Con Martí de vuelta, vamos a ver de
qué lado masca la iguana
Por JESÚS SOSA CASTRO
En mis largos años de
lucha en las filas de la izquierda, he tenido el honor de trabajar con
personajes que han llenado mi vida de valores morales y espirituales. Mis referentes
principales fueron Valentín Campara Salazar, Arnoldo Martínez Verdugo y Othón
Salazar Ramírez. Los tres fueron para mí un ejemplo de honestidad, trabajo y
congruencia políticas. Fueron líderes que enfrentaban los problemas difíciles siempre
dando la cara, defendiendo los intereses del pueblo y construyendo con su
ejemplo una mística revolucionaria que ha recogido la historia
En este largo período,
la “izquierda” ha visto pasar, también, a un montón de gandayas, corruptos y
oportunistas que le han hecho mucho daño a las fuerzas que están empeñadas en
la búsqueda de una vida más humana, más libre y más democrática. Luchar contra
estas personas y empujar la democratización de la vida pública de México, es
hoy una tarea y un objetivo que merecen estar en la agenda de los políticos que
están formando parte del equipo de gobierno, de aquellos que son representantes
populares y de los dirigentes de nuestro partido
Como miles y miles de
militantes, he padecido y disfrutado lo que quisimos plasmar en la 4t. La
revolución que está cambiando las formas y el contenido de la política, así
como el ejercicio gubernamental del ejecutivo federal, requieren políticos y
militantes en los que la ambición personal, la corrupción y la antidemocracia,
no sean el modos vivendi de su actividad. El presidente, la jefa de gobierno y
la mayoría de los funcionarios de primer nivel son los depositarios de la
esperanza de millones de mexicanos que ven en ellos la cristalización del proyecto
de transformación que los ponga a la altura de la historia
No obstante, muchos
hemos trabajado para impulsar la profundidad del proyecto de transformación
social en el país, pero vemos que quienes tenían a su cargo la operación
política en la ciudad de México y en otras entidades de la república, nos han
llevado a un estado de irritación y desencanto por los resultados obtenidos en
la ciudad que había sido hasta el 6 de junio, el baluarte y la insignia de los avances
democráticos, culturales, sociales y políticos de la gran mayoría de la
población
Para superar las causas
de la derrota y corregir los errores cometidos por operadores políticos buenos
para nada, Claudia Shembaun nombró a Martí Batres como secretario general de
gobierno en lugar de José Alfonso Suárez del Real y Aguilera. Conozco a ambos.
José Alfonso es un hombre culto, trabajador, pero no pudo con los cacicazgos
políticos en la ciudad. Sobre Martí Batres también conozco su historia. Fue un
hombre que siempre estuvo en las filas de la izquierda. Creció al lado de
comunistas y no es poco lo que hay que reconocerles a sus padres por haberlo
formado para seguir en la lucha al lado de las mejores causas. No lo señalo de
inculto, de ignorante de la política o de ser un mal parlamentario. Lo que
quiero dejar claro es que, junto a estos méritos, Martí Batres como Presidente
de Morena en años anteriores en la CDMX no fue un dirigente democrático.
Por sus pistolas
desconoció al Comité de Morena encabezado por Eduardo Cervantes Díaz Lombardo,
hizo a un lado a los Consejeros legítimamente electos en asambleas distritales,
saboteaba las reuniones del Consejo e impuso a operadores suyos para construir
una fuerza política que sirviera a sus intereses. En el 2015 mis compañeros de
la GAM, me eligieron su candidato a la diputación en el distrito 2 federal.
Cubrí todos los requisitos habidos y por haber. Cuando empezó la campaña, me
habían sustituido arbitrariamente por el Lic. Juan Romero. Los que se
confabularon en mi contra fueron Martí Batres, Ramón Jiménez y Manuel Huerta
Ladrón de Guevara, todos integrantes de la cúpula del partido. Castigaron mi
trabajo y sobre todo, la crítica que hacía a los órganos de dirección por sus
arbitrariedades y exclusiones
Hoy, la Jefa de
gobierno nombró a Martí como Secretario General de gobierno. No tengo nada personal
contra él ni contra otros actores políticos que me han puesto piedras en el
camino para estorbar mi participación en puestos de representación popular. A
este compañero no lo critico por inepto, corrupto o desleal al partido. Lo
acuso de haber sido, como dirigente de la capital un dirigente ladino,
antidemocrático, excluyente y anti unitario. En este tiempo de arribismo, de
ineptitud de los dirigentes, de decisiones cupulares que han lastimado a la
militancia y se han olvidado del proyecto, cuando hay un alejamiento con la
militancia y con los sectores en lucha, miembros de base le concedemos a Martí el
beneficio de la duda. Esperamos que enderece los entuerto, logre la unidad del
partido, se abra a la democracia, ponga a trabajar a los dirigentes y se olvide
de las triquiñuelas. ¡Ya veremos de qué lado masca la iguana!
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