Hablando de partidos y de vacíos políticos
Por JESÚS SOSA CASTRO
El problema del partido revolucionario es algo que preocupa a
los movimientos de emancipación, incluidas las corrientes que se reclaman leninistas.
La crítica social ha vuelto a poner en el orden del día la necesidad de una
ruptura con el capitalismo, y esto, hay que verlo con seriedad. ¡El sujeto
revolucionario, la estrategia, la táctica y la formación ideológica son los
temas por trabajar! Muchos afirman que lo que Gramsci llamó la “forma-partido”
ha sido declarada en crisis. El tema, sin embargo, se ha estado cerrando sin
que los críticos nos expliquen qué pasaría de crearse ese vacío
En algunos grupos de discusión en Morena estamos armando un
debate respecto de la presencia, función y trabajo político del partido. La
organización que pudo convocar a más de treinta millones de electores el 1º de
julio del 2018, no ha mostrado capacidad para acercar su relación política ya
no digamos con los que votaron por ella, sino ni siquiera ha podido mantener
contacto con su propia militancia. El proyecto de gobierno que se puso a
discusión y que fue apoyado con los votos de los electores, tenía que ver con
una transformación que empezaba por un cambio de régimen
En el N.º 13 de los Cuadernos de la cárcel, Gramsci habla de
que el partido comunista es un príncipe moderno cuyo objetivo es fundar un
“nuevo tipo de Estado” Un Estado en el que el autogobierno sea la regla. ¡Este
es el punto de la discusión! Algunos de los marxistas mexicanos se sienten
frustrados porque Morena no se plantea construir el nuevo tipo de Estado. Solo
que Gramsci hablaba del partido comunista, no de un partido social demócrata
que es el que gobierna actualmente el país. El partido Morena no se adjudica la
representación del proletariado, sino al pueblo en general. Y cuando hablo del
pueblo me refiero a la categoría sociológica que el Dr. Enrique Dussel
establece como diferencia con respecto a la clase burguesa. Los que dicen que
AMLO debió fundar ese nuevo Estado, hacer la revolución socialista, omiten lo
que pasa con el sujeto revolucionarios, con la estrategia y la táctica. Un
partido como el que plantea Gramsci lleva a adoptar, según él, una organización
centralizada, disciplinada, incluso militarizada, lo cual conduce, peligrosamente,
al autoritarismo que Morena combate
En sus normas internas y en su práctica política está
establecido que Morena es un Partido Movimiento. En ese carácter, no puede
dejar de aceptar lo que Gramsci considera “el hecho primordial, irreductible”
en que se basa la ciencia y el arte de la política. Este hecho consiste en
distinguir el papel que corresponde a los dirigentes y a los dirigidos, a los gobernantes
y a los gobernados. La dirección del Partido está obligada a establecer una
relación dialéctica con sus bases, pero necesariamente también tiene que
hacerlo con la o las otras clases que representa. Cualquier relación entre las
partes será incompleta y/o falsa, si pasa por alto las garantías de la
democracia interna y la participación de las partes en la toma de decisiones
Bases, pueblo y dirigentes, en la mayoría, no han contado con
una explicación clara y sistemática de lo que significa la cuarta
transformación. La mayoría de los sectores en lucha que abrazaron este Nuevo
Proyecto, fue resultado del liderazgo personal de AMLO. Pero no necesariamente
conocen todo lo que significa su proyecto de gobierno. La dirección del partido
no es fruto de una lógica inmanente de las masas, lo que pasa es que éstas no
cuentan con un grupo de dirigentes eficaces, no aprovechan los momentos
políticos más destacados para plantar sus opiniones, es una dirección inexistente
frente a los problemas del país. Su falta de liderazgo ha dejado a sus
adversarios la iniciativa para estar golpeando al gobierno de la República. Los
críticos de la 4T pasan por alto lo que Lenin señalaba en el Qué hacer, solo un
partido de revolucionarios profesionales puede llevar a cabo una revolución que
derroque a la clase burguesa. ¡Y este no es el caso!
Lo que empezó siendo el baluarte principal del quehacer
político en Morena fue desmantelado por la burocracia del partido. La vida
colectiva donde la discusión le allegaba ideas, propuestas y tareas a sus bases
fue gradualmente eliminada. La militancia fue llevada a su postración perdiendo
su perfil y su identidad política original. Desaparecieron las ideas, la
organización y el contacto con el pueblo. Los grandes debates reclaman una
generosidad que no pueden tener los partidos políticos convertidos en empresas.
En Morena se ha despreciado la política y se han privilegiado el oportunismo y
los intereses de los grupos clientelares. Los vacíos políticos que ha cedido el
partido, o los llenamos nosotros, o nos los llenan la estupidez, el miedo y el
golpismo que quieren echar abajo el trabajo y el proyecto de más de treinta
millones de mexicanos
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