Odio y frustración, las razones de la
crítica
Por JESÚS SOSA CASTRO
El pueblo irritado y defraudado, pero mejor organizado, decidió
hacer una revolución el 1º de julio del año pasado. La derecha no fue capaz de
poner en el corazón y en los sentimientos de la gente, el ánimo y la decisión
de comenzar una aventura que intentara el rescate de sus derechos mancillados
por sus gobiernos. La izquierda de plano no contó, se quedó patidifusa ante esa
enorme montaña que el pueblo construyó con treinta millones de votos. Esa
izquierda aún perdida en sus debates internos decidió por incapacidad y falta
de visión política, quedar al margen de los grandes acontecimientos que están
conmoviendo al país. Sólo el pueblo con su olfato político apoyó al hombre que podía
significar un cambio en el rostro de la nación
Los antecedentes que destacan el trabajo y la personalidad del actual
presidente de la República vienen de lejos. Sus luchas a favor del pueblo no
pudieron ser detenidas porque su carácter y voluntad, siempre estuvieron llenos
de razón. Mantuvo la indeclinable decisión de transformar la cosa pública, tan nefanda
y tan podrida que se convirtió en un vomitivo que el pueblo ya se negaba a
soportar. De entonces a la fecha ha corrido mucha tinta en contra de López
Obrador. Sus detractores de derecha y de izquierda no duermen de tanta
frustración. Unos porque perdieron la oportunidad de seguir medrando al amparo
del poder y otros, porque fueron incapaces de entender las necesidades del pueblo
Las diatribas y los odios seculares de unos y los rencores y amarguras
de otros no quieren ver los 92 puntos de aceptación que tiene el presidente por
los más variados sectores de la opinión pública. ¿Serán ceguera o seguidismo
acrítico los que se reflejan en estos números o son las acciones de gobierno que
se están introyectando en los sentimientos de la gente? Estoy convencido que lo
que estamos viviendo se inscribe en un umbral nunca vivido por las distintas
fuerzas políticas. En los ochenta años que llevamos de dominio priista los
partidos sistémicos y una buena parte de la izquierda se han sumido en un largo
tiempo de reflexión que no ha sabido recoger los sentimientos del pueblo. Sus políticas
son el instrumento para autocomplacer los egos internos y sembrar la idea de que
son los referentes indiscutibles en las luchas que se dan en el país
Me temo que, de no corregir estos yerros, la izquierda vivirá una larga
noche pensando en sus utopías. Todos quisiéramos vivir en un paraíso, solo que
eso no es una cuestión de querencias o de voluntarismo. Los cambios obedecen a
dinámicas sociales y políticas diferentes en las cuales debe estar presente la
perspicacia, inteligencia y sabiduría de los revolucionarios para ser actores
con poder decisorio en tales acontecimientos. Morena y su líder principal nunca
se dijeron socialistas o comunistas, por tanto, pedir que el gobierno de López
Obrador llame a derrocar a la oligarquía e implante el socialismo o se conduzca
como un líder radical es, por decir lo menos, una buena puntada
Lo inexplicable está en que tanto los grupos de la derecha como los de
la izquierda radical, le critican a AMLO la mayoría de sus decisiones de
gobierno que el pueblo apoya de manera contundente. Su ausencia política en la
construcción de este ejercicio democrático en el que están participando amplios
sectores del pueblo, es verdaderamente lamentable. Hacer campaña contra el tren
maya, contra la termoeléctrica de Huexsca y hablar de que el gobierno reparte
limosnas para seguir dominando y controlando sin ningún contrapeso o reforzando
al capitalismo, es una manera de mostrar una miopía política completamente
lamentable
Los adversarios de López Obrador hicieron todo lo posible por desacreditarlo,
pero ellos ocultaron indebidamente sus errores al pueblo, se auto marginaron
con sus planteamientos fuera de la realidad y hoy, contra lo que suponían y
esperaban, Morena VA y el gobierno democrático se convierte en el referente
mundial de un cambo a favor de la gente. Por eso los que le seguimos los pasos
a López Obrador, reivindicamos la necesidad de reconstruir el país con el
pueblo, haciendo posible la pluralidad, donde todos tengamos el derecho de
existir y ser respetados. Estamos con él porque compartimos la idea de lograr
un acuerdo con la sociedad que acabe con la pobreza, la violencia, la impunidad
y la entrega del país a los extranjeros. Buscamos una revolución política en la
que prevalezca la democracia, se construya la fuerza que garantice la
transformación real del país, que dé sustento a la búsqueda de nuevos valores
morales, culturales y espirituales y acabe con la marginación y la pobreza de
la mayoría de nuestro pueblo ¡Nada más, pero nada menos!
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