¿A
quién pertenecerá el futuro?
Por
JESÚS SOSA CASTRO
En estos últimos años mucho se ha hablado de los
viejos, de los que eufemísticamente nos llaman adultos mayores. No quiero decir
que para el gobierno federal que entró en funciones el 1o de diciembre del
2018, no hable y se ocupe de los otros sectores: de los niños, jóvenes y
adultos, de sus problemas, de sus sueños y de sus aspiraciones legítimas. Todos,
cuales más o cuales menos, nunca un gobierno nos había puesto en el centro de
sus políticas, de sus atenciones. Éramos, para decirlo de manera coloquial, los
que sosteníamos el techo del edificio y los tatas mandones los que disfrutaban
de él
Pero han ocurrido cosas interesantes en el transcurso
de apenas una sextena de años. Muchos de los que traemos entre pecho y espalda un
titipuchal de años, no habíamos sido objeto de alguna atención o reconocimiento
por la entrega de nuestra vida en la construcción de un país que ahora empieza
a ser el orgullo nacional. Propios y extraños reconocen los hechos de un gobierno
que han sacado de la pobreza a más de cinco millones de compatriotas y a cerca
de ocho millones de la desigualdad económica y social
Por lo breve de este texto no hablaré de los trenes,
puertos, carreteras, presas, refinerías, coquizadoras, acueductos, aeropuertos,
aviones, hospitales, escuelas. Tampoco diré más de los apoyos a niños, jóvenes,
discapacitados, campesinos, madres solteras, pescadores, adultos mayores y de
más obras y apoyos que el presidente López Obrador ha entregado y está por
entregar al pueblo de México
En esta breve puntualización de mis ideas sólo quiero
referirme a dos sectores: A los adultos mayores y a los niños. A partir del año
pasado y lo que llevamos del 24, mis ojos dan testimonio de la felicidad que
viven, vivimos, los viejos, los adultos mayores. Basta ir a las tiendas, a los
centros comerciales, a las fondas, cocinas o restaurantes, para darse cuenta de
la felicidad que brota en el rostro de quienes nunca se les dio el merecido
apoyo y reconocimiento por su aporte al desarrollo y construcción del país. Si
esta felicidad que se transpira en el rostro de este sector comprando sus
enseres, sus medicinas, desayunando y comiendo en el lugar de su preferencia;
si el por qué es explicado a los niños y a los jóvenes; si el pueblo le da el
valor ético y moral que tiene su participación en la construcción del 2º piso
de la 4t, entonces, esa felicidad y ese futuro estarán, por muchos años, en las
venas, en el corazón y en el alma de las nuevas generaciones
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