Así no,
Alfonso
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Morena vive dificultades internas por errores de conducción
política y por no entender lo que está pasando en el país. El Partido, que por
dos años encabezó Yeidkol Polensky, lo llevó a una situación catastrófica en su
trabajo y en su consolidación organizativa. La pandemia acabó replegando la
actividad política y al ensimismamiento de sus bases. ¡Todo esto, se entiende!
Lo que no checa, es la ausencia política del CEN y su falta de creatividad para
superar estas fallas, para combatir la embestida golpista de la reacción, para acabar
con la ineficacia y con la falta de liderazgo que andan perdidos desde hace dos
años. Recompusimos el CEN para fijar posicionamientos políticos contra nuestros
adversarios y para darle información a las bases y a los que votaron por
nuestra opción de gobierno. A cinco meses de haberse elegido el actual comité
solo aparece la confusión y el encabronamiento que empiezan a desbordarse en
las filas del partido
¿Qué había atrás del entusiasmo que se despertó en el pueblo
durante y después de la campaña y el triunfo de la Coalición Juntos Haremos
Historia el 1º de julio del 2018? Se equivocan quienes afirman que sólo fue el
hartazgo en contra del régimen lo que llevó a las urnas a más de treinta
millones de electores que hicieron triunfar nuestro proyecto. Las grandes
acciones de masas y el voto que llevaron a la presidencia a López Obrador, fue
su permanente trabajo al lado del pueblo, su capacidad para explicarle las
causas y razones de su marginación y su pobreza. Fue la propuesta de un
proyecto que incluía sus demandas, su participación en la defensa y conquista
de sus derechos y libertades. Esto fue lo que convirtió al pueblo en el sujeto
que se dispuso a transformar el país
El liderazgo de AMLO como dirigente partidista y como
gobernante del país, siempre ha sido cercano a la gente. Abrazó sus
sentimientos, sus necesidades, tradiciones y culturas y, con ella, selló el
compromiso de que el poder residiría esencial y originariamente en el pueblo,
porque éste, en todo tiempo tiene el inalienable derecho de alterar o modificar
la forma de su gobierno. Su convicción democrática la resume diciendo que el
suyo, también iba a ser un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo.
Su concepción democrática entró en el corazón de la gente y por eso hoy, a casi
dos años del triunfo popular, ese pueblo le sigue siendo fiel y dispuesto a
caminar al lado de su proyecto
¿Y el partido, dónde está? ¿Ese instrumento que construye
opinión, que les da contenido político, organizativo e ideológico a sus
propuestas? ¿Que se apoya en sus militantes y en los que votaron por él? ¿Acaso
no se ha dado cuenta que ha perdido contacto con sus votantes, con las luchas
populares y que se ha divorciado de su militancia, omitiendo el ejercicio de la
política e imponiendo dirigentes que nada tienen que ver con la legitimidad y con
los problemas que enfrentan las bases en cada entidad? ¿Por qué no recoger la
experiencia, el trabajo y los liderazgos locales en los que están contenidos el
conocimiento de los problemas y la autoridad moral para dirigir el partido? Cuando AMLO fue su dirigente el trabajo lo
hizo personalmente y en consulta directa con sus futuros militantes. Allí se
fraguaron lo comités de base, la discusión y el trabajo colectivos se convirtieron
en autoridad política y se generaron las propuestas para elaborar el Nuevo
Proyecto de Nación. En cambio, las prácticas priistas puestas en función después
de julio del 2018 solo han difuminado la discusión, dividido al partido y
paralizado su actividad. Lo que se ha fortalecido es el clientelismo en
detrimento de la unidad y crecimiento de Morena
El pueblo y la militancia que apoyan nuestro proyecto, lo hicieron
no solo porque el ahora presidente supo recoger los sentimientos y el acumulado
espíritu por sembrar una nueva cultura por la democracia. Abrazaron la
esperanza de que por primera vez iban a ser los actores de su propia
transformación. Entendieron que el poder dimana del pueblo para su propio
beneficio y que éste se convertiría en el defensor de las nuevas formas de
hacer política. Cuando no se le toma en cuenta y en cambio se le imponen
personas ajenas a la entidad y sin consulta alguna a las bases, la militancia
se desencanta, se encabrona y rechaza las imposiciones centralistas y
antidemocráticas
Aún es tiempo de recomponer las cosas, Alfonso Ramírez
Cuellar. Superar las diferencias y problemas del partido no está en las
persistentes decisiones cupulares. En lugar de seguir pensando que la solución
de los problemas está en personajes desconocidos, ignorantes y corruptos, apóyate
en la militancia, en su honestidad, en su trabajo. Oye las opiniones de las
bases y facúltalas para que trabajen por la unidad y acción del partido. Los
que estás nombrando son desconocidos de la militancia, no conocen los problemas
y menos tienen los tamaños y los méritos
para dirigir una organización harto complicada
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