Por una nueva cultura de Partido. Las
fortalezas y las debilidades de Morena
Por JESÚS SOSA CASTRO
En las filas de este
partido hay mucho contento y no es para menos, lo logrado no fue poco ni fue
fácil de obtener. El 5 de junio vimos crecer la ola de indignación contra el
régimen y una parte muy importante de los ciudadanos expresaron su hartazgo votando
contra el PRI y el PRD y a favor del PAN y de Morena. Este desplazamiento de
los votantes hacia la derecha y hacia la izquierda, tiene un por qué. Según mi
opinión, los que votaron por el PAN lo hicieron como una forma de castigar al
PRI que ha colmado a la gente con sus políticas depredadoras. También lo
hicieron porque el miedo jugó un papel importante que contra Morena desplegaron
todos los medios. También estuvo presente el atraso, el hambre y todas las mañas para inducir o comprar el
voto a favor de los partidos del sistema. A la gente le faltó decisión para dar
el paso completo y votar por la izquierda no oficial
Los que creen que los votos
al PAN fueron porque este partido es la alternativa al PRI, se equivocan. La
política del PAN es la misma política del PRI. El atraso y la cultura priista definieron
esta decisión. Fue un voto de castigo, un llamado de atención al priismo y a
sus gobernantes. La gente expresó el repudio que vive la mayoría de la gente por
la irrefrenable corrupción. El PRD y la demás chiquillada viven su agonía.
Varios de estos satélites están a punto de perder su registro. El único partido
que creció a pesar de todo y de todos los mafiosos fue Morena. Sin embargo,
después del 5 de junio, hay que hacer una parada técnica para desarrollar las
fortalezas y corregir las debilidades de este partido
Lo primero que hay que
reconocer es que Andrés Manuel López
Obrador representa hoy por hoy al líder de la izquierda mexicana con mayor
autoridad política y moral. Nadie como él conoce los problemas de México y todas
las miserias humanas que se han acumulado contra los pueblos originarios,
contra los campesinos y contra los pobladores urbanos. Es un hombre honesto y
trabajador como ningún otro. Su prestigio y su trabajo lo han colocado ante el
42 % del electorado como el potencial candidato a la Presidencia de la
República para el 2018
Contra todo pronóstico
y a pesar de los que le auguraban un
fracaso, ha podido construir un partido con evidente apoyo de la gente. En
todos los Estados de la República existe Morena, aunque no es un partido plenamente
organizado ni sus militantes están conscientemente en sus filas. Las elecciones
del 2015 y las de junio del 2016, así lo demuestran. Pero… Andrés Manuel y
Morena contienen debilidades que para bien del partido y del país hay que
corregir
Algo que no se debe
seguir manteniendo es la idea de que AMLO es Morena y Morena es AMLO. Poner
como insignia su prestigio, su trabajo y su honestidad, en lugar de poner por
delante al partido, no contribuye a generar colectividad. Tampoco propicia condiciones para contar con una dirección
diversa que mucho haría por el desarrollo de un pensamiento plural en lugar del
vertical individualismo que ahora predomina en Morena. Indebidamente se ha
desarrollado una conducta que indica que basta con que López Obrador diga lo
que hay que hacer, para que todo mundo se ponga a su disposición. Esto no
construye partido, construye dependencia, castración de iniciativas y mediatiza
la creatividad que se da en todo trabajo colectivo
Nadie ignora que la
mayor parte de los dirigentes, candidatos a encargos populares y responsables
de comisiones no han pasado la prueba del ácido. La mayoría de ellos, han sido
impuestos sin tomar en cuenta la opinión de las bases. Pocos han salido de
procesos democráticos, transparentes. Muchos de ellos son cuotas que se pagan a
los grupos de poder. Los jefes de esas tribus, para fortalecer su presencia
eligen a sus incondicionales, tengan o no inteligencia o capacidad política. Por
eso por más que los promueven nunca ganan legítimamente porque detrás de ellos
solo hay mediocridad
Desde su nacimiento,
Morena no se ha ocupado de abrirles un espacio a los intelectuales y a los
líderes de pueblo. Hay desprecio a la inteligencia y a los luchadores de verdad.
En contraste, la mayoría de los dirigentes de Morena no tienen opinión sobre los
problemas nacionales. No aportan ideas, ni contribuyen a generar una nueva
cultura política capaz de confrontarse y derrotar la cultura octogenaria del
priismo depredador. El único que habla, que da ideas y propone acciones, es
Andrés Manuel López Obrador. No se nota una fortaleza ideológica, política y
organizativa que sea reflejo de la diversidad y del pluralismo que da vida al
partido. Los “dirigentes” ni chistan. Solo obedecen
En Morena hay un caricaturesco
culto a la personalidad. Va desde la punta de la pirámide hasta las bases de
quienes integran el basamento de la estructura burocrática. A tal grado, que
los repetidores profesionales del discurso oficial no hacen ni dicen nada sin
referirse a su jefe inmediato superior. En los actos donde la chiquillada hace su “trabajo
político” las formas se vuelven a repetir. No hay “líder” que no reciba las
palabras floridas de sus subalternos, así carezcan de capacidad y de prestigio
ante sus bases. Es la cultura priista de la agachonería y de la falta de dignidad
por parte de los que componen las pirámides del poder. Son los que AMLO ha
llamado correctamente abyectos, arrastrados y serviles
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