sábado, 6 de diciembre de 2025

Fue muy difícil llegar al zócalo

Por JESÚS SOSA CASTRO

Desde las 7.30 de la mañana dispuse mis pasos para llegar al zócalo con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. No iba a conocer resultados de sus políticas públicas o de los problemas que enfrenta su gobierno con una oposición violenta, rabiosa, rupestre y provocadora. No era esto lo que me interesaba. Quería estar en un acto trascendente para el pueblo y para la nación. Eran otros los sentimientos y las causas que me llevaron al lugar donde el pueblo desbordaba contento y emoción. Quería oír los cantos y las expresiones de respeto que la gente le tiene a su gobierno por sus obras y sus políticas públicas. Quería ver la fuerza y la grandeza de un pueblo que ha roto paradigmas para salir de la sumisión y el silencio que carcomían sus ansias de justicia y libertad  

Al emprender camino rumbo al acto de masas, me pregunté ¿por qué a mis años sigo persiguiendo la felicidad y la justicia en las calles y plazas donde el pueblo se reúne para recuperar su dignidad y su historia? Y es que cuando llegué a esta gran ciudad no estaba huyendo del campo, de mi origen, de mi cultura y del respeto a mis padres campesinos. Venía en busca de algo inasible, de eso que da sentido a la vida y fortalece los sentimientos, la hermandad y el respeto por los demás. Quería sacar de mi alma lo que traía escondido en las fibras de mi corazón, para explicarme las causas que envolvían las bondades y la nobleza, de quienes fuimos paridos en las montañas, allá donde dormían los dueños del tequio, la hermandad y la cultura de los pueblos originarios

Toda esta suma de hechos y sentimientos me ponen al borde de algo que no acabado de entender. Podría decir que después de mi fracaso de participar en un acto de masas en mi pueblo y en mi infancia con la presencia del Gral. Lázaro Cárdenas del Río, fue en esta ciudad donde fueron abriéndose paso mis ideas en defensa de las luchas obreras, estudiantiles, magisteriales, ferrocarrileras. Lo más humano que llegó a mis sentimientos y a mi formación en épocas idas, fue haber ingresado al Partido Comunista Mexicano donde encontré a hombres llenos de ideales, historia y dignidad. Juntos hicimos trabajo con el pueblo y no pocos le dieron su trabajo, su vida y su libertad

Todos ellos, sembraron en mí la semilla de la lucha por las causas justas. Cada uno se metió en mi corazón al grado de que en mi largo batallar por la justicia y por mi gente, siguen siendo mis guías que impiden que se apague el sublime y difícil encanto de seguir en las filas de la izquierda revolucionaria. Por eso no me pierdo una concentración o una marcha porque es en ellas donde se expresan los anhelos de mi gente. Hoy lo hice con mucho esfuerzo. Dos km a la redonda el espacio fue cerrado al tránsito. Mis huesos protestaban a medio camino, pero opté por formar parte de los arroyos de jóvenes, niños y adultos que felices y cantando se dirigían al corazón de México donde nuestra presidenta hablaría de la grandeza y la sabiduría de nuestro pueblo y de paso, mostraría la pequeñez de quienes sin pena ni gloria se han convertido en los hijos putativos del imperio

  

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