Las mujeres, sus derechos. Las “vulvásticas”
demenciales
Por JESÚS SOSA CASTRO
Los preparativos para
evitar el vandalismo de grupos de mujeres participantes en la marcha del 8 de
marzo, comenzaron tapiando los comercios, los edificios públicos y los
monumentos que se encuentran por la ruta por donde las féminas hicieron su
recorrido de protesta. Desde el viernes cinco
de marzo hasta avanzada la tarde del lunes, la expresión salvaje de las autollamadas
“vulvásticas” (*) se empeñaron en mostrar el talante cavernícola del que son
poseedoras. Los derechos y demandas legítimas de la inmensa mayoría de las
mujeres simplemente fueron ignoradas. So odio contra “el patriarcado” las llevó
a un vandalismo demencial que, en lugar de propiciar el apoyo y la solidaridad
a las causas de la mujer, reforzaron el repudio que ya viene de tiempo atrás
por su controvertido comportamiento. ¿Qué demandas y sentimientos anidan en la
mente de estas mujeres para actuar como villanas de la política? ¿Contra quién apuntan
sus misiles cuando saben que el gobierno federal y el de la ciudad no ejercerán
contra ellas ninguna acción punitiva que acabe con sus provocaciones?
Por muchas décadas, los
que venimos de la izquierda y de los sectores democráticos hemos defendido el
derecho a la igualdad entre mujeres y hombres. La historia y nosotros hemos
registrado la pasión y el heroísmo de miles de ellas que, en distintas etapas
de la vida de la república, han sabido estar a la altura de las circunstancias
luchando por la libertad y la justicia. Su lucha contra el esclavismo, la
dominación extranjera y contra las fuerzas del conservadurismo de todos los
tiempos, hizo del patriotismo y de la defensa de la nación sus más hermosas y
nobles acciones. Pero entonces, ¿por qué este sector de mujeres no hace honor a
estas luchas y toma de ellas el ejemplo para construir al lado del pueblo y de
su gobierno democrático una historia que contenga sus demandas y el espíritu
patriótico de las grandes luchadoras sociales que supieron encarar dificultades
que las llevó a la cárcel, a la muerte y al recuerdo perenne de su pueblo?
¿Dónde quedó el legado
de aquellas mujeres que, en la época de la Revolución al lado de Emiliano
Zapata, Francisco Villa, Felipe Ángeles, Lázaro Cárdenas del Rio y otros
grandes patriotas se sumaron al ejercito con las armas en la mano, curaban a
los heridos y en las batallas, a caballo y a pie, ¿cientos de ellas iban al
frente de las tropas insurrectas gritando Viva la Revolución y mueran Díaz y
sus esbirros? ¿Por qué las féminas que en pleno ejercicio de la democracia no
salen a gritar a favor del heroísmo y de la lucha por la igualdad y el rescate
de sus derechos políticos y laborales? ¿Por qué no hablar de las luchas de las
mujeres indígenas, campesinas y obreras que exigen que el sistema capitalista
deje de seguirlas explotando y se les provea de todo aquello que pueda
compartir en igualdad de condiciones con los hombres?
¿Cuál es la causa o las
causas que defienden las encapuchadas cuya acción se concentra en pintarrajear
edificios públicos, monumentos históricos, robar centros comerciales, tirar
vallas, lanzar bombas molotov y gritar improperios como hienas? Sus violentas
protestas en contra del gobierno federal y a favor de nada, están llegando a un
punto que no pueden ignorarse y menos dejarse en la impunidad. Los ciudadanos
exigimos que se aplique la justicia. No se demanda mano dura o represión contra
personas o colectivos que ejercen la libertad de expresión. Lo que se exige es
que no haya impunidad para quienes promueven el vandalismo, la agresión física
contra funcionarios o ciudadanos porque eso conduce a la violencia, al caos y a
la violación creciente de las normas que rigen la vida política y social en el
país
La justicia debe ser
pareja, tanto para quienes han sido víctimas del mal trato, de los
feminicidios, de la violencia social, como para los que pagamos impuestos para
que el mobiliario urbano, los servicios, monumentos y edificios públicos no
sean víctimas de la ira de muchachitas y malandrines enloquecidos y vacíos de
sentido cultural. Por lo tanto, los que golpearon a periodistas, a quienes
rompieron vidrios en las estaciones del metro, a los que pintarrajearon
edificios y metro buses, a los que dejaron monumentos destrozados y maltratados
a martillazos, deben ser sancionados por la ley. Exigimos, también, que las
protestas de cualquier sector, justas o no, se sigan garantizando por parte de
la autoridad. Que el derecho a la manifestación pública y a la libre expresión
de las ideas, sigan siendo ejercidas en las plazas públicas, en las calles o en
cualquier lugar y circunstancia. Lo que no debe permitirse más es la impunidad
y el vandalismo, así sean ejercidos por jovencitas y malandrines que les sobra
odio y les falta cerebro para entender lo que estamos cambiando en el país
(*) Expresión aparecida
en los carteles de las féminas en la marcha del día de hoy
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