El
padecimiento de los otros enfermos
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Se entiende que el proyecto de transformación que votamos más
de treinta millones de ciudadanos el 1º. de julio del 2018 no sea compartido
por un sector importante de los machuchones. Su carácter de clase y los privilegios
que acumularon durante décadas no dieron nunca para eso. En sus tiempos de
bonanza y de poder, siempre vieron al pueblo por debajo de los hombros. Hacia
arriba solo miraban la deslumbrante acumulación de sus riquezas y una cultivada
soberbia que los hacía detestables por la mayoría de los mexicanos. Su arrogancia
y su altivez fueron derrotadas por un pueblo harto de ellos, subyugado, que al despertar,
le cobró los agravios y convirtió su fracaso electoral en una enfermedad por
demás despreciable
Haber sido desplazados del gobierno, que no del poder, significó
el triunfo más relevante obtenido por el pueblo desde hace más de un sglo. Su
decidida participación en esta incruenta batalla, sembró una experiencia que ha
llenado de convicción y orgullo a millones de mujeres y hombres del país.
Derrotó los fraudes, las chapucerías prianistas y comprometió su trabajo para
instalar un nuevo régimen político. Los avances que a quince meses observamos, son
fruto de un buen trabajo del presidente, del apoyo ciudadano y de una
inteligencia exponencial proveniente de la cantera popular que por décadas fue
marginada y humillada por los llorones y enfermos de odio que hoy padecemos
Los sectores que le hacen la guerra un día sí y otro también
al presidente de la República, son de pensamiento lento y vulgar. Durante el
tiempo que mal gobernaron el país, no desarrollaron ideas porque son ajenos a
la innovación del pensamiento. Se dedicaron a robarse los recursos públicos, a
la fabricación de la mecánica del fraude y a crear una cultura del atraso y del
analfabetismo políticos. La ignorancia inducida contra el pueblo les facilitó la
aplicación de una política salvaje en la que la explotación y la marginalidad
castraron por décadas la lucha legítima para echarlos del gobierno. Un dicho
popular reza que “perro que come huevo, aunque le quemen el hocico” por eso los
camajanes derrotados quieren volver al gobierno para seguir robando, entregando
los recursos de la nación, defraudando al fisco, humillando, empobreciendo y
excluyendo a los que producen la riqueza, acabando con las tradiciones y con
las lenguas de nuestros pueblos
En esta época de crisis sanitaria en la mayor parte del
mundo, los fifís mexicanos han mostrado su rostro enfermiso y truculento. En
lugar de salirse del discurso, huero, demagógico y mrdiocre, se enorgullecen de
haber votado en contra de las leyes que garantizan las prestaciones sociales del
pueblo. Se agrupan para desacreditar las políticas públicas del gobierno
federal con puras mentiras. Como nunca expresan su rencor y buscan los argumentos
que les den algún sustento a sus chavacanas propuestas. Sus ideas y sus
planteamientos dan pena ajena, nunca antes la oposición se había presentado
ante la ciudadanía con tales miserias humanas como hoy lo están haciendo los
panistas y sus compinches. ¡Ningún chile les embona!
Se han quedado varados en proyectos políticos en los que
destaca su interés por volver al gobierno. Los actores que comparten ese
proyecto son lo más podrido y retardatario del sistema. Sus referentes
principales son Cristine Legarde, ex funcionaria del FMI, el vice gobernador de
Texas que quieren “acabar con los enfermos y los ancianos para salvar la
economía globalizada” Son los politiquillos como Felipe Calderón, Marko Cortés,
Gustavo de Hoyos, Javier Lozano, Denise Dresser, Gilberto Lozano,Reforma y
todos los borolistas destetados, los que luchan afanosamente por acabar con el
gobierno de López Obrador
Oportunistas como son, se están montando en los problemas que
viven la mayoría de los países del mundo con motivo de la pandemia del
coronavirus. En su comportamiento no hay nobleza de ningún tipo. Hablar de los
problemas y dolencias del pueblo de México es parte de su enfermedad y
demagogia. Mientras el gobierno y la mayoría del pueblo hacen todo lo necesario
para ayudar a los enfermos de esta epidemia, los portadores del odio contra las
acciones del gobierno federal achican su estatura porque carecen de ética y de
principios. Es un hecho que no han entendido que la salvación del género humano
sólo es posible con el amor fraternal y la solidaridad mútua a nivel nacional e
internacional. El odio de este tipo de enfermos, los ha despojado de valores
morales y espirituales. Su calidad de animales de la política antipopular los
ha divorciado de la gente. Están aislados, cuestionados, exhibidos y
despreciados por la mayoría de los mexicanos. ¡Pobres!
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