Las otras cárceles que hay que
eliminar
Por JESÚS SOSA CASTRO
Nicolás Maquiavelo en
su libro El príncipe Cap. VIII, afirma que existen “procedimientos diferentes a
los de la virtud y de la maldad, conforme a los cuales, un ciudadano común puede
llegar a ser príncipe. El primero de ellos se verá con mayor detenimiento si se
trata de la república. Los otros llegan porque son criminales o porque son
apoyados por estos. Un ciudadano se convierte en príncipe de su patria por
elección de sus electores” (1) En varias partes de su texto, Maquiavelo hace
uso de la ironía, acentuando, siempre, la unión que existe entre la riqueza y
el poder señalando que el hecho de ser hermanos de sangre, su parte nutricia
siempre será el dominio, el control y el mando
A partir de estas ideas,
creo que Maquiavelo hizo un retrato exacto de lo que hoy sucede a cinco siglos
de distancia. Su visión del poder sigue teniendo tanta actualidad que pareciera
que muchos políticos mexicanos, conocieran a la perfección el pensamiento de
Don Nicolás cuando muchos de ellos son unos reverendos ignorantes de sus ideas.
Creo que lo ocurrido a partir del 1º de julio del 2018 con el triunfo de las
fuerzas democráticas en nuestro país, han aparecido hechos y comportamientos
que reflejan con exactitud cómo distintos sectores de clase se van acomodando en
la sociedad, no en razón de intereses nacionales, sino que su ir y venir,
políticamente hablando, se explica como si fuera un juego de naipes que tiene,
para unos, intereses y apoyos criminales y para otros, la mayoría, intereses
legítimos que representan los intereses del pueblo y de la patria
Doris Delssing, la escritora
británica autora de “Las cárceles elegidas” ha estructurado un conjunto de
ideas que van en la misma dirección. Nuestra época -dice- será recordada por la
mucha información y por la poca capacidad de los hombres para ponerlas en
práctica y desarrollar sus saberes. Al hacer un balance del comportamiento
humano, habla con bastante propiedad de las “ciencias fracasadas” (2) La
creatividad y el desarrollo que hemos alcanzado es tan grande, que no se
explican con facilidad los errores y desviaciones que están ocurriendo en
contra de los intereses y necesidades del hombre. ¿Cómo explicarse, por
ejemplo, que en pleno siglo XXI poco más de setecientos millones de personas en
el mundo viven en extrema pobreza, sin agua, sin medicamentos y sin techo?
¿Cómo no sentir pena
cuando hay una enorme corriente social que no solo es ajena a las
transformaciones humanas, sino que las desprecia y lucha en contra de ellas
para seguir siendo víctima de la exclusión, la inequidad y la injusticia por
parte de los dueños del poder y del dinero? Vemos con preocupación cómo muchas
veces la gente se organiza en grupos para defender conductas estereotipadas aun
cuando estén de por medio sus demandas y sus intereses de clase. ¡Esa gente es
controlada por la sociedad cuando ésta debiera ser dirigida por aquella! ¿Por qué
si la izquierda lucha por los intereses del pueblo, históricamente siempre se
anda escindiendo o se aleja paulatinamente de las luchas sociales? ¿Es el poder
o la ignorancia lo que determina y explica sus fracasos y la distancia cada vez
más inexplicable con respecto de los proyectos de transformación y de los liderazgos
naturales que están presentes en todas partes de nuestra geografía nacional?
Los retos inmediatos
que tenemos dirigentes, militancia y pueblo en general empiezan el 1º de agosto
con el juicio a los ex presidentes. El 22, tenemos que ratificarle el mandato
al presidente López Obrador, ganar las elecciones que habrá en el 2023 y la
presidencial en el 24. ¿Tenemos las herramientas, la disposición, los
dirigentes y la organización para estar a la altura de la historia? ¡Basta de
histerias, de simulaciones y de indiferencias! O nos ponemos a trabajar para
cambiar las cosas, o perdemos la oportunidad de seguir transformando el país
Los líderes que tenemos
en México tienen que prepararse y conectarse con la gente. No más dirigentes ignorantes,
arribistas, centaveros, corruptos, irascibles, pagados de sí mismos y buenos
para nada. Deben ser autocríticos, oír y entender lo que dicen y piensan sus
representados y el pueblo. La conciencia de clase que ha encarnado en amplios
sectores de la sociedad, tiene a su lado, aun, a enormes contingentes que se
mantienen en la pasividad y en la ignorancia políticas. La complejidad de los
tiempos que estamos viviendo requieren de mejores liderazgos. Conocedores de su
materia, ser autocríticos, humildes y sobre todo cercanos a la gente. La
tolerancia es parte de la grandeza que obliga a todo el que quiere servir a la
patria. El ejército de mujeres y hombres que ya formamos filas en la defensa de
nuestros derechos, estamos obligados a acabar con las cárceles en que nuestros
adversarios han intentado encerrar nuestros ideales y nuestros sentimientos. Somos
mujeres y hombres que, sin duda, lo que hagamos será juzgado por la historia
(1). - El príncipe, Nicolás Maquiavelo, Grupo
Editorial Tomo SA de CV (2) Las cárceles elegidas, Doris Lessing, Fondo de
Cultura Económica
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