domingo, 16 de mayo de 2021

 

Los tres tristes tigres

Por JESÚS SOSA CASTRO

Ahora que las cosas en Morena se encuentran un tanto revueltas, he decidido escribir este texto que, a mi juicio, tiene algo que ver con lo que está pasando con algunos de quienes dicen, fueron los “grandes defensores de la democracia en nuestro país” Aún está calientita la lectura del libro “Los tres tristes tigres” de Guillermo Cabrera Infante, el cual he terminado de releer. Un escritor de origen cubano, polemista, disidente político de la Revolución Cubana y al final, reivindicado por los líderes de esta gran nación que, sesenta y dos años después, sigue siendo el dolor de cabeza de los imperialistas gringos. Cabrera Infante cultivó en sus textos, en alto grado, el sentimiento cómico de la vida, su literatura ha puesto al descubierto el sentimiento trágico de los seres humanos y ha hecho de su prosa un gran aporte al patetismo de la seriedad

Su libro se caracteriza por el uso ingenioso del lenguaje. Critica severamente los excesos del hombre en la cotidianidad de la vida, más si el quehacer de los dirigentes de una sociedad, subvierten normas y prácticas que alteran o acotan las libertades a las que se tienen derecho por legítima conquista. Fue un crítico implacable del régimen cubano. Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, Cabrera Infante, que había apoyado la Revolución al inicio y que por sus capacidades de hacedor de libros, fue nombrado director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y subdirector del diario Revolución, responsable del suplemento literario, Lunes de Revolución, al través del cual, pretendía llevar a cabo los sueños de libertad y desarrollo cultural de la revolución, poco a poco fue cayendo en los brazos de los contras

Por estas conductas, sus relaciones con el régimen cubano pronto se deterioraron. Varios textos y cortos cinematográficos fueron prohibidos por el gobierno. Esto hizo estallar una polémica que llevó a Fidel a pronunciar su célebre frase “Dentro de la Revolución todo; en contra de la Revolución, nada” ¿Qué era lo que pasaba en Cuba cuando el líder cubano pronunció esta frase y Cabrera Infante se había convertido tempranamente en un crítico de lo que empezaba a hacer la Revolución? Estaba desapareciendo un sistema económico, social y político y se emprendían acciones contra las presiones y el bloqueo que, sobre la Isla, estaba haciendo el gobierno de los Estados Unidos. ¡Nada más, pero nada menos! ¿Se justificaba la actitud de un escritor que se pronunciaba contra varias medidas del gobierno revolucionario y le daba cobertura a la reacción nacional e internacional? ¡Yo sostengo que no!

Y aunque hay que salvar las diferencias entre la Revolución Cubana y la Revolución sin violencia que estamos haciendo en nuestro país, también en México y en tiempos tempranos tenemos tres personajes seniles que están defecando sobre su propia historia. Empezaron apoyando este proceso, arropado por más de treinta millones de mexicanos y ahora, amargados, frustrados y por su chochez, andan como hijastros abandonados, refunfuñando contra el gobierno y contra Morena, que los rescató del olvido y del ir y venir por todos los partidos donde les dieron el cobijo y el poder que andaban buscando. Hoy se han convertido en los “tres tristes tigres” que, al abjurar de su papel de demócratas, aparecen como soldados que desertan al sonar las primeras cargas de fusilería. El comportamiento patético, de Porfirio, de Cuauhtémoc y de Ifigenia, hizo pedazos su historia personal. La afanosa campaña por hacernos creer que fueron tres pilares fundamentales en la lucha por la democracia, por lo menos expresa despreciativamente el papel que ha jugado y está jugando el pueblo de México y ya saben quien. Nuestros tres tristes tigres se los comió la envidia. Quisieron ser los protagonistas de una Revolución, pero sus ambiciones políticas, el interés de ser lo que nunca fueron los llevaron a su más grande derrota ética y moral

Sin siquiera cuidar las formas, los tres tristes tigres que rompieron con el gobierno y con Morena, han privilegiado el cinismo y el desparpajo para caer con toda la desvergüenza del mundo en los brazos de la reacción que, según ellos, combatieron. Se despojaron del honor y con toda la cachaza de por medio se pasaron al lado del conservadurismo trasnochado que estamos combatiendo. Pueden sentirse satisfechos de su conducta y de su traición al proyecto que está empujando nuestro pueblo y su líder indiscutible. Hoy son los héroes de los panistas, priistas y perredistas defensores de privilegios perdidos y repudiados por chaqueteros por grandes sectores del pueblo. Los términos de su ruptura hacen ver que los argumentos que manejan para justificar su conducta, los resumió Carlos Fuentes cuando discutía con otros intelectuales los tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante: Es una obra que les permite efectuar el tránsito del discurso del pasado glorioso, al patético futuro de los traidores

 

 

 

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