Entre chapulines y huachicoludos,
Morena, su espacio
Por JESÚS SOSA CASTRO
En estos últimos días
han aparecido en algunos comités seccionales de Morena los operadores políticos
que nos han impuesto desde hace tres años. No está mal que lo hagan de cuando
en cuando, estamos acostumbrados a las visitas temporaleras. Lo lamentable está
en que después de este tiempo en que han jugado este papel, no hayan aprendido
mayor cosa de la política y que, a consecuencia de ello, su vuelta al trabajo
no signifique nada nuevo para fortalecer al partido
En el ánimo de la
militancia hay hechos que dificultan el reimpulso al trabajo de base. Los
comités por sección se crearon con una idea estrictamente electoral y muchas
veces se forzaron las cosas para que en papel estuviera la información de que
se había cubierto la tarea de construir esta estructura. Pasado el 1º de julio
del 2018 desapareció la razón que daba vida a esos comités y los integrantes
que cubrían esos espacios se replegaron de manera natural a sus quehaceres domésticos
porque ya no tenían motivos políticos para continuar con esa tarea. Esto
sucedió tanto en las elecciones intermedias del 2015 y después del proceso
político electoral de julio del año pasado
En el desánimo que hay
en la mayoría de la Organización, tiene que ver con el hecho de que en la
práctica no existe dirección. En la mayoría de los Estados, ciudades y
alcaldías los militantes no tienen a quién recurrir para conocer y organizar
las tareas del partido. Frente a los acontecimientos nacionales y extranjeros,
Morena no tiene ninguna posición, todo le es indiferente. Las presiones de la
derecha contra las acciones de gobierno de López Obrador observan un silencio
escalofriante. Líderes y funcionarios se están corrompiendo y la dirección como
si nada. Gobernadores y diputados locales no respetan la ley de regulación de
los salarios y todo pasa de noche. Los malandrines de la política han
encontrado en Morena el campo propicio para seguir medrando con los recursos de
la hacienda pública
El slogan de trabajar por
el pueblo, para el pueblo y con el pueblo, llenó de entusiasmo a los millones
de electores que votaron por Morena, pero el incumplimiento de estas promesas ya
está teniendo sus costos. Cuando los operadores políticos llegan con la gente en
busca de su apoyo, esta lo primero que reclama es la lamentable incapacidad
para resolver los problemas de la inseguridad, de la violencia y de la falta de
servicios urbanos. La está decepcionando el no cumplimiento de lo dicho en
campaña por parte de los candidatos y el partido, respecto de que el pueblo sería
el principal protagonista del cambio. El ejemplo patético es lo que se da en la
alcaldía de Gustavo A Madero, allí no se ve ni se oye a las comisiones de los
vecinos. ¡No se ha entendido nada sobre la 4ª transformación!
¿Qué andan haciendo
ahora los operadores? Construyendo partido, ¡No! Su trabajo consiste en reanimar
a sus tribus para empezar a promoverse. Acuden a quienes han sacado el trabajo
desde las elecciones intermedias del 2015, pero esos comités ya no existen, se
fueron a pique porque nunca hubo atención para ellos. No se les formó
políticamente, solo se les vio como una fuerza de tarea y hoy se están pagando
las consecuencias. ¡Hay que volver a empezar desde el principio! ¿Qué está
pasando en las filas de Morena cuyo origen fundacional auguraba ser una
organización que rebasaría el trabajo clientelar de los partidos del sistema?
¿Será que la exclusión de sus cuadros más formados en la idea de partido y el
pertinaz desprecio a la inteligencia de muchos de ellos se está convirtiendo en
la retranca principal para impedir el avance de Morena?
¿Dónde anda su
dirección que, a la luz de los acontecimientos, de ella sólo se nota el silencio
frente a las presiones internas y externas que vive el gobierno federal para
sacar adelante lo que el partido y su candidato a la presidencia anduvieron
ofreciendo por el país en los días de campaña? ¿Vamos a recuperar el crédito
político ante los sectores que votaron el proyecto de gobierno volviendo a las
viejas prácticas clientelares con los viejos hacedores de las políticas grupales
y fraudulentas para abrirle espacios de poder a líderes chapulines, corruptos,
tramposos y sin moral de ningún tipo?
En las primeras
reuniones que varios hemos tenido con los que se hacen pasar como enviados por el
“presidente del Comité Delegacional (sic) de Gustavo A Madero, les hemos dicho
que no estamos dispuestos a luchar por fortalecer las tribus sino por la
construcción del partido, que garantice el afianzamiento de las acciones de
gobierno de López Obrador. Pero a la vista de lo que estamos registrando, no
hay ninguna comprensión sobre lo que significa el cambio propuesto. La cultura
y las mañas que siguen apareciendo en estos “lideres” y funcionarios, es el
caldo de cultivo que puede llevar a un grave retroceso al
partido que auguraba otra cosa y que, por falta de una dirección competente y
sin políticas claras a favor del pueblo, los oportunistas de siempre, los
mafiosos, nos están llevando a un despeñadero. ¡Mal anda la cosa!
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