¿Qué carajos está pasando en Morena?
Por JESÚS SOSA CASTRO
Conocí a López Obrador
cuando en 1988 fue candidato a gobernar Tabasco a nombre del Frente Democrático
Nacional. En ese entonces me ocupaba como Director de la empresa que se
encargaba de la propaganda, de la impresión de libros, revistas y de la
publicación del periódico “El economista” cuyo director en esa época era Luis
Enrique Mercado. Con AMLO me entrevisté varias veces porque era Tipografía,
Diseño e Impresión, SA de CV, empresa del entonces Partido Comunista Mexicano,
la responsable de hacerle toda su propaganda. Nuestro trato de compañeros fue
creciente y respetuoso. Su cordialidad, franqueza y sensibilidad, fueron elementos
importantes que me llevaron a seguir de cerca sus posiciones políticas, sus
ideales y su trabajo siempre a favor de los intereses del pueblo
También conocí a los
chuchos. Eran los “jefes” de una de las tribus más corruptas que llevaron al
PRD a la lastimosa situación de partido agonizante. Conocí de cerca lo que había
en la formación política de estos sujetos que hoy, sin ningún pudor, le lamen
las botas a los que entonces combatíamos con todas las de la ley. Hago este
señalamiento porque me sirve para destacar el liderazgo que entonces había en
ese partido y que hoy, a la luz de los hechos, López Obrador ha agigantado su
liderazgo en Morena mientras los chuchos son el instrumento más deleznable de
sus miserias humanas
En mi haber, han
crecido mis respetos, consideraciones y apoyos al hombre que hace casi treinta
años conocí. Del chuchinero sólo me queda el desprecio, especialmente por la
traición a los que fuimos militantes de ese partido y por el triste papel que
están jugando al aliarse con lo peorcito que ha parido este país. A partir de
estos hechos, quiero destacar tres cosas que hacen ruido en mí y en importantes
sectores del partido: En primer lugar, mi leal apoyo y reconocimiento al jefe
del ejecutivo federal por su enorme trabajo al servicio de la gente, su honestidad
a toda prueba, su enorme conocimiento de la historia de México y su fortaleza
para enfrentar, todos los días, las diatribas, el odio y la mierda que sus
detractores esparcen por todos los medios
Mi segunda preocupación
es la incapacidad política del CEN de Morena que no ha estado a la altura ni de
su militancia ni de aquellos ciudadanos que están firmes apoyando el proyecto
de la 4ª transformación. Es grave que no esté encabezando la lucha en contra de
la ofensiva reaccionaria que la derecha sigue desplegando en contra del
presidente y de su gobierno. Orgánicamente, el partido es un desastre. No se
oye a sus bases, no hay espacios para favorecer el debate, no se alienta la creatividad
de los militantes. Se ha separado de los sectores populares que están librando
desorganizadamente la batalla a favor de nuestro proyecto de nación y, sobre
todo, está fuera del debate político e ideológico con el que hay que enfrentar
a los golpistas
Mi tercera preocupación
es lo que veo y siento que está ocurriendo alrededor de nuestra jefa de
gobierno. No es solo la ponzoñosa campaña en su contra a raíz del accidente de
la línea 12 de metro, ¡No! Su importante trabajo al frente del gobierno de la
ciudad, no merece tener operadores políticos tan mediocres y tan faltos de talento
para entender y resolver los problemas que estamos viviendo. Los resultados
electorales del 6 de junio, no solo son consecuencia de las siniestras campañas
de la derecha. La derrota en las alcaldías, se debió a la incapacidad de los
operadores políticos nombrados por las cúpulas. Con tiempo, muchos militantes
de Morena en esta ciudad, hicimos señalamientos de que el “trabajo “de esos
dirigentes invisibles, no se estaba haciendo de manera correcta
Días después de las
elecciones, se hizo correr la versión de que empezaba un proceso de corrección
autocrítica. Se pensó que el acto político para hablar de estos problemas era el
Monumento a la Revolución, el cual, finalmente, terminó en un evento de medio
pelo en el Eje Central Lázaro Cárdenas. Los convocantes fueron los mismos que nos
llevaron a la derrota. Para el 1º de julio se dejó correr el rumor de que el
presidente estaría en el Auditorio Nacional en un acto político. Se invitó a
funcionarios públicos, representantes populares en activo y electos y a varios de
ellos no los dejaron entrar. La presencia del presidente resultó ser un engaño.
El evento era de apoyo a la Jefa de gobierno. Mario Delgado desata la furia de
la gente y le hizo saber públicamente los errores y desvíos de su trabajo. Lo
que se creía un acto de unidad, de autocrítica, de debate y de información
sobre los importantes actos del 1º de agosto, de la revocación del mandato y de
otros asuntos, simplemente no se hizo presente. ¿Qué carajos está pasando?
¿Cuáles son las perspectivas que estamos abriendo con estos pasos en falso que
se siguen dando?
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