Y si me
preguntas por qué escribo (*)
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Algo ocurre en mí que frecuentemente mi alma se llena de
nostalgia. Los muchos años que ya traigo intercambiando ideas y propuestas con muchos
amigos y lectores, me inocularon el deseo de emitir mi voto por los candidatos
de Morena. Este deseo, paradójicamente, no lo pude cumplir por perder días
antes del 2 de junio mi credencial de elector. ¡Me sentí inmensamente frustrado!
Con este motivo empecé a darle vueltas a mis pensamientos y casi llegué a creer
que algo me indicaba que mis propósitos y mis ideales ya no tendrían ninguna
forma de expresarse
Conocido el triunfo arrollador de mis candidatos a la mayoría
de los encargos, mi ánimo se recompuso y volví a hurgar en mis libros para entender
lo que el pueblo estaba mirando su triunfo contra la reacción encabezada por
los derechosos. En ese hurgar, me encontré un texto de Eduardo Galeano que ya se
me había borrado de mi mente. Me hizo recordar que cuando joven, leer libros
era mi pasión. No fue casual que esas lecturas me sacaran de manías
doctrinarias que infectaban las fibras de mi cerebro y de mi corazón. El dar seguimiento
a las lecturas, me sacaron de la ignorancia supina y me enseñaron a volar, a
conocer otros mundos reales e imaginarios. Me hice viejo leyendo y soñando
De ese libro tomé la expresión en la que dice que, “si no
sigues leyendo, estudiando y poniendo en juego tus ideales, la cultura de la
vieja sociedad, en cualquier momento te puede destrozar” Hoy que mi vida andaba
entre la melancolía y el derrumbe volví a encontrarme con mis libros. Recuperé la
necesidad de poner en blanco y negro el alimento que estos me proporcionan. Llegué
a la conclusión de que mi vida es una hoja en blanco en la que debo seguir
escribiendo lo que me sale del cerebro y del corazón
Así que después de los temblores y la rabia que me produjeron
la pérdida de mis instrumentos de trabajo y de mis documentos personales, mi
ánimo se ha recompuesto y heme otra vez leyendo y escribiendo lo que traigo
adherido en mi cuerpo y en mi alma. He redescubierto que mi felicidad no es ser
rico o famoso, es aprender a amar, a sentir en la piel el cariño y el respeto
de mis semejantes, hacer efectivos mis sueños, sonreír y poner en mis ojos aquellas
figuras que en mi alma iban perdiendo su fuerza y su querencia
Nunca me imaginé vivir tantas complejidades. Pero ya entendí que
los violentos y clasistas son unos cobardes cagados de miedo por lo que está
haciendo el pueblo. Millones de mexicanos entendimos que los golpes que recibimos
de los que se creyeron dueños de México, nos hicieron fuertes, libres y sabios.
Por eso hoy 36 millones de mujeres y hombres estamos construyendo en libertad
la más hermosa etapa de nuestro presente y de nuestro futuro
(*)
Crónica de un desafío, EDUARDO GALEANO
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