Morena, un molote que recompone su rostro
Por JESÚS SOSA CASTRO
Después de dos semanas
de inactividad por razones médicas, vuelvo con estas líneas ofreciendo
disculpas a mis lectores. El andar en la política siempre ha sido para mí una
especie de linimento que me alivia mis males físicos. Escribo este texto infringiendo
las indicaciones que me han dado los oftalmólogos. Después de tres semanas cargadas
de aburrimiento y de paralizarme en mis actividades en las que normalmente me
muevo, ocurrieron hechos importantes sobre los que, aunque un poco tardíamente,
quiero opinar. Sostengo que muchos de los que se dedican al quehacer de la
política y lo hacen bien, cuando recogen las necesidades y los sentimientos del
pueblo, cuando cumplen con lo que éste demanda, la gente apoya y se enamora del
partido y de sus dirigentes
Cuando se entiende de
manera correcta el papel del partido, cuando líderes y militantes construimos
los espacios en los que anidan los esfuerzos libertarios y las experiencias que
forjan la lucha para combatir al sistema, en las calles y en todo lugar, ese
partido y esos líderes son respetados y seguidos por quienes hoy están
revolucionando sus conciencias para convertir sus acciones en el instrumento
capaz de lograr la transformación de la sociedad. Morena incumplía con ese
papel y tuvo que ser la base la que hiciera posible poner al partido nuevamente
de pie y empezar a caminar en la reconstrucción del proyecto de cambio que
hasta ahora sólo estaban impulsando el presidente de la República, la mayoría
de la población, pero no el partido
El carácter y la
templanza para confrontar al adversario político se habían convertido en una
entelequia. Un alejamiento cuestionable de los partidos con las acciones
públicas y una conducta que siempre quedaron en entredicho, colocaron a sus organizaciones
partidistas en unos molotes ajenos a las demandas y el sentir de los sectores
populares. Vivían de la corrupción, de la política y de la acrítica complacencia
de la mayoría de la gente. Perdieron la chispa que encendía sus acciones, razón
y causa por lo que fueron incapaces de hacer de su partido el instrumento que
educara y dirigiera a sus bases que pelean por construir una nueva sociedad
Si un partido político
tiene como objetivo tomar el poder, sus dirigentes no pueden actuar dejando de
lado el resto de la complejidad nacional. Si se quiere cambiar el país, es
indispensable tener una dirección competente, conocer al adversario principal,
tener el conocimiento necesario del estado que guardan sus fuerzas, estudiar el
terreno en el que se le va a combatir y contar con el ejército civil
debidamente capacitado para salir airosos de ese combate. Sólo así se puede cambiar
el actual estado de cosas y construir una relación social en la que el sujeto
sea una nueva humanidad. Si se toma a la ligera la fuerza que tienes, si no valoras
la participación de la gente, si no tomas en cuenta la experiencia acumulada,
si dejas a un lado a los líderes de pueblo, a los que analizan la situación
desde otra perspectiva. Incurres, por lo menos, en un error de lesa gravedad
Estos señalamientos vienen a
cuento porque justo en este momento, el partido Morena en el que milito, vive
una especie de euforia por haber recompuesto una dirección que había defraudado
a su militancia y al Nuevo Proyecto de Nación. Hoy se habla y se actúa con un
espíritu de cambio, de recuperación de la política y de participación de la
militancia. Valora sus fuerzas y su capacidad para sacar adelante la enorme tarea
de organizar al partido, de inyectarle nuevos bríos, de formar a sus cuadros y
de colocarlo a la altura de las circunstancias que vive el país. Ojalá los
integrantes del nuevo CEN tomen en cuenta los movimientos que están haciendo los
adversarios y logre contar con la capacidad para confrontarlos en sus políticas
de odio, de desestabilización y de confusión en algunos sectores del pueblo. Ya
basta de improvisaciones y de falta de consistencia en el manejo de la política
y de la ideología que se contiene en el nuevo proyecto de nación
Si bien se comprende la estrategia de sumar, resulta inexplicable que
se descuide con tanta ligereza e irresponsabilidad lo que está pasando aún en
las filas del partido. Las crisis que asoman su rostro en el cuerpo de Morena en
varios Estados del país, son resultado de la ineficacia y de la ignorancia
política de los que habían secuestrado la dirección del partido. El compromiso que
ahora tiene el CEN encabezado por Alfonso Ramírez Cuéllar, va más allá de sacarlo
de la crítica situación en que lo dejó la señora Yeidckol Polensky. Hoy se
requiere poner en movimiento a su militancia, ligarse con las luchas del
pueblo, organizar el partido en los centros de trabajo, colonias y barrios y
formar ideológica y políticamente a sus cuadros. De otra manera, la esperanza
de sacar adelante a la 4T correría el peligro de quedarse a la mitad del camino
sólo porque el partido Morena no entendió ni se colocó al lado de las demandas
y exigencias del pueblo
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