El desenfreno
y el odio de los zopilotes
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Como en la obra de Paco Ignacio Taibo II, en la cual se habla
de la docena trágica, seguimos viviendo episodios que conmueven a la mayoría de
la sociedad mexicana. Después de treinta y cuatro años que Porfirio Diaz
“gobernó” el país, surgió una oligarquía de fuertes rasgos aristocráticos que
se injertó en la estructura poblacional que aún hoy padecemos. Su régimen fue apoyado
por la clase dominante y su estructura, principalmente visual, olvidó hacer
cambios sustanciales en la situación de miseria del campo y de la ciudad. El
país fue sumergiéndose en la pobreza dando origen a un enfebrecido movimiento
opositor que hizo explosión en 1910-17 encabezado por el apóstol Francisco I
Madero
La desigualdad social era extrema. La mayoría de la población
sobrevivía en la miseria, mientras una minoría de hacendados, capitalistas nacionales,
extranjeros y altos mandos del ejército; disfrutaban de grandes privilegios y
de enormes recursos económicos. El poder político se concentró en una élite
burocrática, con Porfirio Díaz a la cabeza. Desde entonces salió a la luz
pública todo. Aparecieron las riquezas de unos cuantos, los oportunistas montados
en las filas del poder y los carroñeros y asesinos dando rienda suelta a sus
instintos criminales. Se dejaron de lado las demandas del pueblo, se rompieron
las relaciones con él, creándose las condiciones para que apareciera lo que
Paco Ignacio llamara en su libro el Tiempo de los zopilotes (*)
Más allá de que los buitres estuvieran tan cerca de Madero, como
jefe de la Revolución y como presidente de la República, no supo enfrentar a
sus enemigos y a los planes conspiradores de los militares asesinos como Mondragón,
Reyes, Díaz y Huerta. Es decir, a los Zopilotes que siempre estuvieron al
acecho. Herederos de estos truhanes, hoy, a ciento seis años de la revolución,
vuelven a poner en el escenario nacional sus instintos demenciales, golpistas y
carentes del más elemental humanismo. No han reparado en su condición de
zopilotes hambreados que, en estos tiempos, expresan abierta y públicamente, su
brutal, demente y rabioso deseo de ver fuera de combate al hombre más grande,
trabajador y honesto que ha parido la república en los últimos ochenta y tres años
¿Por qué la ultraderecha, los resentidos políticos, los
columnistas y algunos políticos de mierda se muestran tan bestias y faltos de
razón en los momentos en que el presidente se contagia por tercera ocasión de
COVID? ¡Porque nunca antes había habido un gobernante que los pusiera en su
lugar! Que les quitara los humos, los privilegios y acabara con sus raterías en
contra de los bienes y recursos de la nación. El presidente López Obrador
acompañado por la mayoría de su pueblo, los tiró de la cuna en la que se mecían
creyéndose los poseedores de títulos nobiliarios y dueños del cielo y de la
tierra. Creyeron que el poder y el dinero los hacía intocables y propietarios
de la horca y el cuchillo para deshacerse de los opositores, de los pobretones
y de los indios patas rajadas
Pero se equivocaron. El presidente apareció sano y salvo el miércoles
26 de abril y les dijo a sus adversarios “El muerto que vos matáis, goza de
cabal salud” Lo que estos agoreros de la muerte hicieron circular en todo el
país y en el mundo, fue el mecanismo mendaz que muchos zopilotes y resentidos políticos
utilizaron para descarrilar el proyecto del pueblo que los echó del gobierno
por corruptos y buenos para nada. Sus acciones se convirtieron en un búmeran
que los volvió a colocar en el punto donde estaba su miserable humanidad. Su
alma de villanos, carente de los más elementales sentimientos de solidaridad, inició
una danza alrededor de su santa muerte, que hoy arrastran como una reliquia hacia
sus funerales. Su memoria será sepultada para siempre en el 24. Su falta de
proyecto político, su desventurado comportamiento ante el dolor humano, su
necrofilia enfermiza contra quien les ha atado las manos para que no sigan
robándole al país, los van a convertir en un séquito mortuorio que los acompañará
en su próximo entierro político
¡Por lo pronto no se les hizo! Otra vez les fallaron sus
cálculos y sus deseos de desaparecer al gigante que gobierna la nación. Entre
más lo golpean y buscan la manera de acabar con él física y políticamente, el
símbolo y la bandera que representa, luchan codo a codo, para convertirse en
los enterradores de los que, sin nada en el alma y el corazón, solo albergan
resentimiento, venganza y rabia contra el hombre que vuelve a mostrar su rostro
con el orgullo y el honor de haber desplumado, otra vez, a la zopilotera de la derecha
(*) Temporada de zopilotes, Paco Ignacio Taibo II, Editorial
planeta
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