Recordando
a nuestro padre
Por
JESÚS SOSA CASTRO
Hoy sábado 15 de junio, vi a mi hermano Alejandro y a su
madre limpiando la tumba de mi padre, quitando los abrojos y llenándola de flores.
La conducta de ambos va más allá de las celebraciones en las que por encima de
los sentimientos, ha estado el engorde y el negocio de los restaurantes y de
los centros comerciales. Esta conducta ya no está en muchos de nosotros. Creo
que nos hemos alejado de esa cultura, para seguir alimentando las viejas
costumbres del amor, del humanismo y del respeto entre los padres y los hijos.
Muchos años han pasado y aún recordamos que en otros tiempos los niños les
besaban la mano a los ancianos y se quitaban el sombrero como una expresión de
respeto
Por eso ahora, que veo a mi hermano y a su madre, recordando
a mi padre después de estar en su tumba desde hace más de una década, me siento
orgulloso de estar volviendo a esos sentimientos que nos distinguían cuando no
era lo comercial lo que expresaba nuestros sentimientos. Creo que después de
ver a parte de mi familia homenajeando a mi padre, no nos da vergüenza el haber
sido niños campesinos formados, principalmente, por un hombre que les dio sentido
y dignidad a nuestras vidas. A él le debemos haber sido desde siempre, personas
ligadas al trabajo, al estudio, a las ideas y a la lucha en defensa de nuestro
pueblo y de nuestro origen
En todo han
estado con nosotros nuestros padres. Su espíritu, su ejemplo y sus hechos han seguido
alimentando a todos sus hijos. Por eso hoy y siempre, los recordamos. También a
todos los que no son nuestros, a los padres del mundo, porque, en su honor, hemos
hecho que nuestra admiración, cariño y sentimientos perduren como un entrañable
simbolismo. En el caso nuestro, sabemos que ya no hay ofrendas como antaño las
había en el campo, tampoco hay explicación sobre el canasto lleno de abejas del
cual, yo, siempre traía en mi corazón. Lo que sí hay en todos los hermanos, es
la seguridad de que, en nuestros sueños presentes y futuros, seguirán estando los
recuerdos y los nombres de nuestros padres muertos
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