La ira de
los gatos pardos
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Ya chole con los pelafustanes de la política. Lo único que
aportan al debate nacional son mentiras, odios y bilis. En su existencia como clase social, no han aportado
nada positivo a la nación ni a la humanidad. La riqueza material y económica, siempre
ha provenido del trabajo y del sacrificio de los obreros, campesinos y
empleados. Su dinero no produce dinero,
es el trabajador el que les ha llenado los bolsillos. Lo invierten en
industrias de muerte, desde comida chatarra hasta en matones profesionales. En palacetes,
bienes de lujo o en instrumentos de control político y social. Los señores del
dinero son los capataces, los expropiadores del esfuerzo ajeno. Si habláramos
de la Independencia, la Reforma o la Revolución, los ricos se opusieron a las
transformaciones. Lloraban por mantener sus privilegios, el gatopardismo. Los
de ahora, con menos pudor, quieren derrocar a AMLO para volver al status quo. La
oligarquía nunca ha mirado por el pueblo, su fuerte ha sido robarse las
riquezas de la nación y la de los pueblos originarios donde está lo mejor de
nuestras tradiciones y culturas
Durante estas tres grandes transformaciones, la vileza, la
ambición y la arrogancia de estos derechosos, sólo fueron derrotadas por un
pueblo armado porque ya estaba harto de ellos, de sus políticas corruptas, de
su avaricia y de su arrogancia como clase social. Siglos después, los nietos y
bisnietos de esa misma derecha, más prepotentes y comprometidos con sus intereses
de clase, están haciendo todo lo posible para impedir que el presidente, que
llegó con el apoyo del 53 % de los electores, pueda desarrollar un proyecto de
gobierno en el cual ya no están los intereses de los camajanes sino los de los grandes
sectores populares que estuvieron marginados por los gatos pardos de hoy
En su lógica elemental, pensaron que al presidente podían
controlarlo y sujetarlo a sus viejas prácticas políticas para que ellos
siguieran haciendo más grandes sus fortunas y su dominio, control y mando sobre
el pueblo mexicano. ¡Se equivocaron! Su ignorancia y su clasismo no les
permitió tomar la debida temperatura a los sentimientos del pueblo. No solo fue
el hambre, el desempleo, la marginación en la que por décadas ultrajaron la
dignidad de la gente, ¡NO! Lo que llevó a la derrota electoral a los nostálgicos
golpistas, fue el hartazgo, el despertar de la conciencia popular, el espíritu
de clase, lo que llevó al pueblo a dar por terminada su arrogancia y su
soberbia. Fue el desprecio de los obreros, los campesinos, los indígenas, la
clase medía y la juventud, lo que cerró el camino a los potentados para
impedirles que siguieran con sus políticas corruptas
El ardor que hoy los consume es visto por el pueblo con mucha
pena ajena. Su campaña para derrocar al presidente, aduciendo que no está gobernando
bien, no solo es una calumnia, es, eso sí, la demostración de que estos
golpistas de pacotilla son incapaces de articular una propuesta política coherente
que haga contrapeso al proyecto de la cuarta transformación
La verdad, Sancho, los perros le ladran al presidente porque
ven que éste va caminando con la gente y con su proyecto de nación. La conducta
y la miseria políticas de la derecha son resultado de la debacle que vive. Si
la oposición panista, empresarial y chayotera fueran más inteligentes, si
tuvieran la capacidad para tomarle el pulso a los sentimientos del pueblo, si
tuvieran el conocimiento que tiene el presidente de sus necesidades y demandas,
si la derecha no fuera tan ignorante y mezquina; era para que a estas alturas
ya se hubieran dado cuenta que ella no tiene propuesta de gobierno, que se
mueve en su propia basura y que esto, la está llevando a otra derrota más
ignominiosa. Su pueril demanda de derrocar al gobierno al través de un golpe blando
o con la revocación del mandato en 2022, es un sueño guajiro del que se
pitorrea la mayoría de la gente
Lo que debe hacer la oposición es serenarse, amarrar a sus
perros o darles sus croquetas. Su empeño de atajar el trabajo del presidente,
de desacreditarlo, de ofenderlo y de intentar lincharlo políticamente para
recuperar sus espacios y privilegios perdidos no lo van a lograr. El jefe del
Estado tomó en sus manos las necesidades de su pueblo y las está atendiendo con
oportunidad y eficiencia. Ninguno de los gatos pardos que quieren volver al pasado
corrupto, tiene los tamaños, el respeto y el apoyo que López Obrador tiene de
su gente. Soñar que lo van a derrocar es solo un chiste grotesco de los que
añoran la robadera. ¡Serenense, les puede salir el tiro por la culata!
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