Un viaje al rumbo de dos Rumberos
Por JESÚS SOSA CASTRO
Mario Vélez Merino es un Rumbero hiperactivo.
Lo conozco haciendo cosas de distinta naturaleza desde hace décadas. Fue campesino
en sus años mozos., estudiante y líder de la Federación de Estudiantes
Campesinos Socialistas de México, FECSM, Maestro Rural, mojado en EU, Chofer de peseras en Puebla, defensor de
presos políticos, líder campesino y de unos años para acá, integrante destacado
de Rumbo Proletario. Nuestro trato y amistad vienen de antaño. Sin recuerdos
vergonzantes, fuimos campesinos puros, nuestro caminar por los montes bajo el
sol quemante de la mixteca poblana nos permitió conocer las primeras enseñanzas
de la libertad. El ser del mismo rumbo nos hizo conocer las mismas dolencias
sociales. La pobreza, el abandono y la violencia. Estos fenómenos han sido en
la historia de nuestra región, las oprobiosas formas en que se ha cebado el
capitalismo contra nuestras poblaciones
Recuerdo que allá por los años setenta, a
mi pueblo rodeado de montañas, llegó Mario Vélez montado en un brioso caballo
al lugar donde se encontraba mi familia. ¡Móntale, me dijo! No me espantó el
reto. Pues desde que tenía ocho años, en el lomo de mi caballo, subía y bajaba
por los cerros y cañones pastoreando el ganado de mi padre. Tomé las riendas
del caballo de Mario y mostré felizmente mis habilidades. Mi Esposa citadina
quedó patidifusa por tal atrevimiento. Desde entonces Mario y yo fuimos amigos.
Y aunque por los altibajos de la vida nos perdimos por varios años, hoy
seguimos siendo hijos del maíz, de los pueblos olvidados y de esas tierras
infértiles pero cuyas raíces, nos siguen teniendo atrapados para siempre
El otro día que nos reunimos en el VI pleno
de Rumbo Proletario en la ciudad de México, mi camarada y paisano me pidió que
lo acompañara a un acto político en esta región de la montaña. Hablaríamos con
nuestra gente, recordaríamos en colectivo los momentos que juntos vivimos por
décadas y al final, comeríamos, me dijo, elotes y tamales con jocoque que se
producen en esa árida región. Fue un encuentro inolvidable. Saludamos a
nuestros viejos y a nuestros jóvenes. La pobreza de siempre nos golpeó Nuestro
reencuentro con ellos estuvo a punto de ser memorable. Por desgracia lo que
tengo que decirles resulta difícil de contar, pero ni modo, tengo que compartirlo
para ver si sabidos de esta barbarie, disponemos nuestras fuerzas para cambiar
la vida de nuestros indígenas que hoy, son víctimas del despojo capitalista
Parodiando a Dostoievski podría afirmar que
la amistad es la expresión más grande del comportamiento humano. Cuando las circunstancias
de la lucha puso en peligro mi vida, Mario
dispuso para mí todo su apoyo para garantizar la seguridad de mi familia y mía.
En las distintas actividades políticas a las que me ha convocado por las tierras
poblanas, he podido observar su profunda cercanía con las demandas de los
pueblos indígenas. No es un hombre de dinero, pero le sobra corazón para
prestar auxilio y organizar a la gente para que luche por una auténtica vida
humana. Su lenguaje es somero, sin rebuscamientos y con grandes enseñanzas para
salir de la postración política en la que se encuentra la mayor parte de
nuestro pueblo
En reunión con una parte de lo que fue la
civilización Mixteca, orgullo del pueblo amerindio de Mesoamérica que influenció
la civilización maya en el Sur y permaneció independientes de los Aztecas del
norte, con esa cultura que elaboró la mayor parte de los códices de contenido
no religioso anteriores a la conquista, hablamos de política y compartimos el
pan y la sal. Estos pueblos fueron heroicos defensores de sus tierras y
oponentes constantes de las políticas de los monarcas. En esta parte de la
geografía y de la historia, Mario y yo pudimos ver qué tanto nuestra gente
conserva sus raíces
Como sucede en muchas de estas poblaciones,
los sábados y los domingos los espacios públicos se convierten en una
mercadería. Los indígenas venden lo que pueden: Maíz, frijol, cuatomates,
huajes, queso, jocoque, comida y todo tipo de cosas. Se trata de atajar la
pobreza, el olvido y pasarle revista a la miserable conducta de los gobernantes
mediocres. La nobleza de Mario lo llevó a comprarle la mercancía a las ancianas,
sin llevársela. A cambio de ese gesto, les pidió a las señoras que participaran
en una reunión en la que se tratarían algunos de los problemas que padecen. No
se cómo explicar lo que en este encuentro pasó. Pero fue evidente que al
explicar las cosas de manera comprometida, asomaban las salidas que la fuerza
popular puede lograr para remontar esta situación. Los rostros de las personas
reunidas expresaban indignación. Algunas viejas arrugas eran refrescadas por el
llanto que discreto bajaba por esas caras golpeadas por la pobreza y la
desesperanza
Vi y oí que los planteamientos de Rumbo Proletario,
manejados con fluidez y en forma didáctica, era una especie de alimento
espiritual que caminaba hacia las entrañas de la gente. Sus ojos brillaban
cuando las palabras sembraban la verdad sin falsas esperanzas. Otros, se levantaban
de las piedras que les servían de asiento como si de pronto su ansiedad
quisiera recuperar el valor civil de la protesta. Estos pueblos, le comenté a
Mario Vélez al despedirnos, no se merecen vivir como viven. Y aunque no lo
convine expresamente con él, estoy seguro que pronto volveremos por estas
tierras inhóspitas- A estos pueblos les sobra razón y fuerza para organizarse y
levantar la voz para lograr una vida auténticamente humana. ¡Estoy seguro que
volveremos!
Twitter@rasocas
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