Por si
alguien me pregunta
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Algo ocurre en mí que frecuentemente mi alma se llena de contento.
Los muchos años que traigo cargando, se han llenado de ideas y acciones que me
han aportado mis compañeros de lucha, mis amigos y mis camaradas. Todos han
enriquecido mi pensamiento y yo sigo en las filas de la izquierda donde mis
ideas se han convertido en el soporte fundamental para entender y luchar por las
demandas de quienes siempre fueron olvidados. Hoy mi ánimo se ha hecho más
grande porque mi presidenta Dra. Claudia Sheinbaum Pardo ha agigantado su
liderazgo ante un pueblo que nunca será subyugado. Yo le doy vuelta a mis ideas
y casi llego a creer que algo me está indicando que mis esfuerzos y mis
acciones también formaron parte de ese ato popular que ayer se expresó
multitudinariamente en el zócalo en apoyo a un pueblo rebelde e irredento
La política y la firmeza con la que la Dra. Claudia Sheinbaum
Pardo, presidenta de México, está defendiendo a nuestra patria de los fachos de
dentro y de fuera del país, ha recompuesto mi ánimo y con mis años a cuestas, hago
lo que puedo para compartir el contento popular y la profunda convicción de que
somos un país independiente, libre y soberano. Por estos hechos, recordé un
texto de Eduardo Galeano que ya se me había borrado de mis ojos (*) Releyéndolo
me hizo recordar los tiempos en que los libros y la lucha fueron la fuente de
mis reflexiones. A partir de ahí, pude salir de las manías doctrinarias que
infectaban las fibras de mi cerebro. Hoy mi pensamiento está al servicio de las
causas que sigo defendiendo al lado de mi pueblo cada vez más rebelde, más
justo y democrático. Estamos aprendiendo a volar y a conocer otros mundos
Ahora que vivo estas circunstancias, avanzo en la
recuperación de la esperanza para poner en blanco y negro el alimento que los
libros me han dado para seguir escribiendo lo que me sale del cerebro y del
corazón. Estoy con el ánimo recompuesto para expresar públicamente lo que traigo
adherido entre pecho y espalda. He redescubierto que mi felicidad no es tener
ni dinero ni poder, es aprender a amar a mi pueblo, a sentir en la piel el
cariño y el respeto de mis semejantes y poner en mis ojos aquellas figuras que de
pena ajena sólo apoyan al enemigo o van por la foto olvidándose de la defensa de
la patria
Los hechos y mis pensamientos me hacen sentir feliz por haber
aportado algo de trabajo, ideas y esperanzas para hacer de mi país un ejemplo de
democracia, de independencia y soberanía que hoy ponen en jaque a las viejas estructuras
del sistema. Soy consciente de las complejidades que aún estamos viviendo, pero
también veo que mi pueblo avanza mientras los fachos se retuercen como
tlaconetes en comal, cagados de miedo, al ver que la mayoría de los mexicanos nos
hacemos más fuertes, libres y sabios
(*) Crónica de un desafío, EDUARDO GALEANO
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