Quienes repiten los errores es porque
están viviendo de ellos
Por JESÚS SOSA CASTRO
Ha llegado el momento
de hacer un balance crítico más de lo que pasa en Morena. Con desencanto, miles
y miles de militantes vemos como un esfuerzo multitudinario, entusiasta y lleno
de esperanza, está siendo malogrado por las constantes decisiones cupulares que
se toman desde las esferas del poder, sin tomar en cuenta el trabajo, la
opinión y el esfuerzo de la militancia. ¡Haber ganado el gobierno no es ganar
el poder! La revolución pacífica que estamos impulsando está encontrando
resistencias rabiosas de la derecha y no hay por parte del partido ninguna
respuesta política que las confronte y al mismo tiempo, explique al pueblo el
sentido de nuestra lucha por transformar el país
El CEN y sus distintos
órganos de dirección, no están entendiendo nada sobre el alcance y profundidad
del proyecto de la cuarta transformación. Se dedicaron a administrar el éxito
electoral del 2018 y a impulsar los intereses de los distintos grupos que hay
al interior del partido. No están interesados en construir la fuerza para
profundizar las reformas sociales sino abrirle espacios de poder a grupos de
vivales y oportunistas que ahora lo tienen secuestrado. Nuestra organización,
no cuenta con verdaderos liderazgos, es un partido ausente de la política y con
una credibilidad social a la baja
Resulta inconcebible
que a siete años de que oficialmente el 9 de julio del 2014 el INE reconociera
a Morena como partido político nacional y haber ganado la presidencia de la
República, varias gubernaturas, congresos locales, presidencias municipales y
una gran influencia en amplios sectores populares; el 6 de junio hayamos
sufrido la pérdida de nueve alcaldías en la ciudad de México y un descrédito
político dentro y fuera de nuestra organización. Hay quienes se preguntan, con
razón, si la democracia participativa ha ganado terreno o ha perdido espacios
con representantes populares que hasta ahora no huelen ni hieden
La derrota electoral en
el principal bastión de la democracia y la participación ciudadana no está
siendo leída de manera correcta. A contrapelo de lo que esto significa, no hay
un examen autocrítico respecto de los factores que hicieron posible este
sucedido. Los que instrumentaron los mecanismos organizativos y
propagandísticos para el proceso electoral de junio pasado, pasaron por alto la
opinión y el trabajo de las bases para alcanzar el triunfo que se esperaba y
profundizar los alcances de la transformación en la que estamos ocupados. En
lugar de impulsar la fuerza organizada de la militancia y de las fuerzas
solidarias con nuestro proyecto, los dirigentes se dedicaron a imponer candidaturas
que no representan los intereses de la gente ni de la militancia
Los órganos de poder
que deciden desde arriba repitiendo los errores del pasado, sólo conducen al
desencanto, a la desorganización interna y a una pasividad política que no se
merecen los amplios sectores populares que votaron por el cambio el 1º de julio
del 2018. La imposición de liderazgos no solo nos ha llevado a derrotas
electorales sino al creciente descrédito de muchos funcionarios públicos, desde
alcaldes hasta miembros del parlamento que no son la diferencia con los
funcionarios públicos de los regímenes anteriores al nuestro
Justo cuando está
creciendo la confrontación entre la derecha esquizofrénica y las políticas del
gobierno federal, las cúpulas políticas de todos los niveles siguen manejándose
con las mismas prácticas viciadas y antidemocráticas de imponernos “dirigentes”
que nadie ha elegido ni nadie los conoce. Resulta incongruente que cuando ahora
conviene poner en juego la fuerza organizada de la militancia y del pueblo, para
apoyar las iniciativas de ley del presidente y la 4ª t, es cuando se vuelve a
las imposiciones de personas que integrantes de las tribus o grupos de presión
saltándose las normas estatutarias y volviendo a las instancias paralelas y
anti estatutarias que dividen al partido
Sería lamentable que
estos errores fueran resultado de los reacomodos políticos que tienen que ver
con la sucesión presidencial. Lo que va a salvar al proyecto de la cuarta
transformación no son las cúpulas. Es y será el pueblo que está presente en el
debate público, es la fuerza del partido, su organización y su presencia
política en la vida nacional. Lograr esto, requiere de una dirección y un
partido vivos, organizados y dispuestos a jugar el papel histórico que les
corresponde. Lo que hoy se está haciendo sólo repetirá los fracasos que ya
están asomado su rostro en las filas de Morena
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