lunes, 2 de enero de 2023

 

Ni pausas ni silencios, lo que sigue es alcanzar el cielo

Por JESÚS SOSA CASTRO

En el mundo y en el país, no vivimos momentos de pausas ni silencios. Por doquier, estallan conflictos sociales, políticos y militares, que mucho aturden la vida y la paz de los pueblos. Los poderosos, oligarcas y capitostes del poder, están reaccionando como dementes. Están perdiendo el piso, la razón, el poder y la moral, que por mucho tiempo manejaron como sus guías para imponer la “democracia y la libertad” ¡Manipularon todo! Hicieron creer a los pueblos que eran ellos los poseedores de la verdad, los teóricos del desarrollo, los defensores de la paz y los únicos garantes de la justicia

Pero las cosas no les están saliendo bien. Su proyecto económico y político resultaron una falacia. Propiciaron la pobreza, la migración, la violencia y las guerras. Los tiempos cambiaron, y hoy, los explotados y humillados de siempre, se rebelan tomando las calles, exigiendo democracia y que se vayan del poder sus lacayos. Esos “tigres de papel” están siendo cuestionados por los excluidos y explotados en la mayor parte del mundo. Los señores de horca y cuchillo, se dedicaron a construir armas letales para someter y controlar a los que no aceptaban sus políticas y sus intromisiones

Impunemente querían continuar saqueando sus riquezas naturales, restringiendo sus derechos e impidiendo que se gobernaran por sí mismos, con soberanía y con democracia. Los que siempre fueron dueños del poder no entendieron nunca, ni lo entienden ahora, que ya son otros tiempos. Desconocen los sentimientos de quienes cantan a la libertad, a la democracia y a la justicia. No comprenden que los millones de mujeres y hombres que codo a codo caminan por selvas y montañas, llenando carreteras y espacios públicos, gritando sus protestas, enfrentando a la policía y al ejército; lo hacen porque los esbirros protegen a los corruptos, a los asesinos y a los depredadores de las economías de los pueblos

En esta justa por la libertad, millones de mujeres y hombres, viejos y jóvenes, levantamos la bandera que algunos han arriado por cobardía o por intereses mezquinos. En nuestra América, se acabaron los silencios y las pausas para abrirle espacio a una rebelión de los peruanos, salvadoreños, argentinos, bolivianos, venezolanos, brasileños, chilenos, mexicanos y de otros pueblos que honran la historia y el ejemplo de sus héroes que lucharon por su independencia y por su libertad

En esas luchas los pueblos derrotaron a los españoles, los franceses, los ingleses, y ahora luchan contra los gringos. Por calles y plazas, retumban las voces de millones de personas que buscan su liberación. Están construyendo una nueva historia, una nueva sociedad, en la que sus niños, jóvenes y ansíanos no solo sean libres sino hacedores de un futuro lleno de luz y de esperanza

Yo, como hijo de esa patria grande que está naciendo de las entrañas de América y de otras partes del mundo, aprovecharé el último tramo de mi vida para seguir acompañando a mi gente, a mi gobierno y al movimiento popular, en la decisión de levantar su voz, sus cantos libertarios y sus banderas revolucionarias. Seguiremos exigiendo justicia, democracia y libertad. Esas banderas que algunos han querido abandonar por cobardes y corruptos, seguirán estando en las manos y en el corazón de millones de mexicanos que quieren seguir construyendo el más importante proyecto de transformación. Contribuiré en lo que pueda para hacerles justicia a los comunistas, a los guerrilleros, a los patriotas que dieron su vida, en aras de hacer del país una patria grande, generosa y soberana

Estaré con todos los que en los tiempos actuales seguimos en la lucha, sabidos de que nuestro esfuerzo, tendrá cabida en la nueva historia, en la historia por la que ellos murieron, para seguir transformando el país. Lo que falta por hacer, será logrado con la participación de la mayoría de nuestro pueblo, y entonces, solo entonces, nuestros hijos, nuestros nietos y las nuevas generaciones, harán de México y de otras partes del mundo, el más grande altar que honrará la memoria de nuestros héroes, de nuestros pueblos originarios, de nuestras culturas, y la de todos los luchadores sociales. Será entonces cundo millones de patriotas mexicanos, habremos alcanzado la victoria y conquistado el cielo. Se habrán acabado los privilegios, el racismo y el clasismo. Los corruptos y los traidores serán exhibidos y derrotados para siempre

  

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