está desarrollando la clase en el
poder, pronto tiene que cambiar porque contra esa cultura votaron treinta
millones de personas el 1º de julio
¡La tarea no fue ni es sencilla,
pero había la necesidad de darle un nuevo rostro al país! Para lograr
desenraizar las políticas rapaces de la clase burguesa contra el pueblo,
tenemos que saber que, en el ejercicio del poder hasta ahora, han estado
cuarenta y ocho multibillonarios, cuatrocientos multimillonarios y doce mil
millonarios acaparando de manera inmoral, el 80 % de la riqueza nacional. Desde
antes del dos de octubre hay una sumatoria de experiencias que debemos
aprovechar, pues las batallas han sido memorables y hay que reivindicarlas para
sacar al país de la crisis en que nos lo están dejando
El pueblo descubrió el
1º de julio que todas las políticas públicas se han descompuesto, que la clase
gobernante ha perdido el mandato mítico-histórico y por lo tanto, las
condiciones para una nueva revolución se han alcanzado. Ya el movimiento del 68
exigía que “desde el presidente hasta las demás instituciones deberían entregarse”
Si esta consigna no tuvo eco en esa ocasión, cincuenta años después logramos
hacerlo con el pueblo por delante. Hicimos lo que en su tiempo escribiera el
escritor, poeta y diplomático ecuatoriano Benjamín Carrión: “desde Nezahualcóyotl
y Atahualpa; desde Bolívar, Morelos y San Martín; desde José Martí, Eloy Alfaro
y Francisco I Madero, no se había escuchado un grito de rabia y de protesta, de
júbilo y canto, de justicia y esperanza” como hoy. ¿Estarán el pueblo y sus
líderes en condiciones de impulsar esta epopeya?
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