El “Andy”
de ayer y el de hoy
Por JESÚS
SOSA CASTRO
En los lejanos días de abril del 2012, Andrés Manuel López
Beltrán fue nombrado responsable político electoral de Morena en la CDMX. Era
el encargado de impulsar el trabajo de organización de la militancia y garantizar
el cuidado del voto en las casillas, evitar el robo delas urnas, la alteración
de las actas o la intervención de los mapaches del del PRI y del PAN
Con ese motivo, los que habíamos sido electos como integrares
de las secciones electorales del Distrito Dos Federal, fuimos convocados por
“Andy” a las oficinas donde despachaba en la Col. Roma. De la comisión asistente
sólo entramos cinco, entre ellos Mariano López Matus y yo, Jesús Sosa Castro.
De entrada, se nos informó de las tareas que había que atender, de la
importancia de la organización, de la participación de las bases y de lo que
significaba el triunfo de la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador
Todo transcurría bien hasta que yo pedí la palabra para
hablar de la importancia que tenía y tiene la participación colectiva de la
militancia en esas decisiones y tareas. Apenas empezaba mi perorata cuando Andy
me paró en seco. Dijo que yo no podía hablar porque había hecho críticas a la
política del partido, que mi militancia en el PCM y en los demás partidos de
izquierda, no tenía espacio en el nuevo partido y menos si mantenía mis posiciones
disonantes
Mi obvio encabronamiento explotó en su contra. Le dije que cuando
él aún no nacía, yo ya andaba en la lucha defendiendo los intereses del pueblo.
Que con orgullo había participado al lado de Othón Salazar, Valentín Campa,
Demetrio Vallejo, Arnoldo Martínez Verdugo, Gerardo Unzueta Lorenzana, Ramón
Danzós Palomino, Lucio Cabañas Barrientos y otros más, encabezando las luchas
de los maestros, de los ferrocarrileros, de los campesinos y de los estudiantes.
Le dije con absoluta convicción que ni él ni nadie me iba a impedir seguir
expresando mis opiniones sobre las políticas públicas
A partir de entonces Andy nunca fue santo de mi devoción. Lo
consideré un joven prepotente, sectario y políticamente inexperto. Hoy, el tiempo
ha mostrado otro rostro de Andrés Manuel López Beltrán. Sus acciones y
conductas son otras y yo me felicito de verle otro rostro, conductas y acciones
que lo reivindican de los agravios que en el 2012 infligió en contra de aquellos
que por derecho defendíamos la libre expresión de las ideas y al ejercicio de
muestra libertad de expresión
Su discurso en el cierre de la gira nacional en la plaza de
las tres culturas ha dejado atrás su viejo sectarismo, su incorrecta conducta
política y yo, como militante estoy más que dispuesto para apoyar sus dichos y
sus hechos para hacer de Morena lo que hasta ahora, le sigue faltando. Democracia
interna, participación real de las bases y convertir al partido en lo que el pueblo
y las circunstancias están exigiendo
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