Olegario Cortés.
El cristero
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Escribir sobre Olegario Cortés, no es hablar de una persona
cualquiera. Los resabios de la segunda etapa de la guerra cristera, ocurrida de
1932 a 1938, la viví en carne propia a pesar de mi niñez. Como es sabido, este
conflicto fue una confrontación militar entre el Gobierno y un sector
conservador de la iglesia católica que se resistía a la aplicación de la
llamada Ley Calles. Se inició en 1926 y duró hasta 1929. Las razones que la
justificaban eran la crítica a la Constitución mexicana de 1917 en la cual se negaba
la personalidad jurídica de las iglesias y proponía limitar y controlar el
culto católico en la nación
Parecía que tres años después del inicio, todo había
terminado. Pero la reacción del conservadurismo clerical, revivió el
desencuentro como respuesta a lo que los cristeros denominaron la lucha contra
la educación socialista acreditada al Gral. Lázaro Cárdenas del Río. De 1932 a
1938, en varios Estados del país, se vivió una pesadilla. Vuelvo a esa época,
para describir lo que pasaba en los pueblos del sur del Estado de Puebla, un
Estado cristero por antonomasia. Y es que, a 85 años de distancia, sectores
ultramundanos del clero, siguen violando la Constitución, la cual prohíbe que las
iglesias hagan política y culto público fuera de los templos
Esto sucede porque desde que se aplicó la “cultura de la
nueva España” en el siglo XVI, la Iglesia católica pretendió dirigir los
destinos de sus ciudadanos. Nos impuso una dedicada y profunda evangelización
que, además, se daría también en todas sus posesiones en el mundo. Todo estaba
decidido para que esta determinación, se implantara también, en la organización
de la sociedad, especialmente en lo económico y en lo político
La muerte de poco más de 250 mil personas durante la guerra
cristera, se ve como si no tuviera mayor significación para un grupo de
mandantes de la iglesia que están violentando la ley. Hoy están metiendo las
narices en lo que son los avances sociales y políticos que estamos viviendo en
el país. En los ejercicios “espirituales” cardenales, obispos y sacerdotes
están llamando a sus feligreses a que no voten por Morena en los procesos
electorales que vienen. Aducen, por ignorancia política y por dogmatismo
religioso, que ese partido movimiento está alejado de la “justicia de Dios”
La consigna del clero político, ha sido criticada por la
Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, FEPADE. Esta
dependencia afirma que hay conductas que, en ocasiones, parecen inocentes y
están encaminadas a condicionar o a inducir los votos por encima de lo
permitido por la ley. A pesar de que México es un Estado laico, los ministros
de culto, sean de una u otra religión, están invitando a votar en contra o
abstenerse de hacerlo, si es el partido Morena o alguno de sus aliados. El
artículo 130 de la Constitución establece que los ministros no podrán asociarse
con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato,
partido o asociación política alguna
Estos hechos no sólo están fuera de la ley. Están dándose en
el momento en el que la derecha oscurantista y clerical, está en franca
connivencia con los partidos de oposición, con el propósito de descarrilar un
proyecto político que en su mayoría apoya el pueblo de México. Quienes, como
yo, vivimos la etapa terminal de esa guerra, no quisiéramos que a estas alturas
de la vida y de la historia, la iglesia conservadora, la derecha partidista y
las élites empresariales, parieran otro Olegario Cortés, que en Puebla y en mi
tierra, hizo de su ignorancia y de su fanatismo, un huracán que destruyó todo
lo que encontraba a su paso. Su “ejército” asesinaba, robaba, violaba y
levantaba a jóvenes para hacerlos soldados de Dios. Querían acabar con los “anticristos”
de entonces
Lo que en mi tierra y en mi época, observé con espanto, sobre
las tropelías y los crímenes de los “soldados de Cristo” comandados por el
campesino mixteco Olegario Cortés, no debe repetirse. La conducta irresponsable
y fuera de la ley que sacerdotes, obispos y cardenales están impulsando en
contra de quienes apoyamos la 4t es de suma gravedad. Los cambios los hace el
pueblo al margen de que tenga o no alguna religión. Lo hace dentro de la ley y
de manera pacífica. La acción u omisión que lesione o ponga en peligro el
adecuado desarrollo de la función electoral y atente contra el derecho a votar
por cualquiera de las opciones partidistas, debe ser castigado conforme a la
Constitución y la FEPADE. El voto es universal, libre y secreto. ¡Nada más,
pero nada menos!
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