No al fanatismo,
si a la cultura y el respeto a la vida
Por JESÚS
SOSA CASTRO
Caminando por los alrededores de la Basílica y con motivo del
maratón “Guadalupe Reyes” pude ver y vivir, una vez más, la religiosidad de un
pueblo que asombra y que da pesadumbre. En mi opinión, es lamentable la
esperanza de millones de personas que expresan sus oraciones y su devoción para
que terminen su pobreza, su hambre y sus problemas. Además, veo con preocupación
que aún hoy, desde el poder, se alimenta de manera desproporcionada la
religiosidad de la gente en lugar de procurarle cultura y perspectivas para resolver
sus problemas económicos y sociales. Miles de pobladores ensimismados en las
cuestiones devotas, pasan por alto que es la lucha colectiva del pueblo lo que
puede cambiar su situación economía y social y no la religión. Estas formas de
expresión popular contrastan febrilmente con mis lecturas, con mis prácticas
políticas y con lo que me han enseñado grandes figuras de la ciencia, la
cultura, el arte y la política
Los Flores Magón, Lázaro Cárdenas, José Revueltas, Siqueiros,
Botero, entre muchos más, me han enseñado otro rostro del quehacer cultural. Botero,
escultor colombiano dice que en el volumen de sus obras hay una exaltación a la vida. Una
forma distinta con la que la inteligencia humana puede darle curso a otra
capacidad de observar la belleza que alimenta de mejor manera las ideas y el
pensamiento. Después de que mis ojos los puse en la generosa redondez de sus
obras, abracé y acaricié el cuerpo y el alma del Cristo obeso del escultor
Fernando Botero. Nada que ver con la imagen sangrante y sufriente de Jesús, que
los devotos afirman fue llevado al Gólgota para ser crucificado por no
responder a los juicios y a los intereses de los oligarcas de su tiempo
Muchos de los creyentes vivimos los claroscuros y las
superficies suaves y bellas de un aprendizaje que heredamos de nuestras viejas
tradiciones y creencias. Contra la luz que yo busqué en las iglesias, me
encontré con espacios oscuros que me estremecieron de miedo. Al lado de esta
oscuridad empecé a entender las escenas de terror y brutalidad con que el hombre
convertido en bestia trata a los pueblos del mundo que luchan por su libertad,
sus derechos y su soberanía. Esos atropellos son territoriales, el saqueo de
sus riquezas naturales y las cuestiones geopolíticas son los que han producido
masacres que ninguna religión puede explicar
El mundo no hace nada ni se conmueve ante la terrorífica
masacre que el sionismo israelita está cometiendo contra los niños, jóvenes y
adultos de Palestina. La falta de humanidad con que Netanyahu asesina al pueblo
de Gasa es irracional y patética. Y nosotros, el pueblo, observamos lienzos
saturados de personas sin rostro, casi muertos, que apenas reflejan el dolor
inacabado de sus cuerpos. Con Eduardo Galeano gritamos: “No queremos ver el
silencio despreciativo y la falta de indignación contra la política imperial, torturadora
y asesina” Urge que los pueblos del mundo defiendan su honor, su soberanía y su
patria. Ya basta de que las bestias del imperio nos sigan masacrando