Llamamos a convertir la palabra en
una revolución
Por JESÚS SOSA CASTRO
En los
últimos días del año 2016, participé en el VI Congreso del Colectivo Centro de
Reflexión en la Acción- Rumbo Proletario, CRAC-RP. Oí exposiciones y argumentos
sobre el QUÉ HACER de nuestra lucha que aún siento orgullo de ser uno de sus
militantes. Hubo pasión en los debates, profundidad, elaboración y contenido.
Por momentos, la disputa entre la vehemencia y la teoría, parecía que iba a
dinamitar las estructuras de la organización. Yo observaba las caras de muchos
camaradas y en sus rostros y en sus ojos, se notaba el enojo o la aceptación contenidos.
Eran la clara expresión de que desde dentro de nuestra conciencia, se estaban
rompiendo los anclajes de una práctica política que ya no aguantaba el peso de los
hechos y de la critica. Se requería una revolución de nuestras viejas
experiencias para estar en condiciones de dar paso abierto a los nuevos
desafíos que exige la situación
Pronto se
conocerán los resolutivos de este Congreso. Se nombró una Comisión para el
efecto. Sólo quiero destacar aquello que para mí significó una edificación teórica
novedosa que enriqueció con creces mi pensamiento. Mientras unos hablaban de
los sentimientos más profundos de quienes han entregado su vida a la lucha, otros
planteaban la urgencia de construir una resistencia nacional que se ocupe con
urgencia de construir una conducción revolucionaria, que impida que la lucha de
nuestro pueblo, se quede varada en las demandas tradicionales y se pierda el
objetivo de transformar el país con una vida auténticamente humana. Cuando
estas luces y estas ideas revolucionaban las conciencias presentes, en mi fuero
interno se daba otra lucha en la cual el viejo topo del que hablaba Marx, sigue
carcomiendo mi vida y mis tiempos
Sin embargo,
la voz del pueblo comienza a reivindicarse. Otea el horizonte gris que le ha
impuesto la oligarquía y ha reconocido que ese tono no se compagina con su
historia. Los muertos, desaparecidos, desempleados, excluídos y empobrecidos
por el poder burgués, no merecen su silencio ni su falta de participación. Su
resistencia para articularse y convertir su fuerza en un torrente por miles
esperado, apenas empieza a dar muestras sueltas de su rompimiento con las
estructuras del poder. De manera esporádica pero consistente, comienza a
organizarse y a dar señas de su movilización en distintas partes del país. Ha
vivido el entreguismo de los partidos sistémicos y traza para sí una nueva ruta
en la cual sus decisiones empiecen a convertirse en el objeto de sus luchas
¡La suerte que
vive el país no acepta regateos ni lamentos! Ha llegado la hora de acompañar
las palabras con los hechos y dar los pasos necesarios para construir una resistencia
nacional capaz de articular y conducir a los trabajadores y al pueblo más allá
de las demandas sectoriales. Ha llegado el momento de convertir su acción en
una fuerza que derroque a la burguesía y construya una nueva sociedad. Está
visto que la que nos gobierna no puede ni quiere resolver los problemas de
fondo que aquejan al pueblo trabajador. Necesitamos cambiar la correlación de
fuerzas saliendo del permanente rechazo a la unidad de los sectores en lucha.
Hoy la unidad de acción no podría ser posible si no se elabora democráticamente
un planteamiento programático que exprese sus propuestas. Al mismo tiempo, esa
unidad para que cumpla sus funciones, va a exigir una dirección revolucionaria,
como condición para salir del estado en que viven las resistencias. Esto es lo
único que puede convertir sus acciones en la palanca para derrotar políticamente a la actual conducción burguesa
del Estado
Rumbo
Proletario no puede mantenerse pasmado. Como nunca, Peña Nieto y su gobierno
viven la más profunda falta de credibilidad política. Ningún funcionario
público de cierto nivel, ha podido explicar al pueblo las causas de la
situación económica y social que vive el pueblo mexicano. Todo mundo sabe que
no solo hay ineptitud en la conducción del Estado. Son los intereses de la gran
burguesía los que el grupo en el poder está defendiendo con su política rapaz.
El Congreso de la Unión se ha convertido en un sostén vergonzoso de las decisiones
gubernamentales y los partidos políticos son el resumidero por el cual corren
la corrupción y el entreguismo
Si no aprovechamos
la coyuntura, si no se le da claridad al pueblo sobre lo que está pasando en el
país; vamos a caer en el círculo vicioso de negociar con el gobierno las
demandas menores, mediatizadoras, en detrimento de la lucha para derrocar a la
gran burguesía. La exigencia de “fuera Peña Nieto y todo su mal gobierno” hay
que hacerla la demanda central de la actual lucha del pueblo. Lo que hoy ya se
dibuja es su disposición para ir en contra del sistema. No caigamos en la
mediatización ni nos confundamos. Peña Nieto y su gobierno son expertos en la
manipulación y en el impulso de sus políticas depredadoras. ¡Llamamos a convertir
la palabra en una revolución!
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