miércoles, 15 de junio de 2016

Por una nueva cultura de Partido. Las fortalezas y las debilidades de Morena

Por JESÚS SOSA CASTRO

En las filas de este partido hay mucho contento y no es para menos, lo logrado no fue poco ni fue fácil de obtener. El 5 de junio vimos crecer la ola de indignación contra el régimen y una parte muy importante de los ciudadanos expresaron su hartazgo votando contra el PRI y el PRD y a favor del PAN y de Morena. Este desplazamiento de los votantes hacia la derecha y hacia la izquierda, tiene un por qué. Según mi opinión, los que votaron por el PAN lo hicieron como una forma de castigar al PRI que ha colmado a la gente con sus políticas depredadoras. También lo hicieron porque el miedo jugó un papel importante que contra Morena desplegaron todos los medios. También estuvo presente el atraso, el hambre  y todas las mañas para inducir o comprar el voto a favor de los partidos del sistema. A la gente le faltó decisión para dar el paso completo y votar por la izquierda no oficial
Los que creen que los votos al PAN fueron porque este partido es la alternativa al PRI, se equivocan. La política del PAN es la misma política del PRI. El atraso y la cultura priista definieron esta decisión. Fue un voto de castigo, un llamado de atención al priismo y a sus gobernantes. La gente expresó el repudio que vive la mayoría de la gente por la irrefrenable corrupción. El PRD y la demás chiquillada viven su agonía. Varios de estos satélites están a punto de perder su registro. El único partido que creció a pesar de todo y de todos los mafiosos fue Morena. Sin embargo, después del 5 de junio, hay que hacer una parada técnica para desarrollar las fortalezas y corregir las debilidades de este partido
Lo primero que hay que reconocer es que  Andrés Manuel López Obrador representa hoy por hoy al líder de la izquierda mexicana con mayor autoridad política y moral. Nadie como él conoce los problemas de México y todas las miserias humanas que se han acumulado contra los pueblos originarios, contra los campesinos y contra los pobladores urbanos. Es un hombre honesto y trabajador como ningún otro. Su prestigio y su trabajo lo han colocado ante el 42 % del electorado como el potencial candidato a la Presidencia de la República para el 2018
Contra todo pronóstico y a pesar de los  que le auguraban un fracaso, ha podido construir un partido con evidente apoyo de la gente. En todos los Estados de la República existe Morena, aunque no es un partido plenamente organizado ni sus militantes están conscientemente en sus filas. Las elecciones del 2015 y las de junio del 2016, así lo demuestran. Pero… Andrés Manuel y Morena contienen debilidades que para bien del partido y del país hay que corregir
Algo que no se debe seguir manteniendo es la idea de que AMLO es Morena y Morena es AMLO. Poner como insignia su prestigio, su trabajo y su honestidad, en lugar de poner por delante al partido, no contribuye a generar colectividad. Tampoco propicia  condiciones para contar con una dirección diversa que mucho haría por el desarrollo de un pensamiento plural en lugar del vertical individualismo que ahora predomina en Morena. Indebidamente se ha desarrollado una conducta que indica que basta con que López Obrador diga lo que hay que hacer, para que todo mundo se ponga a su disposición. Esto no construye partido, construye dependencia, castración de iniciativas y mediatiza la creatividad que se da en todo trabajo colectivo 
Nadie ignora que la mayor parte de los dirigentes, candidatos a encargos populares y responsables de comisiones no han pasado la prueba del ácido. La mayoría de ellos, han sido impuestos sin tomar en cuenta la opinión de las bases. Pocos han salido de procesos democráticos, transparentes. Muchos de ellos son cuotas que se pagan a los grupos de poder. Los jefes de esas tribus, para fortalecer su presencia eligen a sus incondicionales, tengan o no inteligencia o capacidad política. Por eso por más que los promueven nunca ganan legítimamente porque detrás de ellos solo hay mediocridad  
Desde su nacimiento, Morena no se ha ocupado de abrirles un espacio a los intelectuales y a los líderes de pueblo. Hay desprecio a la inteligencia y a los luchadores de verdad. En contraste, la mayoría de los dirigentes de Morena no tienen opinión sobre los problemas nacionales. No aportan ideas, ni contribuyen a generar una nueva cultura política capaz de confrontarse y derrotar la cultura octogenaria del priismo depredador. El único que habla, que da ideas y propone acciones, es Andrés Manuel López Obrador. No se nota una fortaleza ideológica, política y organizativa que sea reflejo de la diversidad y del pluralismo que da vida al partido. Los “dirigentes” ni chistan. Solo obedecen

En Morena hay un caricaturesco culto a la personalidad. Va desde la punta de la pirámide hasta las bases de quienes integran el basamento de la estructura burocrática. A tal grado, que los repetidores profesionales del discurso oficial no hacen ni dicen nada sin referirse a su jefe inmediato superior.   En los actos donde la chiquillada hace su “trabajo político” las formas se vuelven a repetir. No hay “líder” que no reciba las palabras floridas de sus subalternos, así carezcan de capacidad y de prestigio ante sus bases. Es la cultura priista de la agachonería y de la falta de dignidad por parte de los que componen las pirámides del poder. Son los que AMLO ha llamado correctamente abyectos, arrastrados  y serviles

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