lunes, 3 de marzo de 2025

 Ante el pasmo de Morena, ¿quién va a parar la rebelión?

Por JESÚS SOSA CASTRO

Participar en los procesos electorales -decimos muchos- tiene sentido si en el fondo de esa lucha se contiene el necesario planteamiento de profundizar la democracia, generar una participación radical que subvierta las viejas reglas del poder y que ponga fin a las componendas, a los cacicazgos, al nepotismo, al arribismo a la reelección y a los intereses personales. En esta ruta trabajamos amplios sectores populares. El viejo sistema ya ha perdido el consenso social, se ha olvidado de las demandas históricas del pueblo y Morena está paralizada. Nuestro proyecto de gobierno está derrotando las pervertidas acciones de los gobiernos neoliberales, pero a la vista, el partido ha perdido la iniciativa política

El país está cambiando porque la mayoría del pueblo no se quedó al margen de este esfuerzo. Está dando batallas trascendentes de resistencia y lucha contra lo más nefasto de los antiguos regímenes. Las peleas entre el pueblo mexicano y sus enemigos históricos pusieron de relieve la concurrencia de aquellos sentimientos que por décadas no aparecían en la escena pública y que hoy, con matices diversos, la inmensa mayoría considera que el cambio ya está viéndose en el país.

Sin embargo, la transformación nacional de la que muchos hablamos, no se corresponde con la actividad cotidiana que debiera encabezar el partido Morena. Exceptuando el trabajo político e ideológico del presidente López Obrador y de la presidenta Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, los dirigentes del partido duermen la mona y papalotean con el pragmatismo electoral. Las relaciones entre dirigentes y militantes no dan sentido a las luchas populares para que se profundice el desarrollo de una conciencia social crítica y participativa. No presenta iniciativas que ayuden a la militancia y al pueblo a no pasar por alto los códigos de comportamiento colectivo que, según Barrington Moore, “explican la pasividad o el instinto de rebelión con que los hombres enfrentan determinadas circunstancias históricas” (*)  

A la militancia le quitaron los espacios para discutir, destruyeron sus estructuras, castraron sus iniciativas políticas y abrieron la puerta al desencanto y a la no participación de las bases. En general, somos ajenos a la lectura y muchos sólo chacotean en las redes sociales subiendo intrascendencias y fotos. Los desencuentros y los intereses internos de personas y grupos no sólo están entrampando al partido en cuestiones empíricas, están llevando a un desencanto creciente en las filas del partido y a una preocupación explicable en aquellos que votaron por la 4ª transformación

¿Dónde está el papel de sus intelectuales aportando cultura política? ¿Por qué el mayor peso del trabajo electoral descansa en los activistas y en un pragmatismo digno de mejor causa? ¿Por qué no se suman los esfuerzos, las conciencias, las opiniones, los derechos y el trabajo para cambiar, a fondo, el país? ¿Qué carajos nos está pasando?

(*) Barrington Moore, La injusticia. Bases sociales de la obediencia y la rebelión. UNAM