Nuestras
montañas de sueños
Por JESÚS
SOSA CASTRO
A estas alturas de la
vida de muchos y de la mía en particular, lo único que se nos ha acumulado han
sido muchas experiencias y una cantidad infinita de aprendizajes políticos. Por
lo que a mí se refiere la vida todo me ha dejado, menos dinero y poder. A lo
largo del tiempo he vivido variados oficios. Fui campesino, monaguillo, maestro
y comunista. Al terminar la primaria al sur de la Mixteca poblana me vine al DF
de mojado. Y aquí, en el vientre de este monstruo, me hice hombre en la mejor
acepción de la palabra. Nací a la vida política y cultural ligado siempre a muchos
luchadores por la libertad y la justicia
Fue un honor andar al lado de sindicalistas democráticos y grupos
sociales que luchaban por un sistema económico y social diferente. Las acciones
contra la represión y por la legalización del Partido Comunista Mexicano, era
una tarea exponencial. Allí anduvimos Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa,
Gerardo Unzueta Lorenzana, Gilberto Rincón Gallardo y un grupo grande de líderes
que enriquecieron a la izquierda y extendieron la influencia y la organización
en el movimiento obrero y social del país
Aunque muchos de ellos ya murieron, se hicieron viejos o
defeccionaron de la lucha revolucionaria, muchos de los que quedamos seguimos
empeñados en cambiar las cosas en México. Algunos viejos como yo, caminamos
mucho tiempo por calles y colonias hablando y organizando a la gente. Hoy,
miles y miles recorren ciudades y campos entrando en contacto con los pueblos
originarios, organizando al México profundo
Una parte importante de mis sueños fue ver a México salvado
de las alimañas que lo gobernaban. Logré mirar el rostro de un nuevo país que ya
construye su camino hacia el logro de la justicia, la democracia y la libertad.
Y aunque esto no satisface muchos de mis sueños, voy a morir pegado a la cuña, como
lo hacían los campesinos de antaño. Quiero ver crecer a los miles de Jóvenes
que hoy levantan sus voces y sus cantos en las calles, pueblos y montañas construyendo
el 2º piso de la cuarta transformación. A esos jóvenes que admiro y respeto
porque haciendo honor a su juventud y a su inteligencia, han sabido romper el
cerco de la cultura política de los capitostes del poder político y del capital
Si el final de esta utopía alcanzo a verlo, mejor. Pero la
montaña de sueños que acompaña mi vida, no se derrumbará. Sé que los cambios
revolucionarios no son una cuestión de voluntad. La historia está registrando
las batallas por venir y en ellas ya están el pueblo, sus líderes y sus jóvenes
empujando la transformación. Y un día, esas montañas de sueños que hoy muchos tenemos,
convertirán las cárceles en escuelas, las plazas públicas en jardines y en los
espacios públicos se reunirá el pueblo para hablar de la vida y no de la
muerte. Los cuarteles serán bibliotecas y los policías traerán libros en lugar
de armas para matar y agredir a la gente. Estoy seguro de que el futuro será de
los ciudadanos para hablar de la justicia y de la esperanza
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