El partido, los dueños, los activistas
Por JESÚS SOSA CASTRO
No es poca cosa lo que aportan
militantes de Morena para darle vida a la Organización. Me constan los
esfuerzos que muchos compañeros hacen. Sin embargo, su trabajo lo realizan sin
tener claro respecto a lo que hay que hacer después del triunfo popular del 1º
de julio. Hoy se anda en la recomposición de los Comités Seccionales. Esta
tarea se ha hecho varias veces y se vuelve recurrentemente sobre lo mismo ¿Qué
es lo que hace que esa estructura se descomponga con frecuencia y se desmorone tan
pronto se cumple el objetivo?
El partido Morena no ha
encontrado el punto fino que lo conecte con sus bases de apoyo. Dirigentes y
activistas no comprenden que el propósito de cambiar la sociedad empieza por
transformar el partido, sus prácticas políticas y su basamento organizacional. La
estructura hasta ahora diseñada sólo está pensada para hacer trabajo electoral,
en su quehacer, no está contenida la política, la formación de sus cuadros y el
manejo de la complejidad que vive el país. Cuando se centralizan las
decisiones, el conocimiento y la trascendencia de las ideas, la marginación
política empieza a convertirse en el principal escollo para sacar adelante los
proyectos. El triunfo se da cuando se amplía el sujeto político y cuando este
hace suyas las causas transformadoras
López Obrador es el
líder más competente y carismático que ha tenido la izquierda electoral. Su
presencia y autoridad políticas han sido un paradigma en el intento de cambiar
el rostro de la nación. No obstante, estas cualidades pueden convertirse en una
retranca para la formación y desarrollo de nuevos cuadros. Los que ahora
cumplen esta función son repetidores porfiados de las frases y consignas que se
generan en la cúspide de la pirámide. No se ha entendido que la política es un oficio
que sólo sirve a la sociedad si éste contiene el conocimiento, la información y
la capacidad para operar en cualquier circunstancia, con o sin las indicaciones
del líder principal
Para estar cerca de los
adeptos de Morena y del pueblo en general, los comisionados registran serias
deficiencias. Cuando los interlocutores preguntan para qué se vuelve a la
construcción de los Comités Seccionales, la respuesta es trastabillante o de
plano errática. Esta confusión se debe a que no se ha entendido la
trascendencia y el contenido del cambio votado por el pueblo, de que no hay las
ideas necesarias para informar y convencer a quienes se les propone
incorporarse a este tipo de estructuras. El entusiasmo por el triunfo se difumina
paulatinamente porque no se percibe cual es la perspectiva y la ruta por las
cuales hay que caminar
Corregir estas
cuestiones puede evitar el previsible desencanto en aquellos que con su voto
dieron inicio a la revolución social que se está empezando a vivir. Conectar lo
que pasó el 1º de julio con lo que se aspira para el futuro del país, pasa necesariamente
por hacer de la devoción que muchos militantes de Morena sienten por su líder,
una práctica política en la que esté presente el pensamiento crítico, la
elaboración teórica y una actividad política alejada de la incondicionalidad y
la timidez para poner en juego su propia creatividad
La obediencia de la
masa debe transformarse para operar con políticas propias, independientes con relación
al liderazgo omnipresente que hoy representa López Obrador. Sus cualidades de
líder principal serán más fuertes en la medida en que a su lado haya un partido
obrero-popular, con una dirección eficiente, organizado, crítico y, sobre todo,
actuante. Esto es lo que garantizará que Morena, con o sin la dirección de
AMLO, no pierda su vigencia y evite que liderazgos ajenos a su proyecto lo
conviertan en otro PRD. Max Weber, en su obra La política como vocación, escribió
que “el liderazgo carismático es propio de los partidos políticos en proceso de
formación”
Según la concepción weberiana,
AMLO mantiene una “forma de autoridad legitimada por una característica
personal que es el carisma, que lo presenta como una persona extraordinaria y
atractiva frente a los otros integrantes del partido, por lo que ha logrado
imponer en la organización su propia visión de la política y su propio programa”
Pero… ¿es esto lo que
se requiere en estos momentos de la vida nacional? ¿No sería mejor tener un
partido independiente de su poder personal, nutrido con su pensamiento, su
integridad y su trabajo, ejemplos a seguir por los que hacen política en bien
de la nación? Lo que hasta hoy es el partido no es un ejemplo a seguir, parece tener
dueños, todo se decide de manera vertical. Las órdenes que bajan periódicamente
hasta las bases están en crisis. A los activistas no se les reconoce nada. ¡Se
necesita corregir las cosas, YA!
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