miércoles, 23 de enero de 2019


Entre el poder del huachicol y el poder del Estado

Por JESÚS SOSA CASTRO

En las últimas semanas se ha venido librando una fuete batalla entre el poder del huachicol y el poder del Estado. Pemex es el centro del huracán que conmueve y alerta a una sociedad cada vez más metida en el conocimiento y manejo de los intereses de la nación. Pronto veremos cómo están las cosas en las Secretarías que dejaron los priistas, en la CFE, en CAPUFE, en la SCJN, en el INE y demás organismos autónomos. ¿Por hoy la pregunta recurrente es: ¿por qué es en PEMEX donde explota la situación que ocupa a la inmensa mayoría de la sociedad? La razón principal de este problema está en que en el seno de esta empresa se engendró un monstruo que le ha venido carcomiendo las entrañas desde hace cinco sexenios sin que ninguno de los presidentes hiciese nada para impedir que el pus se convirtiera en la forma de gobernar de los del PRIAN
En unas de las primeras escaramuzas entre los ladrones de combustible y el gobierno de López Obrador, los jefes de la mafia que se han enriquecido a lo bestia al amparo del poder, quisieron sembrar la idea de que eran los pobres, los desarrapados, los hambrientos como despectivamente les llaman, los que estaban succionando grandes cantidades de hidrocarburos de manera clandestina y al margen de la ley, quebrantando la economía nacional y empujando el riesgoso resultado de una enorme tragedia como la que acaba de suceder en Tlahuelilpan, en el Estado de Hidalgo
No pasó mucho tiempo para que la investigación hecha por el actual gobierno federal descubriera lo que pasaba en las arterias de la empresa que daba enormes recursos para el desarrollo del país. Lo que encontró el gobierno federal encabezado por López Obrador fue la cloaca y la falsa honestidad en la que vivieron y se condujeron los gobiernos del PRI y del PAN en los ejercicios de sus funciones. Hicieron de PEMEX la principal bolsa de sus altos ingresos obtenidos de manera ilegal a costa de una empresa propiedad de la nación
Hoy y a consecuencia de este descubrimiento huachicolero, sabemos que el centro de la corrupción no estaba en los que picoteaban los ductos y se robaban a cubetazos los hidrocarburos. Los verdaderos huachicoleros, los de cuello blanco, eran altos funcionarios de PEMEX, líderes del Sindicato, administradores, auditores y contadores, quienes se habían convertido en los dueños de una empresa paralela que no invertía recursos en perforación y producción de petróleo, pero que robaba, distribuía y vendía, sin pagar impuestos, millones de litros de hidrocarburos a empresas privadas y a gasolineras huachicoleras
Era obvio que, ante esta ofensiva para sanear la administración pública, el gobierno sufriera la más violenta campaña por parte de los jefes mafiosos, de los exfuncionarios que estaban coludidos con los ladrones de hidrocarburos y por los resentidos de partidos que, derrotados el 1º de julio, hoy están respirando por la herida. Esta campaña contra el gobierno del presidente López Obrador no prosperará. Al poder del huachicol se le está enfrentando con el poder del Estado. Un poder que, por primera vez, cuenta con un enorme apoyo popular, tiene un presidente trabajador que diariamente informa al pueblo acompañado por los funcionarios involucrados en la atención de estos problemas. Desarrolla una práctica política distinta a los gobernantes del pasado reciente, anclada en la honestidad, en la transparencia, en un diálogo veraz, continuo, crítico y autocrítico frente a la prensa y frente a la opinión pública nacional. En esto radica la fuerza del Estado frente al poder del huachicol
Lo que viene va a ser de antología. De una vez hay que prepararnos para las batallas que siguen. Porque en las secretarías, en la CFE, en Caminos y Puentes Federales, en la SEP, INAI, etc., la corrupción, el huachicoleo, son la misma pus que corre en las arterias de las dependencias señaladas y en la mayoría de las empresas y organismos autónomos del país. Primero el voto de 31 millones y hoy el apoyo del 80% de votantes y ciudadanos a las decisiones políticas del gobierno federal, son un indicativo de que el pueblo está dispuesto a llegar hasta el final en la lucha por sanear la vida nacional
Si esto es así, como es, entonces hay que poner atención a tres factores indispensables para alcanzar estas metas: Promover las decisiones participativas de los ciudadanos, apoyar las acciones políticas del gobierno y hacer que el partido Morena salga de su letargo, deje de hacer solo trabajo electoral, dejar de imponer candidaturas al margen de la opinión de la militancia y se ponga al frente en la defensa de los intereses y luchas del pueblo. Sin estas condiciones básicas, el triunfo puede quedarse a la mitad del camino o sufrir una derrota más en la larga historia de fracasos de la izquierda nacional       

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